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domingo, 12 de julio de 2009

El temor de los tiranos

No hay nada más temible para un gobernante autoritario que la voz clara y sonora de un pueblo que frena sus abusos.
Mientras el miedo o la indiferencia duren, un gobernante tirano puede darse el lujo de intimidar, atropellar o manejar a sus gobernados a su antojo. Mas, llega el instante cuando el pueblo, hastiado de sinsabores, de promesas falsas, de la misma corrupción de siempre, solo que ambozada con otros rostros y otro título, al fin -este pueblo- despierta, sale a las calles y profiere un rotundo ¡basta! a la arbitrariedad de sus dictadores.
Un gobierno autócrata, por más que se disfrace de democrático o se autocalifique como tal, aunque todos sus actos lo desdigan, tarde o temprano terminará hundido entre sus propias trampas y sus desmedidas ambiciones.
Este parece el camino que recorre el pueblo hondureño, luego que su depuesto mandatario insistía en llevar a cabo una consulta popular con vistas a una reforma constitucional que, según sus detractores, le abriría el camino a la reelección, pese a que el Parlamento y el Tribunal Supremo la habían declarado ilegal.
Este detalle anterior y que se amplía en un editorial el diario norteamericano The Wall Street Journal, cuando dice que el golpe militar ocurrido en Honduras el pasado 28 de junio y que llevó al exilio al presidente de ese país centroamericano, Manuel Zelaya, es "extrañamente democrático", nos da pautas para entender la manera exacerbada como ciertos gobernantes de Latinoamérica han reaccionado. Personalmente, no con la idea de defender los estados democráticos sino como una manera de alertarse con lo que de seguro les sucederá a ellos, si siguen intentando dirigir sus países como feudos personales.
El mismo presidente venezolano no tiene reparos para incitar al enfrentamiento armado con tal que sus seguidores se eternicen en el poder. ¿A lo mejor de esta manera aspira un apoyo posterior cuando viva similares trances? O este es el mecanismo para regar su política autoritaria por toda la región, secundado claro está por presidentes títeres que lo miran como un Che, mal reencarnado por supuesto, en una era donde las revoluciones socialistas no son más que enfermedades para el progreso de los pueblos y tarimas para la prepotencia y enriquecimiento ilícito de sus líderes.
Por su parte los organismos internacionales dicen condenar un golpe de estado pero no condenan la represión de la que son víctimas quienes se oponen a un gobierno opresor. No condenan los atropellos en contra de la libertad de expresión ni las amenazas públicas de un mandatario, en este caso el venezolano, quien a voz en cuello proclama la violencia y la muerte a cambio de poder.
Los tiranos tiemblan cuando ven que a su alrededor existen naciones que no se quedan dormidas. Que no nos engañen los discursuelos a favor de la democracia sobretodo cuando provienen de boca de quienes la pisotean.

Los Simpson y algo más

Luego de casi dos décadas de presencia de los Simpson en las pantallas ecuatorianas, los representantes del CONARTEL al fin parece que descubrieron ciertos aspectos negativos de la serie. Obviamente un programa propio de nuestra era, donde se abordan diversas manifestaciones ideológicas, culturales y personales de una familia, que sin ser del modelo de las nuestras, parodia numerosos aspectos de comportamiento general. Posiblemente este sea el motivo para su gran aceptación a nivel de varios países.
De una u otra manera la irreverente sátira de los Simpson enfoca modos de vivir, sentir y pensar de muchísimas personas. Tras sus muy bien elaborados guiones se hallan comentarios mordaces de lo que somos o actuamos, todo esto con altas dosis de intelecto y creatividad. De seguro, son estas las razones que han dado a la serie numerosos premios entre ellos: veinticuatro Premios Emmy y un Premio Peabody.
Es verdad que esta comedia, que cuenta ya con veinte temporadas, trae consigo contenidos impropios para la audiencia infantil. Es una serie exclusiva para público adulto, aunque sea animada. Tal vez por esto muchos han creído que es para niños/as, bajo el limitado criterio de creer que todos los dibujos animados son para los pequeños/as.
Con este enfoque conviene a todos los involucrados con los medios televisivos analizar las series que ven nuestros menores, aunque por anticipado conocemos que la mayoría de éstas traen grandes dosis de violencia o discriminación. Siendo reales, todos sabemos que las cadenas televisivas no van a renunciar a sus intereses económicos, y que estas series, nos guste o no, seguirán emitiéndose en la televisión, incluso hasta en internet. Ante tal hecho la responsabilidad está en manos de la familia, la misma que debe motivar el sentido crítico para que los niños/as disciernan lo que miran en sus televisores.
Parece que el CONARTEL ha dado un paso ligero en lo que respecta a control de la programación. Esperemos no olvide revisar aquellos programas de producción nacional que se dicen “comedias” y que nos son más que una trama de insultos, agresiones, discriminación y tinte político, donde no existe nada de ingenio y que pone en evidencia la pobreza mental de sus productores. Específicamente me refiero a programas como “Vivos”, y otro de similares características cuyo nombre afortunadamente no recuerdo y que se lo transmite en Ecuavisa. Series como estas son una ofensa para nuestro pueblo porque nos consideran como seres limitados en valores y pensamiento que podemos deleitarnos con sandeces o iniquidades.
En este ámbito esperamos que esta clase de producción nacional sea más respetuosa, inteligente y creativa o al igual que los Simpson se la remita a un horario donde nadie pueda verla.