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lunes, 27 de diciembre de 2010

¿Y después de la Navidad?

Luego del ajetreo propio de las actividades navideñas, luego de los desmesurados gastos, los largos endeudamientos, las compras muchas veces de tantas cosas inútiles y la infaltable tensión de los compradores que en ocasiones sienten la obligación de adquirir algo para regalar a quien no aprecian de verdad, llega la pasmosa quietud de una fecha que se ha convertido en un real culto al derroche.

Atrás quedó el tiempo de la pacífica reunión en familia, del abrazo fraterno, del compromiso para vivir una “feliz navidad”, al menos ese día. Hoy se nota más aún la frialdad de convivencia a la que hemos llegado; en un mundo cada vez más descarnado los sones de los villancicos han dado paso al ruido estrepitoso, no solo del ambiente sino del alma y como humanidad somos un poco más vacios, más incomunicados y más solos. Qué importa que las grandes publicidades pregonen lo contrario si a nuestro alrededor vemos una brecha mayor entre quienes poseen algo y quienes no poseen nada. Para qué engañar la conciencia con el trillado discurso de compartir en navidad, cuando el resto del año nuestros mendigos, nuestros niños y tantas familias apenas sobreviven en medio de nuestra indiferencia. ¿Acaso ellos solo se alimentan en navidad? ¿Acaso permanecen dormidos los otros meses y por acto de ilusionismo aparecen en esta fecha para ser objeto de nuestra soberana magnanimidad?

Y nos sentimos generosos por haber regalado la ropa que estorbaba en casa. Nos sentimos buenos por decir ¡Feliz Navidad! a tantas personas con las cuales luego ni siquiera saludamos, creímos redimirnos por haber asistido a una misa o a una novena donde estábamos más pendientes del cafecito o de mirar a la concurrencia, antes que de hallarnos a nosotros mismos. Y qué decir de la famosa cena donde tantas veces la comida va a parar a la basura y los asistentes terminan embrutecidos por el alcohol que desemboca en secuelas trágicas de discordia, accidentes o actos imperdonables.

Se ha ido otra Navidad. Bien por quienes con amor encendieron luces en su corazón. Bien por los niños y niñas que a pesar del olvido social siguen riendo con desbordante esperanza durante el resto del año. Bien por aquellos que como en cualquier día trabajaron con honradez para ganarse el sustento. Bien por todos los que no se dejaron arrastrar por la falsedad, la novelería, la moda del gasto, y obsequiaron un día de paz a los suyos aunque no hayan tenido pavo ni buñuelos. El mejor regalo que podemos brindar a quienes nos rodean es la armonía, la tranquilidad, la sana convivencia que no es principio navideño sino el reto de cada día.

Las carreteras de la muerte

Se han tornado tan cotidianas las noticias sobre accidentes de tránsito en nuestro país, que a la larga vamos a considerar que son parte común de la información diaria. Las continuas tragedias en las carreteras ecuatorianas son la palpable evidencia de una sociedad que no puede ser reglamentada ni con leyes ni amenazas. El problema se da en el bajo nivel cultural de quienes al frente de un volante, no entienden que son seres humanos a los que trasportan, y no animales de carga o paquetes. No es que busque censurar a los señores choferes pero sus acciones rayan en actos de criminalidad cuando pisan el acelerador a fondo y se creen pilotos de fórmula uno; peor aún cuando repletan sus unidades de pasajeros, a sabiendas que el automotor ni siquiera cuenta con las garantías mecánicas para el efecto. Los accidentes que enlutan a nuestras carreteras demuestran que el ámbito de los conductores está plagado de gente irresponsable, lo que nos lleva a creer que a lo mejor sus licencias fueron mal adquiridas o se hicieron choferes porque no podían aspirar a otra ocupación.

El chofer de una unidad de transporte no debe ser únicamente un hombre entendido en llantas o tuercas. Tampoco puede ser un energúmeno que ante el justo reclamo de los pasajeros reaccione como un desbocado orangután e intente agredir a sus interlocutores. Menos un patán de primera línea que no tenga la menor consideración por niños o ancianos. La capacitación para los profesionales del volante debería partir de una seria evaluación sicológica que garantice que el futuro conductor posea una férrea estabilidad emocional, sentido de respeto a la vida, valores de honestidad y obviamente las habilidades necesarias para la conducción.

Pero al parecer nada de lo anterior se tiene en los encargados de la trasportación porque las muertes por accidentes aumentan de manera indiscriminada y ante los desencajados ojos de las autoridades que no atinan qué hacer, crecen los huérfanos, las viudas y los familiares que lloran el deceso de los infortunados que se embarcaron en una de las muchísimas unidades de la muerte que tiene nuestra red de transportación. Ya no se puede tolerar este sistema en nuestro país. Alejándose de toda corrupción, las autoridades de tránsito deben iniciar una depuración total de los choferes que operan las distintas unidades y si es el caso a muchos de ellos expulsarlos o iniciarlos en un sistema de educación personalizada que tienda a superar sus limitaciones culturales y su nivel de ignorancia que es la causa para tanto accidente.

El problema vital no está en el estado de las unidades ni en las leyes, se debe formar una nueva generación de profesionales del volante con otros parámetros de profesionalización y otras exigencias legales para así evitar que nuestras carreteras estén en manos de desalmados que sigan provocando destrucción y muerte.

domingo, 19 de diciembre de 2010

De-Regalo.com - Phantom Of The Opera Techno Version.html

CULTURAS JUVENILES Y MISIÓN EVANGELIZADORA V

1. NUEVO LENGUAJE: LOS SIMBOLOS.

El lenguaje es la sabiduría de los pueblos y hay que recrearlo y entender la revolución del lenguaje que es uno de los grandes cambios del mundo de hoy. Frente al lenguaje hay que hacer una realfabetización porque ya no sabemos sin leer ni escribir.

Así mismo, podríamos preguntarnos ¿Qué sabemos del lenguaje de la Juventud? De su ritmo, de sus gestos, de sus grafitos, de su rebeldía, de su inconformismo, de todo aquello que hoy se nos vuelve lenguaje novedoso en el cine, en la TV y en el mismo Internet?

Cuando un joven entrega una flor a su enamorada, él está usando la flor como símbolo de sus sentimientos para con ella. Transmite significado a través de la imaginación y emociones. Si explicamos los símbolos como tantas veces hacemos en nuestras celebraciones, ellos pierden su dinamismo y poder.

Los símbolos comunican en un nivel más profundo que las palabras. La evangelización que no utiliza los símbolos del pueblo y, en nuestro caso, de los jóvenes, pierde su eficacia.

En una sociedad premoderna los ancianos son muy valorados por su experiencia y sabiduría. Al entrar en el nuevo milenio el ideal de vida presentado es ser joven. El joven simboliza energía, fuerza física, emociones fuertes, autenticidad, espíritu de aventura, espíritu de libertad y coraje para cuestionar.

Nuestras comunidades educativas no pueden mostrar un rostro de funeral. Hay que cambiar los símbolos y lo signos.


2. LA ESPERANZA

Para nadie es un secreto que estamos ante un mundo desesperado, al borde del abismo, de la muerte. El cristianismo, la Iglesia, la Juventud debe tener una palabra, un gesto, un signo que indique el camino a seguir en esta situación que es emergente y que parece irreversible.

“La ciencia ha provocado en la historia espiritual de la humanidad la aparición de un período glacial” (M. Mansuy). Se nos está congelando hasta la conciencia. Más que enfriamiento conciensual es pérdida total de la conciencia. Se requiere hoy un laboratorio espiritual donde se re-inventen estos “suplementos de alma y corazón” a fin de devolverle la respiración, la vida, el sabor y el calor a la conciencia del ser humano. A esto llamamos esperanza

“El 15 de abril de 1980, a los 74 años de edad, falleció Jean Paul Sartre, pionero de la filosofía existencialista que dominó el pensamiento europeo de la post guerra, considerado unánimemente como el mayor pensador francés del siglo veinte.

Angustia, desesperación, amargura, tedio, rebelión inconformidad y desesperación salta de toda la obra sartreana. Pero en sus últimos años, cuando la muerte comenzó a rondar sus pasos, Sartre dio un giro en sus ideas, influenciado por su gran amigo francés, el escritor Pierre Victor. El Sartre de la angustia de la náusea, del ateísmo pasó a hablar de la esperanza. La esperanza como razón de la existencia. La esperanza forma parte del hombre”

En contraposición a la esperanza, existen muchas formas de desesperanza, así:


La Apatía, falta de interés, que son en el fondo, falta de amor: peor que la muerte.

- El escepticismo de quien escucha al joven e ironiza con sus ideales: “sarampión de la edad; ya se te pasará”.

- Hay un racionalismo autosuficiente, que bajo la idea de la inteligencia humana y la ciencia niega posibilidades a la vida.

- La rigidez del hombre y la mujer a quien sólo les queda el sistema de sus principios, incapaz de diálogo y de misericordia con los más débiles, sometidos a las pasiones humanas.

- La fortaleza inexpugnable de los que nunca arriesgaron nada, ni por la utopía ni por el placer y sus formas inamovibles de vida, de pensamiento, de estructura social. , y defienden su “saber estar” con uñas y dientes!

- Los que se alimentan de una queja sorda, constante: cuando leen el periódico, cuando sienten amenazada su comodidad por iniciativas de cambio..., nostálgicos del pasado

- El miedo desproporcionado a perder la salud, la juventud, los carros, los pequeños enseres, etc.

- La irritabilidad que a los mediocres les producen los que aman generosamente...


La juventud es el otro nombre de la esperanza. Ella es el nivel exacto de juventud que hay en cada ser humano. Somos jóvenes en la medida de nuestra esperanza.

Qué tal, Queridos/as Congresistas, si elegimos para nosotros y para nuestra juventud quedarnos también con la esperanza muy dentro de nuestro corazón..! Una esperanza activa, guiada por la fe, enriquecida por el amor, que nos enseñe a apreciar lo bello, a aceptar y a potenciar nuestros dones y que sea la energía creadora de nueva humanidad.

La juventud no es asunto de años. Puede darse el caso que aún en este Congreso, y en nuestros centros educativos muchachos o muchachas de quince, dieciocho, veinte, veinticinco años sean viejos, literalmente envejecidos en su mente, en su corazón. “La juventud es una forma mental, una característica de la voluntad, una cualidad de la imaginación. No se envejece por los años, sino cuando se deserta de los ideales”. “Solo envejecemos cuando dejamos de amar”

La esperanza riñe con la pasividad y es amiga de ideales, de opciones, de sueños. Un verdadero maestro, por naturaleza es un soñador.

Que exigencias de actitud, de comportamiento, de acción y de valoración les plantea a Ustedes jóvenes y nos plantea a todos los cristianos, la Esperanza? Simplemente enumero:

1. Partir del hecho simple de que la Esperanza es un proceso en crecimiento. No detenerlo, no poner obstáculos, entrar en su dinámica.
2. El optimismo, el entusiasmo marcan definitivamente la frontera entre los protagonistas de la historia y los meros espectadores.
3. La alegría, la fiesta, la celebración de la vida son elementos hoy imprescindibles entre los agentes constructores de nueva humanidad.

4. “Dar razones de nuestra esperanza”. Vivir cada día para disfrutar de mi juventud y mi vivencia con metas y expectativas.

5. Tener imaginación, creatividad, inventiva. Enterrar la mediocridad, la rutina. La Iglesia falla cuando no sabe inventar en fidelidad lo que hay que inventar…Los jóvenes fallan cuando no son capaces de reinventar su juventud.


6. Asumir el riesgo de lo imposible. “No es que el camino sea imposible; es lo imposible lo que se convierte en camino” (P. Evdokinov). Ese es el reto para ustedes los jóvenes. Para nosotros los jóvenes…


Conclusión

Pensemos en el futuro, pero sembrando en el presente; soñemos con la cosecha de la alegría futura, porque en el presente sembramos la paz; No le tengamos miedo al futuro, porque en el presente estamos ahorrando todos los buenos actos que nos permitirán llegar a la calma. No suframos por un futuro de soledad, porque hoy gozamos de la luz de quien amamos. No suframos con el pensamiento de la futura muerte, porque con la vida guiada en Cristo que hoy plantamos, jamás podremos decir que moriremos.

En todas las diferentes culturas juveniles hay una presencia amorosa de Dios. Tenemos que descubrirla, valorarla, potenciarla. Ese es nuestro trabajo evangelizador, educativo. Queda en nuestras manos con el gran desafío en el nuevo siglo. Será un trabajo titánico.

Es el momento de levantar una gran contra ideología para frenar el ataque voraz de esta época moderna. Somos ecuatorianos, somos latinoamericanos que vamos a defender la vida, la cultura y la misión de cada día ser cocreadores del sueño de un Jesucristo que no se dejó crucificar por una publicidad, sino por la convicción de que gracias a nuestro valor humano, nuestra vocación, nuestra solidaridad y nuestro trabajo podemos construir la sociedad libre de prejuicios, egoísmos y prepotencias.

El personaje de una obra de teatro dice: “Amar a alguien es decirle: ¡Tú no morirás”! Y yo les digo que nadie de los aquí presentes morirá, porque siempre estarán naciendo en aquellos a quienes dieron alas, para que aprendieran a volar.

Riobamba febrero del 2003
Texto elaborado por el Dr. Rowny Pulgar N.
Basado en las ponencias, textos y artículos de:
P. Jaime Humberto Henao
P. Jesús Osorno
Paúl Lara Galicia, Hiroshi Takahashi y Clara León
Carlos Feixa. El Reloj de Arena, Culturas Juveniles en México, SEP/Causa Joven No.4, México, 1998
Eduardo Galeano.
Margaret Mead, “Cultura y compromiso, estudio sobre la ruptura generacional” (1970).

Hay que dar paso al progreso de las inteligencia

CULTURAS JUVENILES Y MISIÓN EVANGELIZADORA IV

MISIÓN

“Una muñeca de sal recorrió miles de kilómetros de tierra firme hasta que, por fin, llegó al mar. Quedó fascinada por aquella móvil y extraña masa, totalmente distinta de cuanto había visto hasta entonces.

“¿Quién eres tú?”, le preguntó al mar la muñeca de sal. Con una sonrisa, el mar le respondió: “Entra y compruébalo tú misma”.

Y la muñeca se metió en el mar. Pero, a medida que se adentraba en él, iba disolviéndose, hasta que apenas quedó nada de ella. Antes de que se disolviera el último pedazo, la muñeca exclamó asombrada: “Ahora ya sé quién soy”. (De Mello)

¿ Sabemos nosotros realmente quiénes somos como personas, como profesionales , como instituciones?

¿Sabemos cuáles son nuestras metas, nuestros objetivos, nuestras aspiraciones en el campo personal, familiar, laboral y humano?

¿ Sabemos cuál es nuestra verdadera labor frente a nuestros educandos?

1. En los Congresos de Jóvenes se ha detectado la falta de compromiso de los movimientos y grupos juveniles con la pastoral de conjunto de sus Iglesias particulares y la falta de una actitud misionera y ecuménica dentro de la pastoral juvenil. Muchos de los colegios llamados católicos nos desligamos completamente de la pastoral parroquial. Así la juventud pierde el referente de comunidad parroquial.

Muchos de nuestros colegios católicos hacemos gala del nivel académico, de lo deportivo, de la infraestructura. Hasta mutuamente competimos por ver quien tiene la mejor banda de guerra, el mejor grupo de bastoneras, o quien sobresale en los concursos. No por esto digo que estas actividades deban excluirse, porque de hecho son fundamentales en la educación integral; pero, ¿por qué también no hacer gala y uso a ese nombre de COLEGIOS CATÓLICOS, pero en el verdadero sentido de la definición, y bajo la humildad de los mismos preceptos de Cristo?

2. Los peritos afirman que solamente son suficientes dos generaciones para que las personas pierdan todo contacto con el cristianismo. Si la primera no practica la religión y no educa a sus hijos e hijas en la fe, la segunda no tendrá ninguna referencia de fe cristiana.

3. Algunos regresan a la Iglesia por motivos meramente culturales: casarse, un bautizo, un entierro, etc.


4. La Iglesia pierde credibilidad ante los jóvenes. Ellos temen:
• La indiferencia de la Iglesia ante la realidad juvenil de nuestros pueblos;
• La incoherencia de la Iglesia en el proceso de integración de la fe y la vida;
• No encontrar en la iglesia respuestas que les ayuden a orientar sus vidas;
• A una Iglesia institucionalizada, centrada en ella misma, autoritaria, sin una presencia testimonial y transformadora en los ambientes juveniles;
• Que la Iglesia se distancie de la opción por los jóvenes y los pobres;

Ante esta situación, la Juventud “camina hacia una Iglesia que salga de sí, que se abra al diálogo, anuncie a Jesucristo y sirva a la transformación de la sociedad” (conclusión II Congreso Jóvenes). Es decir, una Iglesia centrada en la Misión.

. La presencia y el protagonismo de miles de grupos y de jóvenes ha dado a la Iglesia Latinoamericana un rostro nuevo que la dinamiza y la rejuvenece. El Papa ha llegado a afirmar: “las/os jóvenes rejuvenecen al Papa”.

Todos las/os jóvenes tienen una experiencia de Dios, aunque no lo sepan. Todos han presentido el misterio. Lo han presentido en la belleza del mundo, en una obra de arte, tocando la guitarra un noche, o en el nacimiento de un amor. Todos tienen una experiencia y hay que hacerles descubrir que no son experiencias separadas, dislocadas, sin significación, sino que se enraízan en lo profundo.

Hay que evitar, por ejemplo, que estas experiencias sean adquiridas por medio de la droga. La droga es una especie de don Juan de estas experiencias que quiere repetirlas sistemáticamente.

Dos puntos considero fundamentales en la práctica de una verdadera evangelización de las culturas juveniles.

CULTURAS JUVENILES Y MISIÓN EVANGELIZADORA III

Otros aspectos que nos pueden ayudar a entender mejor a la juventud en este contexto cultural postmoderno son:

1. Valoración de la subjetividad

Se da hoy un cambio cultural significativo. La subjetividad es ahora un valor central. El descrédito de las ideologías hace que muchos jóvenes ya no se proyecten hacia el futuro. Este fenómeno tiene el efecto de forzarlo a concentrarse, en el momento actual, en la búsqueda de sensaciones y emociones pasajeras, lo que no les conduce a un sentido más profundo en la vida.” (Pablo Valentín).

La cultura postmoderna promueve el neoindividualismo entendido como afirmación radical de la autodeterminación y como desconfianza de todo aquello que suene a compromiso solidario con los demás. Reivindica la autonomía de la persona humana, valora la creatividad y las subjetividad; es decir reduce la validez de los juicios al sujeto que los emite.

Antes, la familia, la religión y la educación socializaban las normas de conducta, las formas de pensamiento y los principios de legitimación. Hoy el individuo se convierte en la principal referencia para la evaluación de sus experiencias, colocando en un segundo plano la tradición y la autoridad moral. Hay, por tanto, una mayor permisividad moral.

La persona postmoderna no se aferra a nada, mucho menos a certezas absolutas; nada le sorprende y sus opiniones son susceptibles de rápidas modificaciones.

La persona postmoderna, bajo la presión de tantas imágenes, estímulos e informaciones, prefiere pasearse sin complicaciones de unas ideas a otras. Cada cual crea su propio proyecto de existencia, con todos los materiales y las informaciones que la cultura le ofrece, sin importar mucho la mayor o menor coherencia del conjunto.

Irónicamente al referirse al los textos bíblicos, incluso alguien hablaba ya no de cuatro sino de cinco evangelios: Según San Marcos, según San Mateo, Según San Lucas, Según San Juan y Según YO. Es decir todos los pensamientos los adaptamos a nuestras circunstancias y conveniencias.

2. Actitudes de tolerancia o de relativismo

La juventud de hoy acepta más fácilmente el pluralismo ideológico, religioso y social. Ve con más naturalidad las diferentes culturas y comportamientos, dando la impresión de un relativismo moral.

Como movimiento cultural, el postmodernismo lanza un mensaje muy claro: “todo vale”, “todo es permitido”. Este mensaje no es ni conservador, ni revolucionario, ni progresista, simplemente quiere afirmar que todos pueden formar parte de él.

3. Sentimiento de inseguridad y necesidad de autoafirmación

La juventud postmoderna, marcada por el pluralismo, siente una gran inseguridad y necesidad de autoafirmación. La afirmación de lo individual no logra ser suficientemente fuerte como para superar la sensación del anonimato en medio del pluralismo.

Debido a la búsqueda de sentido y de identidad, las/os jóvenes sienten una obsesión por la propia imagen, por la apariencia externa, por la belleza, por el cuerpo. La preocupación de las/os jóvenes por la moda revela una búsqueda de pertenencia, la necesidad de ser reconocido y de tener legitimidad en un determinado grupo social. Pero, la moda pasa y no toca el interior y los significados más profundos de la persona.


4. La amistad como valor

El sentimiento de soledad en una sociedad de este tipo es muy fuerte. La juventud postmoderna experimenta esta sensación de soledad. No se trata simplemente de estar solo, sino de sentirse desprotegido, desamparado, despojado de las relaciones necesarias para que el ser humano se sienta pleno. Por eso las/os jóvenes buscan con avidez relaciones de amistad. Mas, en las relaciones interpersonales aparecen dos actitudes aparentemente contradictorias: buscan relaciones que no generen compromisos serios, pero al mismo tiempo ansían y exigen fidelidad.

5. Valoración del presente

Hay la convicción de que la fidelidad debe ser una experiencia del presente y no algo alcanzable en el futuro. En las/os jóvenes se expresa esta actitud en el vivir el momento presente sin conseguir pensar en proyectos a largo plazo. No hay compromisos de largo tiempo, con horizonte amplio y proyecto social. En esta situación, se hace sumamente difícil lograr que las/os jóvenes entiendan su vida como proyecto, es difícil plantearse un proyecto de vida.

Esto promueve la ley del menor esfuerzo. Se evita todo aquello que implique esfuerzo, dedicación, entrega. Sacrificio es una palabra que no tiene mucha sintonía en el pensamiento postmoderno.

Son presentistas. Pero de ahí no se concluya que sean egoístas. En efecto, estas/os jóvenes no aceptan la injusticia, son solidarias/os y son, dentro de la sociedad,, las/os que en mayor grado aceptan lo diferente.

6. Entre el consumo y la violencia

Las/os jóvenes son el centro del mundo publicitario y del consumo. Casi la totalidad de los productos tiene como destinatarios finales a los jóvenes. De este modo, son muchos los/as jóvenes que viven pendientes de las marcas, los estilos, los últimos modelos y modas.
“La publicidad no estimula la demanda, sino la violencia; entre ellas estimula la prostitución. Los avisos proclaman que quien no tiene, no es: quien no tiene auto, o zapatos importados, o perfumes importados, es un nadie, una basura; y así la cultura del consumo imparte clases para el multitudinario alumnado de la Escuela del Crimen.
La tele ofrece el servicio completo: no sólo enseña a confundir la calidad de vida con la cantidad de cosas, sino que además brinda cotidianos cursos audiovisuales de violencia, que los videojuegos complementan. El crimen es el espectáculo más exitoso en la pantalla chica. Golpea antes de que te golpeen, aconsejan los maestros electrónicos de niños y jóvenes. Estás solo, sólo cuentas contigo. Coches que vuelan, gente que estalla: tú tambien puedes matar.
Crecen las ciudades, las ciudades latinoamericanas ya están siendo las más grandes del mundo, y con las ciudades, a ritmo de pánico, crece el delito. Ciudades insomnes: unos no duermen por la necesidad de atrapar las cosas que no tienen, otros no duermen por el miedo de perder las cosas que tienen.” ( Eduardo Galeano)

7 Valoración del placer y la fiesta

La cultura postmoderna a pesar de sus ambigüedades y desigualdades, cultiva los sueños de la felicidad y el placer, del ocio y el tiempo libre. La juventud disfruta de la fiesta porque es un espacio y un tiempo libre de coacciones y normas.

Sobre todo la noche se ha convertido en un símbolo, en un gran espacio de libertad y autonomía. La noche es el tiempo sin tiempo, sin reloj, es el espacio de la libertad, sin disciplina, es el lugar del placer y la vulnerabilidad. La noche es el espacio de tiempo de las actividades compartidas con el grupo de pares, de la complicidad festiva, de reciprocidad clandestina.

8. Apertura a los trascendente

En la postmodernidad se ha dado un nuevo despertar religioso. Existe la búsqueda de una experiencia religiosa que dé significado a la vida. Hay la búsqueda de la espiritualidad, de la paz interior. Hay una vuelta a lo sagrado. Pero no hay que engañarse, la nueva cultura no se casa nuevamente con Dios, ni le permite que recupere todos sus derechos.

La apertura a los trascendente no implica una aceptación de la religión organizada o de la pertenencia formal a una Iglesia. La persona postmoderna desconfía de las Iglesias porque le resultan demasiado formales y controladoras de la conducta y del pensamiento. Se busca vivir una experiencia religiosa/espiritual en grupos y con personas no relacionadas con la religión institucional.

He aquí otro de los grandes peligros para nuestros jóvenes que muchas veces son tentados por seudo religiones que prometen una vida fácil, placentera y llena de diversiones; pero que en realidad se vuelven las carceleras y castigadoras de su felicidad y su conciencia. En busca de apego, estima y resolución a su crisis existencial. muchos muchacho/as son presa fácil de cultos como el satanismo. Entonces la gran pregunta es: ¿ Qué tan atractiva es nuestra religión católica, como para evitar que nuestra juventud la abandone a la cambie por otras prácticas religiosas?

¿ Verdaderamente nuestros colegios católicos motivan el apego a la religión católica, o nos hemos convertido en los primeros desmotivadores de la fe en Cristo?.

Creo que cada institución y cada maestro debe darse su respuesta.




9. Implicación distanciada

Otro rasgo central de las/os jóvenes es de su implicación distanciada respecto de los problemas y de las causas que dicen defender.

Las/os jóvenes sintonizados con una cultura postmoderna que privilegia al individuo, se vuelven hacia los valores e intereses del individuo o de pequeños grupos y no se preocupan tanto por las cuestiones sociales. El ideal colectivo de los movimientos sociales con matices políticos va perdiendo fuerza; sin embargo, muchas/os jóvenes se motivan con los movimientos relacionados con sentimientos humanitarios, de voluntariado o ambientales y ecológicos; pero muchas veces como algo pasajero que no implique un verdadero compromiso

Los compromisos no son definitivos. Hay solamente consentimientos blandos. Hablar de una opción de vida es una locura. Los noviazgos duran diez años y se prolonga el tiempo de prueba tanto en la vida afectiva como en el trabajo. La idea de un acto definitivo –en el matrimonio, en el sacerdocio, en la vida religiosa – se ha tornado extraña a la cultura contemporánea, porque la misma concepción del tiempo no lo permite.

CULTURAS JUVENILES Y MISIÓN EVANGELIZADORA II

VIDA

El tema de la vida es central en el Evangelio, en la predicación de Jesús y, hoy, en todas las realidades con las que nos encontramos, o nos circundan o nos acosan. O somos cultivadores de vida o propagadores de muerte.

La sociedad actual es resultado de varias décadas de intentos frustrados por salir del subdesarrollo. Tras la caída del socialismo, el neoliberalismo ha pasado a constituirse, al menos por el momento, en el único modelo socioeconómico viable. Cuando un modelo social no es único y tiene que competir con los demás, necesita suavizarse y humanizarse para no ser reemplazado por otras alternativas; pero cuando un modelo es único, no necesita contemporizar. Es lo que sucede con el neoliberalismo, que se está desarrollando de una manera casi salvaje en la sociedad actual.

El neoliberalismo está produciendo en serie, unos mecanismos de muerte. Hablar de pobres hoy, resulta un privilegio. Pensamos que el pobre alcanza a vivir, mejor, a subsistir. Atrás del pobre quedan los “condenados a muerte”, los excluidos, los cadáveres ambulantes, a quienes se les niega todo derecho de vida.

Las/los jóvenes se ubican en este último contexto: “somos, dicen, empobrecidos material y espiritualmente porque nuestras riquezas y culturas son arrebatadas por un sistema impuesto e injusto, que nos hace dependientes económica, cultural, política y socialmente”. Temen verse excluidos y marginados tanto de oportunidades de superación personal, por la falta de estudio y trabajo, como de participar en los procesos e iniciativas de cambios sociopolíticos y económicos de sus países. Teme a los sistemas políticos desencarnados de su realidad, sin ética e impregnados de violencia. Teme a tener que emigrar por falta de recursos económicos; teme la desintegración familiar; teme ser utilizada y manipulada, incluso, en algunos países, por los grupos armados.

En este caminar, los/as jóvenes con nuestra ayuda, deben ir descubriendo a Cristo. Para recuperar el sentido de la solidaridad en un mundo interesado y competitivo. Con nuestra educación, debemos buscar que la juventud halle la vocación cristiana de la vida; es decir: defensa y cultivo de la existencia; superación de conflictos; protección del medio ambiente; apertura al diálogo; abolición del racismo; construcción de todo puente o alianza que permita estrechar las manos de los adversarios, la abolición de la carrera armamentista y el reintegro de todos los excluidos/as a la mesa común, al banquete universal de la solidaridad y la fraternidad. Por ahí anda la vocación misionera de las/los jóvenes.

La juventud hoy está expuesta al difícil aprendizaje de la Vida. Se trata de superar todo inmediatismo, facilismo, acomodo, rutina, aburguesamiento, violencia, muerte. Se trata de volver a sembrar en este mundo la belleza, el arte, la estética, la ética, la pluralidad, la diversidad, la armonía.


CULTURA

Para entender a la juventud y la crisis por la que pasa la religión organizada es necesario comprender la cultura moderna.

La cultura moderna ofrece a las/os jóvenes un pluralismo de valores jamás visto. Este pluralismo de la vida moderna tiene su lado positivo. Nadie quiere volver a los tiempos en que las personas eran quemadas en la hoguera porque pensaban diferente. La increíble velocidad de los cambios, sin embargo, es un gran desafío. No hay tiempo para que el/la joven asimile de forma organizada, la gran cantidad de informaciones, opciones y modelos desplegados sobre él. El cambio es esencial para la sobrevivencia, pero muchos cambios dejan a las personas sin ancla y a merced de las olas. En este sentido, no podemos ignorar uno de los aspectos negativos de la cultura moderna para los jóvenes: la fragmentación.

Sufrimos una terrible pesadilla con el peso de la cultura envolvente o globalizada que amenaza destruir nuestras identidades étnicas, nuestras costumbres, nuestros valores. La cultura moderna, propagada por los medios de comunicación, penetra cada vez más la manea de pensar y de comportarse de las/os jóvenes. No es posible entender al joven, a la joven, hoy, sin comprender la cultura de la cual es víctima y al mismo tiempo propagador.


La nueva cultura, con pluralismo de ideas, nace a partir de la increíble revolución tecnológica que día a día nos desconcierta. Las personas tienen acceso a todo tipo de ideas y pensamientos a través de la lectura, del cine, de la TV, de los periódicos, del Internet…

Tenemos que decirlo con toda nuestras fuerzas: Las/os jóvenes no son sólo problema: drogadicción, alcoholismo, prostitución, violencia…Ellas/os son también sujetos creativos en muchos ámbitos de la vida: en las artes, las letras, las ciencias, la política, en las relaciones interpersonales, en el trabajo, en el amor, en el deporte, en la familia, etc. Es necesario dar atención a todas estas expresiones de la vida juvenil y discernir en ellas la presencia creativa y liberadora de Dios.


Estamos inmersos en una cultura que favorece la inteligencia, el deseo, la sexualidad, algunas veces también el ardor, la violencia en los fenómenos colectivos, pero muy poco el “corazón”, en el sentido del ser más esencial de la persona. El problema es cómo hacer descender la inteligencia al corazón, y a la vez como amar con inteligencia.

El hombre moderno dominó la naturaleza. Fue hasta la luna, descendió hasta las profundidades del mar. Conquistó el mundo exterior, pero tiene gran dificultad para conocer y dominar su mundo interior. Esta es una tarea pendiente entre los/as Jóvenes, y creo que entre todos nosotros.

A la juventud de nuestros centros educativos se le presentan diversos retos frente a la cultura:
• Asumir su propia identidad
• El rescate de los valores autóctonos
• La defensa de las diversidades étnicas confrontando la globalización con un verdadero proceso de glocalización o defensa y valoración de lo LOCAL.
• Compartir y celebrar la fe, la vida, la esperanza y el compromiso a partir de sus experiencias y expresiones culturales.
• El compromiso profético de denuncia de todo atropello, vituperación, exclusión, marginación de sus congéneres por raza, religión, nacionalidad o estrato social
• Descubrimiento y profundización de la interioridad, de la contemplación, del silencio
• El rescate del lenguaje del “corazón”, del afecto, del sentimiento, de la escucha.
• La aceptación gozosa de la presencia de Dios, como “semillas del Verbo” en cada cultura y por extensión, en cada ser humano, en cada realidad de nuestra existencia.
• Una opción definida por el anuncio de Jesús, de su Evangelio entre aquellos, sobre todo, entre la juventud, que todavía no ha sentido o vivido la grata noticia del Amor de Dios en sus vidas.
• La globalización de la solidaridad

CULTURAS JUVENILES Y MISIÓN EVANGELIZADORA I

Introducción

“Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa atlántica de Colombia, pudo subir al cielo. A la vuelta contó que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.

El mundo es eso – reveló - . Un montón de gente, un mar de fueguitos. Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente del fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende” ( Eduardo Galeano en “El libro de los abrazos”.

Yo hablo a un Congreso de gente que “arde a la vida”, que enciende a su alrededor, que contagia, que transforma. Quisiera descartar de plano el que nuestras/os jóvenes pudiesen ser apagados/as, o jóvenes con “fuegos bobos”, es decir, mediocres, pasivos/as, sin alma o cadavéricos/as. Le hablo a gente que vive intensamente la Palabra de Jesús: y con su vida contagian el calor de la alegría a todos quienes les rodean.


En la primera parte de este Congreso, se habló de globalización. Fenómeno, que queramos o no forma parte de nuestra realidad y nos enfrenta a grandes retos frente a la planetarización de la cultura humana, que así como tiene ventajas, también acarrea terribles contradicciones; porque en el momento que perdamos nuestra identidad, nuestra esencia de país o grupo latinoamericano, perderemos nuestro valor de ser y existir.

Frente a la globalización; solo faltaría añadir, que no se puede llamar en sí globalización; el término exacto sería TRIALIZACIÓN, porque globalizar significa poner al mismo nivel económico, social, político y humano, a todos los entes que son parte de la aldea global. Pero lo único que estamos viendo es la supremacía de los tres grandes imperios mundiales: EEUU, Europa y los llamados dragones asiáticos, mientras que los pueblos del nombrado tercer mundo, y las mismas clases sociales pobres de los tres imperios solo servimos como mercado para la explotación de las grandes potencias. Vivimos la era de: la cocalización, la malborización, la Macdonalización ; es decir el desmonoramiento de las fronteras y la entrada masiva de empresas y productos transnacionales que barren con la demanda laboral, quedando millones de personas excluidas del sistema.

Se ha hablado de postmodernidad como un fenómeno sociológico; de la bioética que nos enfrenta a la devorante lucha entre lo humano y la tecnología en donde muchas veces se pierde la verdadera esencia de Dios, y al perder esa creencia, esa fe en un ser supremo nos condenamos automáticamente a la soledad y al vacío. Prácticamente cualquier problema humano, antiguo o actual, en especial si es creado por la tecnociencia moderna, cuya solución se busque con el método propio de este nuevo saber se puede llamar bioética, por ejemplo: clonación, violencia, sida, eutanasia y otros.
LA cultura Light, nos trae una vida sin compromisos ni retos por tanto nos hemos vuelto facilistas, conformistas con la corrupción que nos agobia y así el crimen la violencia, el dolor humano no asombra ni enternece.

Este es el mundo bajo el cual están inmersos nuestros jóvenes. Para poder guiarlos, debemos conocer manejar y enfrentar las influencias del entorno. Todos estos elemento han creado o dado paso a las llamadas culturas juveniles


LAS CULTURAS JUVENILES
Este fenómeno, conocido por unos como microculturas, por otros como tribus urbanas, comienza a ser estudiado por lo años 30, dentro de la tradición sociológica conocida como: la Escuela de Chicago o escuela de «ecología urbana», centrándose en temas, que en esa época eran considerados marginales como la delincuencia, la marginación social, la prostitución, las culturas juveniles (pandillas, bandas);
El concepto de culturas juveniles remite a dos conceptos centrales: cultura y juventud, los cuales como conceptos han tenido, tienen y van a seguir teniendo distintas definiciones,
Podemos partir señalando que lo que vamos a entender por jóvenes o juventud, es una categoría que ha sido construida socialmente y que encuentra su sentido en un espacio cultural determinado. Así, la juventud y el concepto de joven es una construcción moderna que tiene su origen sólo a partir de principios del siglo pasado en la época de la primera industrialización.
Tomando en cuenta los tiempos históricos más antiguos. El autor Carlos Feixa (1998) nos habla de los siguientes modelos de jóvenes asociados a determinadas sociedades:
Modelo de juventud Tipo de sociedad
Púberes Sociedades Antiguas
Efebos Estados Antiguos
(Grecia y Roma)
1Mozos Sociedades Campesinas
Pre-industriales
Muchachos Primera Industrialización
Jóvenes Sociedades Modernas
Post-industriales
Como se puede apreciar, el concepto de jóvenes recién aparece en las sociedades postmodernas industriales y asociado a ciertas manifestaciones culturales que comienzan a emerger durante los años cincuenta, especialmente en los Estados Unidos, de la mano del rock and roll.
Siguiendo a Pérez Isla (1998:49ss), las relaciones sobre juventud y cultura han estado centradas en tres enfoques, los cuales se consideran centrales al momento de articular estos conceptos.
El primer enfoque está asociado a la Escuela de Chicago, que se va a interesar en las transformaciones que está sufriendo la ciudad producto de la modernización industrial.
Un segundo enfoque surgirá a mediados de los años cincuenta asociado con el rock, el cual se convertirá en el centro de una nueva cultura juvenil asociada a la música, la cual será asumida por las industrias culturales, la que paradójicamente permitirá la emergencia de una cultura juvenil, centrada en el consumo.
Un tercer enfoque está relacionado con el concepto de contracultura juvenil, el cual fue utilizado por T. Roszak, destacándose la oposición de las culturas juveniles a la racionalidad propia de las sociedades modernas, las cuales van a cristalizar en una serie de movimientos a finales de los años sesenta y principios de los setenta.
De esta forma, cuando nos referimos a las culturas juveniles, tenemos que hacer referencia a la aparición de pequeños grupos o microsociedades juveniles, las cuales han adquirido cierto grado de autonomía del mundo adulto. Como señala Feixa (1998:84) «en un sentido amplio las culturas juveniles se refieren a la manera en que las experiencias sociales de los jóvenes son expresadas colectivamente mediante la construcción de estilos de vida distintivos, localizados en el tiempo libre, o en espacios intersticiales de la vida institucional».
El estilo se convierte en lo distintivo de las culturas juveniles. Este puede ser definido siguiendo a Feixa (1998:79), como la «manifestación simbólica de las culturas juveniles, Estas manifestaciones simbólicas son producto del reordenamiento y recontextualización de los objetos y símbolos La forma en que los sujetos, en este caso los jóvenes, resignifican los símbolos u objetos, dándoles en muchos casos significados distintos de los originales. Véase por ejemplo la utilización de cruces por parte de ciertos grupos que cultivan el heavy-metal, que los distinguen de las personas religiosas. Acá, no es que estos jóvenes se mofen del símbolo, sino que éste ha adquirido un nuevo significado.
Esto permite la construcción de estilos juveniles, los cuales están compuestos por una serie de elementos culturales, entre los cuales puede destacarse:
a) el lenguaje, como forma de expresión oral distinta a la de los adultos. Los jóvenes realizan juegos lingüísticos e inversiones lingüísticas que marcan la diferencia con los otros;
b) la música, y especialmente el rock, que se transformó en la primera música generacional, distingue a los jóvenes, internalizándose en el imaginario cultural juvenil, y marcando las identidades grupales, producto de su consumo o de la creación; y,
c) la estética que identifica a los estilos juveniles, marcados por ejemplo, por el pelo, la ropa, accesorios, entre otros.
Nos encontramos con producciones culturales, que se construyen a partir de revistas, murales, graffitis, tatuajes, videos, músicas. Estas producciones cumplen la función de reafirmar las fronteras del grupo y también de promover el diálogo con otras instancias sociales juveniles (Feixa, 1998:103).
Es a partir de estos elementos, que se puede hablar de una diferenciación del mundo juvenil del mundo adulto, lo cual ha sido tratado por algunos autores bajo la clave de ruptura generacional.
Margaret Mead, autora del texto “Cultura y compromiso, estudio sobre la ruptura generacional” (1970). Señala que los adultos no comprenden el cambio que está viviendo la actual sociedad, refiriéndose principalmente a la emergencia de la revolución electrónica que involucra el paso de una cultura lectora a una cultura de los medios: «nuestro pensamiento nos ata todavía al pasado, al mundo tal como existía en la época de nuestra infancia y nuestra juventud. Nacidos y criados antes de la revolución electrónica, la mayoría de nosotros no entiende lo que esto significa».
Para los años 40, era muy común el insistir en los planteles educativos en la corrección de “indisciplinas” como: masticar chicle, correr por los pasillos, el modelo de corte de cabello o de peinado, el no formarse bien en la fila, el cinturón en los uniformes, las zapatillas de educación física, pañuelo y peinilla, y otros asuntos similares. Hoy es esencial enfocar problemas como: drogas alcohol. suicidio, embarazo, violación, robos ,atracos, entre otros. Es entonces un reto y un deber, para quienes hacemos educación en nuestros colegios católicos, revisar si verdaderamente estamos educando según las época que vivimos.
Para Mead los jóvenes, que ella llama jóvenes de una nueva generación perciben que el discurso que se ha instalado en la sociedad, que dice que los jóvenes son el futuro, ya no puede ser sostenido. Para ellos —los jóvenes— el futuro es ahora, por lo tanto, lo hay que hacer es reubicar el futuro.
Por lo tanto señala la autora, «debemos ubicar el futuro —como si fuera el niño nonato encerrado en el vientre de la madre— dentro de una comunidad de hombres, mujeres y niños, entre nosotros, como algo que está aquí, que ya está listo para que lo alimentemos y lo ayudemos y lo protejamos, que ya necesita elementos que debemos preparar antes que nazca, porque de lo contrario será demasiado tarde».
Los jóvenes son los que encabezan el cambio cultural, el cambio de época que se está realizando y que involucra el paso de una sociedad a otra, por lo tanto serían los más indicados para guiar a otros. El desafío es aprender de ellos y con ellos como dar los pasos en este nuevo escenario, aunque como lo señala la autora «los jóvenes no saben qué es lo que se debe hacer, pero intuyen que debe haber un sistema mejor».
Sin embargo hay que señalar que esta ruptura generacional, implica una disputa generacional, porque muchas veces el mundo adulto no quiere ceder sus espacios de poder, y busca mantener a estos recién llegados en un estado de juventud, que implica no ser aptos para tener responsabilidades.

Vemos entonces, que las culturas juveniles aparecen como una reacción en contra de lo aplastante de la era posmoderna, cibernética o como la llamemos. Frente a esta realidad, el segundo Congreso Latinoamericano de Jóvenes, realizado en Punta de Tralca, (Oct. 3 al 11, 1998), se proponía como tema: “Protagonismo de los jóvenes como profetas de la vida y la esperanza en América Latina, desde los cambios culturales y las realidades de pobreza, en el umbral del tercer Milenio”. Lo que hoy llamamos “los tres ejes transversales en la Iglesia”: la vida, la cultura, la misión.

La vida, la cultura, la misión, son los tres ejes esenciales que nos permitan el mejor entendimiento, orientación y valoración de nuestra juventud y de su protagonismo como misioneros, apóstoles, y hacedores de una nueva sociedad frente a esta hora desafiante de la historia.

El tercer Milenio marca la fecha simbólica del cambio de época. Para los cristianos es una oportunidad de leer los signos de los tiempos y descubrir en ellos la presencia del Espíritu de Dios y los desafíos pastorales que los nuevos tiempos traen a la Iglesia. Son tiempos de profundo cambio. Por lo mismo habrá nuevas tendencias, nuevo lenguaje, nuevas preocupaciones, nuevos protagonistas.

Los/as jóvenes, al inicio de este tercer Milenio, ocupan un lugar especial, de primer plano, excepcional, en el corazón de la Iglesia. La gran verdad es que, lo que sea hoy la juventud y esta juventud en manos de ustedes como educadores/as, eso será la Iglesia, y la sociedad, del siglo XXI y del tercer Milenio.