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sábado, 19 de noviembre de 2011

Comentarios: Camus, el periodismo comprometido

Comentarios: Camus, el periodismo comprometido

lunes, 14 de noviembre de 2011

Riobamba: ciudad de melodías y canciones

La música es el lenguaje de los pueblos. La forma simbólica de cultura que cuenta sus costumbres, pasiones, desdichas, la pregonera de arduos caminos o nuevas ideas que configuran el sentir y el pensamiento de cada generación. Son las notas y las letras las que delatan el espíritu de sus habitantes, su composición anímica, su sicología, su relación con el espacio existencial que ocupan. Desde la antigüedad la música ha sido inseparable compañera del ser humano. Estudios develan su presencia en los albores de la prehistoria como elemento sustancial para el crecimiento del hombre y de los pueblos. Se cree que las primeras manifestaciones musicales imitaban los sonidos de la naturaleza, emulaban todo lo audible; así, en lento proceso evolutivo, el ritmo, la cadencia y la armonía crecieron junto al ser humano. Testimonios de la antigua Mesopotamia, con más de 4.000 años de antigüedad, cuentan de ritmos que acompañaban festejos, rituales, victorias guerreras. En América, la música pre colonial enfatiza una coexistencia donde flautas de pan, rondadores, bombos y otros instrumentos de materiales vegetales o hueso acompañaban el festejo, la algarabía, el triunfo o la muerte, en una mezcla singular de la alegría y nostalgia que impregnan los ritmos de los pueblos andinos. La época medieval con sus cantos gregorianos, el Renacimiento con el uso de una instrumentación más compleja, el Barroco que refina la estructura y sobretodo los "adornos" interpretativos de la música y donde se afianza la ópera como forma musical; el Período clásico que corresponde a la música docta compuesta entre 1730 y 1820, y cuya denominación se mantiene hasta la actualidad como modelo de composiciones exquisitas; la música moderna, la inmensa variedad de estilos musicales como el pop, el rock, el jazz… dan fe de la íntima reciprocidad entre individuos y cultura; de ese ineludible vínculo de la humanidad con la armonía que parece prolongarse desde las íntimas fibras del alma hasta la melodía que vence el tiempo y se queda vibrante en los pentagramas universales. Escuchar un himno, una canción, el silbido de alguna tonada que quizá nos persigue desde la cuna nos lleva a vivir un cúmulo de sensaciones, nos invita a evocar la Patria, el hogar, el pequeño pueblo o la ciudad lejana; las canciones se componen y se escriben para que los sentimientos vivan. En el caso de Riobamba, tierra de grandes compositores, músicos, poetas y más cultores del arte, son cuantiosos los autores locales o foráneos que, imbuidos por la poética atmósfera de la Sultana de los Andes, tallaron con notas de eternidad el nombre de la mágica urbe andina, sus atractivos turísticos, la belleza de sus mujeres, sus encantos, sus tradiciones. Entre ritmos de pasacalle, albazo, pop, novedosas tendencias electrónicas e inéditas variantes musicales, los cantores entonan con sentidos versos la existencia del riobambeño, su cotidianidad, su avance entre los senderos de la modernidad, el orgullo de pertenecer a una tierra muy noble y muy leal. La pasión por la música, el anhelo de perennizarse entre los vericuetos de la historia, el mismo amor por la esfera donde se nace, se vive o se ama, o cualquier otro motivo, han dado como resultado múltiples creaciones musicales desde diversos géneros. Con un Salve oh Patria Riobamba en Noviembre, Salve oh Patria Riobamba en Abril, Jorge Moncayo Donoso, erigió el legado de libertad, el linaje de ilustres hombres como Maldonado, Velasco y Orozco. Al son del pasacalle, Guillermo Vásquez Pérez, con la idea de perennizar un recuerdo para su amada, retrató con alegría y delicadeza la belleza de las damas de este Paraíso de los Andes: La mujer preciosa, bella riobambeña, emblema de ciudad que anhelamos consolide su vocación para el turismo y la educación superior. El riobambeño, en la composición de Gerardo Arias, aparece como el chulla de pura cepa, encantado de su tierra, libre de penas para recorrer los tradicionales barrios de Santa Rosa, La estación, San Francisco, San Alfonso, Bellavista y otros que en recientes décadas se han desbordado en medio de un notable desorden urbanístico que mengua para Riobamba la condición de joya donde todos pasan bien. Hace unos días, cabe informar, se grabó en Quito una nueva versión del Chulla Riobambeño a cargo de Paco Godoy, talentoso músico y compositor coterráneo que sigue la melodía original pero la enriquece con un virtuoso estribillo.
Y, según letra de Tomás Oleas, sobre tema originalmente llamado Saca pañuelo, si algo bueno hay en mi tierra, son las guambras de Riobamba, donde reina el Chimborazo y el Altar: íconos de la majestuosidad del paisaje donde impera lo glacial, la nieve, el encanto de edenes encubiertos de misticismo donde nacen manantiales y leyendas, donde el tembloroso pajonal otea con solemnidad el paso de fantasmas e intrépidos alpinistas hechizados por el reto de conquistar los sempiternos fríos. Con la nostalgia del tango rioplatense la letra de Cepeda Astudillo y la música de Paco Godoy confluyen en Riobamba en Buenos Aires y cuentan cómo y por qué una calle de la capital argentina recuerda a nuestra ciudad, Lavalle y la batalla que selló su independencia y otros cuadros afines; no falta en esta singular composición, interpretada por Matías Giovanonne y músicos de la orquesta Señor Tango, las voces lunfardas vertidas desde la ironía y connatural humor de su letrista. Desde una óptica más cotidiana, el español Gerardo Garcés, canturrea el tránsito de la nocturnal Riobamba con sus parques llenos de luz, su condición de tierra amada, de la más bonita, con gente sencilla, y mercados que dan vida y color; ciudad a quien se la lleva en el corazón y en los recuerdos. Henry Estrada, cantautor contemporáneo, combina su talento con voces infantiles; en tierna armonía eleva la confianza para un mejor espacio vivencial: Riobamba, la ciudad bastión de esperanza, donde perduran los sueños, se respeta la fe, se defiende la vida como muestra del amor que el riobambeño brinda. Cuna de grandes hombres de ciencia cultura y arte como la define Ángel Urquizo en el pasacalle Canto a Riobamba, la tierra que se la lleva en el pensamiento sin que se la pueda olvidar; y así, cuando la distancia coloca brechas entre la tierra y el hombre conviene arrimarnos a las calles largas de Teodoro Remache donde la ciudad, al ritmo de rumba, evoca los sueños de la niñez, los amores adolescentes, el viejo tren, la calle diez de agosto cual un carrusel y donde las generaciones desde antaño tejieron el legado de inmortal emporio para el Ecuador y el mundo. Desde el albazo, el pasacalle, el sanjuanito, o las actuales variantes de la música electrónica que ha estilizado o deformado, cuestión de criterios, las composiciones clásicas o ha creado nuevas melodías, todos confluyen a emplear el arte como recurso para la exaltación, para el incremento del lenguaje universal que es la música, la mejor evidencia del mayor sentimiento humano; en palabras de Kurt D. Cobain (1967-1994), músico estadounidense, “La música es sinónimo de libertad, de tocar lo que quieras y como quieras, siempre que sea bueno y tenga pasión, que la música sea el alimento del amor”. En testimonio de esa libertad y ese amor perenne, Riobamba, según compilación de Franklin Cepeda Astudillo, registra al menos 56 temas musicales, instrumentales o cantados, en una decena de géneros entre los que priman pasacalles y pasillos. Parte de este breviario será incluido en uno de los compactos que acompañarán al libro La música ecuatoriana: memoria local Patrimonio global, obra de Mario Godoy Aguirre y Cepeda Astudillo, editado por la Casa de la Cultura Núcleo de Chimborazo y el Municipio de Riobamba. Como preámbulo a la futura publicación, aunque a riesgo de omitir involuntariamente alguna valiosa contribución composicional, cito varios temas con sus respectivos autores: A una Riobambeña, sanjuanito de Julio H. Borja; Abrileña flor, pasillo de Tomás Oleas; Adiós a mi tierra, balada de Gigi Larrea; Bella Sultana, pasacalle de Rubén Uquillas Fernández; Blues de Riobamba, blues de Henry Estrada; Adiós riobambeña, danzante de Tomás Oleas sobre música de Gonzalo Badillo; Carnaval de Riobamba, carnaval de Tomás Oleas; Contrapunto riobambeño, carnaval de Mario Godoy Aguirre; El chulla riobambeño, pasacalle de Gerardo Arias y Arias; Qué viva Riobamba, albazo de Miguel Antonio Pástor; Riobamba de mis amores, pasacalle de Guillermo Ayerve; Chochos con cuero, sanjuanito de Nelson Melo; El chulla riobambeño, pasacalle de Gerardo Arias y Arias; Himno a Riobamba, himno de Jorge Moncayo Donoso; Homenaje a Riobamba, pasacalle de Manuel Rojas Méndez; La Loma de Quito, pasacalle de Julio Humberto Borja Gallegos; Mujer riobambeña; pasacalle de Luis Gavilánez Díaz; Mujer riobambeña, pasacalle de Luis Gonzalo Godoy; Mujer riobambeña, pasacalle de Mario Godoy; Noches riobambeñas, pasacalle de Tomás Oleas, Postal riobambeña, pasillo de Mario Godoy Aguirre; Riobamba, canción de Gérardo Garcés; Riobamba ,tango de Juan D’Arienzo; Canto a Riobamba, pasacalle de Ángel Urquizo; Riobamba, sultana, pasacalle de Gustavo Velasco Montesdeoca; Riobamba Altiva, pasacalle de Wilfrido Olivo; Riobamba bella sultana, pasacalle de Mario Godoy; Riobamba cuna de amor, pasacalle de Roberto Espinoza; Riobamba de esperanza, canción de Henry Estrada; Riobamba de mi vida, pasacalle de Gerardo Arias y Arias; Riobamba de mis ensueños, pasacalle de Luis Alberto Murriagui; Riobamba en Buenos Aires, tango de Franklin Cepeda Astudillo; Riobamba niña hermosa, pasillo de Mario Godoy Aguirre; Riobamba primigenia, pasacalle de Gustavo Velasco Montesdeoca; Riobamba señorial, pasacalle de Luis Almeida; Riobamba, sultana, pasacalle de Luis A. Nieto Guzmán; Riobamba, tierra de encantos, pasacalle de Jorge Salas Mancheno; Riobamba tierra mía, pasacalle de Gonzalo Badillo Baldeón; Riobamba tierra señorial, valsecito de Guido Arteaga; Riobamba, tierra de ensueños, sanjuanito de Manuel Rojas Méndez; Riobambeñita, pasacalle de Guillermo Vásquez Pérez; Riobambeñita, albazo de Manuel Rojas Méndez; Riobambeñita bonita, cumbia de Marco Antonio Ojeda; Santa Rosa de mi vida, pasacalle de Julio César Murillo; Soy de Riobamba guambrita, danzante de Tomás Oleas (Sobre música de Ay caramba); Sultana despierta, reggae de Jorge Sánchez y Fernando Chávez; Treno, pasillo de Guillermo Ayerve; Vengo a cantarle a mi tierra, rumba de Teodoro Remache; Viva Riobamba, pasacalle de Joaquín Gavilánez Díaz, Viva Riobamba en abril, de Miguel Antonio Pástor; Alma riobambeña, pasillo de Gerardo Arias y Arias… Que las composiciones clásicas erigidas para La Sultana palpiten imperecederas en la memoria de todos quienes cortejamos el encantamiento de la urbe andina; que sean hálito inspirador para descubrir en una esquina de nostalgia o de bohemia el cosmos donde nuestros ojos vislumbraron el mundo por vez primera. Aguardamos más interpretaciones musicales que aviven a las lindas guambras, al taita Chimborazo, a Riobamba, La joya de los volcanes, enhiesta de nuevo rostro ante el peregrinaje de siglos venideros.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Solo en noviembre

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Se fue el feriado. La tumbas de los cementerios que se llenaron de flores se quedan resecas y olvidadas al igual que en otros días. Los niños/as vendedores de agua, los carameleros, el carro de los helados, los ceviches, las empanadas, las rosas de precios elevados... Todos han partido. Poco a poco vuelve la calma al camposanto; el tumulto que lo invadió por el Día de los difuntos regresa a su trabajo, a las casas, a cualquier sitio que los mantenga lejos de la muerte. Noviembre y sus difuntos dan lugar para repensar en esa extraña partida de la que generalmente no nos acordamos. Es la mejor oportunidad para entender que la vida es el gran privilegio, la oportunidad diaria que se nos concede para ser felices. La felicidad es aquella sincera manera de reír que brota en el corazón y por inercia confirma nuestra existencia. No existe la felicidad permanente, pero, al rememorar la muerte, entendemos que cada instante de vida debe vivirse a plenitud. Desechar el odio que destruye la tranquilidad, abrazar fuerte a quien amamos, es la satisfacción del compartir. Inútiles los fríos mármoles, los soberbios monumentos, los jarrones de bronce, las inscripciones en memoria del o la “Ilustre, inolvidable, modelo, distinguida” o cualquier epíteto inservible para quien ya no respira. Muy útil el gesto cordial, el saludo franco, el perdóname o el te quiero que se brinda a un congénere cuando está vivo En Riobamba- Ecuador, Noviembre es el mes para rememorar la independencia política de la ciudad. Es la gran oportunidad para redefinir el concepto de patriotismo que para las nuevas generaciones es tan alejado de la realidad; se da una connotación de héroe a aquel que murió (sea por voluntad propia o por accidente) en un campo de batalla, pero se olvida la heroicidad que todo trabajador, artesano, profesional, padre o madre de familia tiene. Se olvida que un estudiante honesto y perseverante también es símbolo de heroísmo. Un comerciante honrado, un juez imparcial, un policía no corrupto, un transportista que conduzca valorando la vida humana, son el gran tributo para la Patria y aunque no sean reconocidos ni homenajeados, para sí mismos, han construido su propia “leyenda personal”

sábado, 29 de octubre de 2011

Sobre el Escudo Nacional del Ecuador

El Escudo de Armas del Ecuador fue adoptado oficialmente por el Congreso el 31 de octubre de 1900, logrando la implementación presidencial del General Eloy Alfaro Delgado el 7 de noviembre de 1900. Días después, el 5 de diciembre, el decreto se publicó en el Registro Oficial. Para muchos, este emblema puede constituirse en recordatorio de las glorias pasadas de un pueblo, para otros es la misma Patria que pervive en su colores y símbolos, para los más escépticos no pasa de una triste figura donde protervos tiranos se cubren de ficticio patriotismo para oprimir al pueblo. Sea cual fuese la perspectiva, un distintivo patrio no deja de crear un sentido de pertenencia al sitio donde habitamos, al lugar de donde obtenemos el trabajo, el pan, el amor, es decir, la tierra que soporta nuestros pies y donde, salvo excepciones atemporales, volveremos para tornarnos polvo.
Poseer un gallardete que representa a la Patria es señal de pertenecer a una tierra, a un país, que si bien hoy, como el caso de Ecuador, es destruido por las malas prácticas políticas, no deja de ser el lugar donde nacimos y por el cual debemos luchar para que sea grande. El Escudo Ecuatoriano con su mágico paisaje en el cuerpo central, donde el Chimborazo, Rey de los Andes, da vida al caudaloso Guayas aún aguarda esa aspiración de unidad nacional, esa derrota necesaria contra un regionalismo que, aunque lo neguemos, recorre silencioso entre nuestras gentes. Aquella opulenta vegetación de las riberas del río todavía añora el real desarrollo, el incremento de la agricultura, el comercio, el turismo, las nuevas búsquedas de campos investigativos orientados al avance tecnológico en consonancia con el mundo moderno. La embarcación que figura en el Escudo, representación exacta del buque a vapor "Guayas" construido en el Astillero de Guayaquil el año 1840, y que se dice fue la primera nave fabricada en la América del Sur, todavía parece anclarnos a un pasado donde deificamos notables muertos, pero sin la idea de asumir nuestro compromiso con el presente. Los héroes de la historia tuvieron su instante; ahora nos corresponde a nosotros elevar el espíritu para buscar una nueva nación donde no reine la tiranía, la intolerancia, el abuso de poder, la mentira, la falta de libertad de expresión, porque estos son los males que destruyen a las sociedades y esclavizan a hombres y mujeres. Empecemos por el respeto hacia nuestros símbolos patrios. Celebremos con civismo el 31 de Octubre como Fiesta del Escudo de armas; no permitamos que costumbres de otras naciones nos dominen y cautiven como si fuésemos seres bobos sin autonomía ni identidad. No desmerecemos las prácticas de ninguna cultura porque todas son inapreciables, pero en Ecuador, por ejemplo, a propósito de la coincidencia de festejos, pensar celebrar el día de brujas es pisotear la grandeza de nuestra familia, de nuestra tierra, de nuestros ancestros.
Un pueblo es merecedor de un símbolo cuando lo que hace en el presente ilumina el sendero para las nuevas generaciones.

martes, 25 de octubre de 2011

El fin de un malvado

La noticia de la muerte del dictador libio Muamar Gadafi despierta opiniones contradictorias en la comunidad mundial, sobretodo en personas que de cierta manera buscan permanecer neutrales frente a la forma como se practican y defienden los Derechos Humanos. Mirar el maltrato en contra de una persona, verla inerme frente a una turba enardecida resulta un espectáculo canibalesco para un siglo XXI al que lo denominamos civilizado. Pero si analizamos a profundidad, podemos hallar que atrás de estos actos está inmerso un profundo sentimiento de rabia contenida. Una muchedumbre que agrede a un hombre que parece indefenso no lo hace sin un impulso que justifique, aunque primariamente, sus actos sabe que ese individuo tiene un pasado que lo condena, que son sus propios actos los que lo llevan a una situación de fatalidad como en este caso. Y es que para nadie fue desconocida la maligna fama del Coronel Gadafi. Que sus desquiciados seguidores lo mencionen como líder, revolucionario o mártir, según los más desatinados, no justifica la cantidad de crímenes fomentados por este hombre, quien hoy seguramente descansa en la paz de los infiernos.
Es cuestionable que el ultraje a un ser humano se exhiba explícitamente como un espectáculo al estilo del antiguo coliseo romano, pero lo que parece ser justicia humana, se podría entender como ley de la vida. Cuando se trata del final de un tirano, un genocida, el mundo siente liberarse de una terrible plaga. No nos alegramos frente a la muerte de nadie, solo reflexionamos que según los actos puede ser la muerte. Arrimando el hombro a la Biblia valdría rememorar aquel versículo de: “Quien a hierro mata a hierro muere”. Lo cierto es que este deceso cierra un capítulo negro en la historia del mundo, no solo de Libia, porque el sufrimiento, la explotación, la guerra de un pueblo es el dolor de toda la humanidad.
Es doloroso, pero a los tiranos no se los puede combatir de otra manera, son seres despiadados que no respetan la vida de nadie; así, no tienen calidad moral para pedir clemencia cuando ellos revestidos de poder fueron sanguinarios e inhumanos; además, esta muerte frente a más de cuarenta años de reprimenda en contra de una nación es leve castigo que no mitiga en lo mínimo el padecimiento de tantos inocentes.
Lo positivo de este trágico suceso sería que los tiranuelos o aprendices de dictadores, que campean por cualquier país del mundo, miren las cruentas escenas de la muerte de Gadafi; aprendan de este catastrófico final, nada irreal para cualquier gobernante perturbado, porque un pueblo saturado de intolerancia, maltrato, censura a la libertad, es la peor fiera para los opresores. Los gobernantes deben aprender que sus países no son sus haciendas; que si son intransigentes, ciegos y déspotas tarde o temprano pueden tener un final atroz. Aprendan queridos gobernantes: El mal, la tiranía, las villanías para perennizarse en el poder tarde o temprano se terminan y es la justicia de la vida quien factura por los actos cometidos. Ojalá que ni en América latina ni en ningún lugar del planeta tengamos que volver a observar el fin de un malvado, porque aunque duela verlo, solo se cumple la sentencia: “El que siembra cosecha”.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

La nueva jornada laboral docente en Ecuador

Luego de dos semanas del inicio del año escolar en la sierra los efectos de la incauta decisión de las autoridades educativas de incrementar la jornada laboral del Magisterio Nacional ecuatoriano generan previsibles complicaciones que afectan más la esquelética calidad educativa del país. El cambio en el tiempo de trabajo de hora pedagógica a hora reloj - La hora pedagógica se refiere a la hora de clase, es decir de 45 minutos, y la hora reloj a los 60 minutos- acarrea negativos resultados al ámbito educativo. En primer lugar existe un incremento real de trabajo no remunerado, en oposición al engaño de una homologación salarial que no acrecienta los ingresos. La verdad es que se trabaja más y no se percibe una retribución económica que justifique este esfuerzo y que tampoco sería la solución adecuada a la problemática por suscitarse. Por otro lado, en la toma de esta medida no se analizó la profundidad de la labor docente ni el desgaste intelectual, físico y emocional al que se hallan sujetos los educadores quienes por una mañana completa manejan grupos de seres humanos que demandan de sus maestros altos niveles de concentración, manejo de voz, actitud dinámica, esfuerzo creativo, fortaleza emocional y más aptitudes que confluyen en un desgaste físico y emocional elevado. Sin desmedro de la labor de otros empleados públicos, pero la labor de un maestro es altamente intelectual. El educador no se limita a trabajos de mínima aplicación manual. Ser docente implica, desde antes de la jornada laboral, estar listo para recibir un grupo humano que exige prioridad, cuidado orientación, guía y enseñanza.
Ser docente involucra iniciar el trabajo tempranamente frente a uno o varios grupos de niños, niñas o jóvenes que tienen el derecho de recibir una enseñanza profesional y por lo mismo requieren de una actitud docente jovial, alegre, participativa; aspectos que a corto plazo difícilmente se podrán mantener si el educador, luego de siete u ocho períodos de clase tiene que extender su jornada laboral sin una alimentación adecuada, sin el descanso pertinente. Esta descabellada postura gubernamental quizá fue guiada por la típica inclinación a la copia o imitación barata que se suele realizar de otras realidades, sin reparar que cada país tiene su contexto y no puede desarrollarse sobre un modelo ajeno, por excelente que resulte en otro lugar.
Si a esto le agregamos el desarraigo familiar del que han sido víctimas los docentes quienes paradójicamente velan por el bienestar de pequeños y jóvenes pero se olvidan o se ven obligados a abandonar a sus propios hijos para llevar adelante la tarea de educar, tenemos como resultado un cuadro de explotación laboral, cansancio intelectual, desfases alimentarios y más alteraciones biológicas y síquicas que confluirán en una planta docente enferma, desmotivada, resentida socialmente. El sector de la costa ya padece estos problemas. Que unos asalariados digan lo contrario no quita fuerza a la verdad porque los cambios educativos no se los realiza desde un escritorio ni mediante reforma de papeles. La innovación educativa la hace el docente desde las aulas y por eso hay que invertir en su capacitación, evaluarlo como es lógico, pero también tratarlo con dignidad.
Con esta medida, ¿Realmente se quiere mejorar la educación o se busca destruirla para contar con generaciones sumisas a las que se las puede someter sin dificultad alguna?

sábado, 27 de agosto de 2011

El fin de una tiranía


Luego de meses de feroces combates el pueblo libio se levanta entre el dolor y la sangre con el optimismo de terminar con una tiranía. Gaddafi gobernó 42 años a Libia, en un régimen similar a una empresa de familia, y a pesar de las décadas de bonanza personal que disfrutó, quería perpetuar su dinastía en el poder, mas, tuvo que sucumbir ante la voluntad de un pueblo que se cansó de injusticias, abusos y despilfarros.
La lucha no fue fácil, en su voracidad por el mando, Gaddafi ordenó a sus tropas aplastar la rebelión; llamó a sus seguidores a salir a las calles y "capturar a las ratas" que buscaban derribarlo del poder. Con esta idea emprendió una horrenda represión en contra de sus opositores; ante la mirada atónita del mundo, no tuvo reparo de matar a su propia gente con tal de no claudicar al gobierno. Ante este intento de magnicidio, la oportuna intervención armada de la OTAN, cuestionada por algunos defensores del sátrapa, logró que no mueran tantas personas inocentes en medio de un conflicto que exaltó el egoísmo, la ambición personal, de un mal llamado jefe de estado que vivió y actuó oculto tras una ideología que solo lo beneficiaba a él y a sus seguidores; así, la llegada de los rebeldes a las casas del clan Gaddafi descubrió las excentricidades, los lujos exorbitantes que poseían y disfrutaban este grupo – riquezas compradas con los recursos de la nación- en contraposición con la clásica pobreza del pueblo, quien muchas veces se cree de las mentiras de sus seudo líderes y defiende la posición de éstos a cambio de migajas que recibe.
Ciertos simpatizantes de estas acciones de Gaddafi cuestionan la participación de la OTAN. Abanderados en la defensa de una mal entendida soberanía no temen defender un gobierno de terror y sangre, creando así la idea de que procederes como el del líder libio pueden replicarse en otros países del planeta. Bajo esta amenaza, es deber y obligación moral de los organismos internacionales participar activamente en contra de regímenes que no respetan las libertades individuales, la libre expresión, el derecho de los ciudadanos. En el momento que un gobernante ordena disparar o atacar a su mismo pueblo, pierde su condición de tal y se torna tirano de su propia gente. En este mundo que llamamos civilizado, no podemos tolerar la presencia de ningún opresor que por su interés personal o grupal pisotee al gran conglomerado que dice regir. Finalmente, no faltará quien afirme que las obras materiales realizadas por un régimen justifican cualquier acción tomada para realizarlas, pero ninguna obra o proyecto emprendido pueden ser escudo para soportar la intransigencia o atrocidad de un sistema político.
El “dictador extravagante”, como lo llaman en algunos medios internacionales, ha sido derrocado. Ahora le corresponde al pueblo buscar los caminos para la paz y la construcción de un nuevo orden democrático para Libia. Esperemos que esta nueva lucha también sea otro ejemplo para las naciones que aspiran vivir en armonía y real democracia.



sábado, 20 de agosto de 2011

Comunicación y humanidad


Desde que el ser humano adquirió su dimensión de tal, la comunicación ha sido y es el elemento esencial para el desarrollo de las relaciones interpersonales. No se puede concebir una sociedad o un individuo aislado que no comparta sus emociones, pensamientos o aspiraciones. Hombres y mujeres tenemos la necesidad vital de expresar innumerables actos comunicativos que se podrían definir como un irrenunciable testimonio de existencia.
La comunicación no es un mero proceso de intercambio de información. Es una actividad donde lo emotivo, lo intelectual y lo actitudinal nos eleva sobre el nivel de las bestias para otorgarnos la condición de seres privilegiados en el contexto de la evolución de las especies. “El ser humano es una planta que piensa”, manifestaba un filósofo griego, y con esta aseveración otorga a la humanidad la responsabilidad de manejar y entender de mejor manera el mundo que lo rodea, para sobre la base de su inteligencia comunicarse con sus congéneres y coexistir de manera idónea.
De forma científica o empírica todos coincidimos en aseverar que la comunicación es elemento primordial para la convivencia positiva dentro de espacios como la familia o el trabajo. Sabemos que el deterioro de esta puede llevarnos a la aniquilación social. Pero a pesar de esta certeza, en la actualidad somos presa de una voraz tecnología que nos incomunica. Celulares, internet, redes sociales y más aspectos que supuestamente acortan distancias comunicativas se han tornado infranqueables murallas que individualizan a las personas y las sumergen en un universo ilusorio donde cada vez es menos efectiva la comunicación; insistiendo que comunicarnos no es únicamente enviar o recibir mensajes banales, sino ser entendidos, conocidos y aceptados en el ámbito total de nuestra dimensión humana.
No podemos renunciar a la comunicación efectiva, personal, rostro a rostro, porque sería abandonar nuestra condición de humanidad. Es inaplazable asumir nuevas actitudes frente a un mundo tecnológico que robotiza nuestras vidas. No podemos dejar que un computador, un iPod o cualquier medio electrónico gobiernen nuestra voluntad o nuestros espacios de afectividad, al punto de volvernos islas solitarias en medio de muchedumbres cada vez más egoístas. Por esencia somos seres sociales que sin el contacto real con otros similares podemos caer en un espejismo existencial que desde ya aniquila las relaciones de amistad, de pareja, de familias. Esta incomunicación del mundo moderno nos puede conducir a un autismo social que de seguro será causa del deterioro de la especie humana.

sábado, 23 de julio de 2011

¿La dignidad humana se restaura con dinero?

Según el Diccionario de la RAE, la dignidad se define como: cualidad de digno; gravedad y decoro de las personas en la manera de comportarse, entre otras acepciones. Desde esta perspectiva, ser digno significa actuar con respeto para nosotros mismos y con los demás. No obrar con malevolencia, es decir no tramar el daño o desprestigio ajeno. Ser digno es ser benévolo cuando hemos sido ofendidos y no abofetear a quien nos lastima, peor aun cuando gozamos de poder y se nos es fácil escarnecer a quien nos ha injuriado.
Existen personas que cuando se sienten afectadas en su dignidad o su honra creen poder repararla con indemnizaciones económicas, con más agravios e incluso no temen pedir la cárcel para sus detractores. Le ponen precio a su dignidad como si se tratase de una mercancía con la que se puede comercializar olvidando que un individuo digno está por encima de cualquier valor monetario. Sin necesidad de revanchismos o altercados viles, la verdadera dignidad nos vuelve superiores a quien nos ofende cuando respondemos con una alzada de hombros, a sabiendas que la real grandeza está en aceptar nuestras debilidades y por tanto las críticas, que si bien pueden herirnos, pero también pueden construir nuestra personalidad. La dignidad nos eleva sobre los agresores porque tenemos claro que nadie puede quitársela a nadie. La perdemos nosotros mismos con procederes innobles, con sentimientos oscuros, con odio que corroe o con orgullo que enceguece la conciencia.
Se dice que cuando un hombre ha perdido la dignidad lo ha perdido todo, pero nadie es indigno cuando sabe para sus adentros que obra con justicia, con razón, con verdad. Son los actos individuales los que nos tornan dignos ante nuestra misma persona, ante nuestras familias, amigos, sociedad en general, quienes tarde o temprano aquilatan las acciones y confieren el respeto ganado, no por exigencia, mandato ni amenaza, sino como el legado que el propio proceder nos entrega.
No estamos para dar lecciones de dignidad a nadie, pero es necesario que miremos en la sociedad los ejemplos de personas que con su testimonio son baluarte de esta necesaria cualidad. Estos hombres y mujeres no vociferan en pos de su dignidad. Al contrario, muchas veces son víctimas de atropellos, de injusticias o de prepotencia. Seamos lógicos al juzgar. Respetemos al individuo digno, clamemos por él cuando se vea mancillado. Recordemos la premisa milenaria de tratar a los demás de la misma forma como quisiéramos que fuésemos tratados.

sábado, 9 de julio de 2011

“No soy de aquí ni soy de allá”

Trovadores, cantautores, músicos y más locos de este mundo se visten de hondo luto. En Latinoamérica fue acallada de manera cobarde una enérgica voz; una voz que le cantó a lo simple, a lo cotidiano, a lo fantástico de la vida que no es otra cosa que el vivir mismo. Facundo Cabral, cantautor argentino, murió asesinado en Guatemala este 9 de Julio, día de la celebración de la Independencia de Argentina, como si se tratase de un paradójico signo para quien le cantó a la paz y a la libertad.
Cabral fue la voz social, la expresión sin tapujos que desde la perspectiva de la ironía nos avivaba con frases descomplicadas para reaccionar ante esta sociedad aturdida por complejos, irracionalidades y horizontes perdidos. Libre de sus ideologías políticas, fue el autor de la paz, el hombre modesto del pueblo que manifestó con simpleza lo que todos conocemos pero callamos y ese es el mérito de todo cantor: decir lo que a otros nos cuesta, expresar lo que a otros nos duele o nos indigna, denunciar con acordes o tonadas lo que envilece al hombre para de alguna manera tratar de redimirlo.
En uno de sus conciertos profería: “Cuando el hombre trabaja, Dios lo respeta, pero cuando el hombre canta: Dios lo ama”. Muchos amamos su música, su expresión, su censura en contra de lo injusto. Esto tampoco nos vuelve socialistas ni nada parecido a tan fatal enfermedad. Nos torna individuos que buscamos la armonía, la paz individual y colectiva. Somos los amigos, los que sin ser ni de aquí ni de allá, porque estamos divididos entre la vida y la muerte, soñamos con un mundo mejor para nuestro hijos a quienes no queremos heredar ninguna descomposición natural ni humana. Somos los que “Cabralgando” en el trascurrir de los días aspiramos a una sociedad al menos más tolerante, menos agresiva, más de personas que de fieras. Qué nos importan las banderas, los mercados financieros, las trasnacionales o más emblemas de poder. Todo país es un mismo hombre, una misma mujer, un niño de uno o cien años que merece vivir con dignidad.
En dueto con Alberto Cortez, otro grande de la canción latinoamericana, entonó aquellos de “A los amigos les adeudo la ternura…” Es esa ternura la que hoy nos entristece pero también nos alegra porque tuvimos la oportunidad de deleitarnos con canciones que no idolatran la falsedad ni la insipidez humana, al contrario, todas ellas son el poema de un hombre universal; de ese necesario mortal que necesitamos en el orbe para no quedar reducidos al nivel de las bestias.
Un ¡Hasta pronto! Para ese amigo que desde ya estará tirado para siempre en la arena, persiguiendo en bicicleta los colores del cielo, rodeado de vino, conejos y flores.

sábado, 18 de junio de 2011

¿Verde o no verde?

A propósito de este color que lo llevamos hasta en el sueño; un verde que según lo coloquial es sinónimo de esperanza, un verde que para los ambientalistas urge rescatar como bandera de defensa planetaria, el gobierno, siguiendo su línea verde, dice tomar un giro radical en pro del medio ambiente. Como es natural en la mala política económica la primera idea es azotar al pueblo (quien también está verde pero del coraje) con más impuestos. Visto así, mágicamente la contaminación se termina, todos volvemos a coexistir en un planeta libre de smog y como en los cuentos: viviremos felices para siempre.
Acaso si la real preocupación del Estado es velar por el ámbito natural, ¿no debería aplicar estrategias más creativas que no se basen en medidas que repriman económicamente al pueblo? O quizá, ¿atrás de esta supuesta preocupación se hallan ocultas otras intenciones verdes muy semejantes al color de los dólares que induce a la gente a inventar toda estratagema con tal de acumularlos? Suscita en mí esta interrogante cuando escucho que a más de todas las medidas “ambientalistas” se pretende, a la sombra de ellas, imponer otras cargas nada ecológicas, como la ampliación del concepto del Impuesto a la Salida de Divisas, donde los exportadores serán directamente imputados de un gravamen por su dinero en el exterior y que obviamente estos incrementos afectan más a la ya descuartizada economía nacional. No soy exportador ni nada afín, pero el ciudadano más incauto conoce que cuando el que está arriba es afectado en sus intereses económicos, el único que paga los gastos es el de abajo: En mundano lenguaje la típica ley del gallinero.
No podemos excluir la urgencia por la defensa y preservación del entorno natural e incluso no se descartaría la aplicación de una carga tributaria, pero ésta debería ampararse en un serio estudio técnico que compruebe se efectividad; a más de direccionar los recursos económicos obtenidos en actividades de la misma índole.
Un problema ambiental no se soluciona con gravámenes fiscales. Todo debe partir de una reeducación de la gente, por ejemplo, así como el SRI invierte grandes sumas de dinero en las escuelas buscando crear conciencia tributaria en niños y jóvenes, podría hacer lo mismo, pero en bien del medio ambiente. Las mismas grandes cadenas de negocios favorecerían la disminución del derroche plástico si optaran nuevas estrategias. El gobierno por su parte ha demostrado extraordinaria habilidad en el manejo de la publicidad así como gran disponibilidad de recursos para este fin. ¿Qué tal si ahora utilizara estos recursos para lo ecológico? En conclusión: No por vestirse de verde o calificar una actividad de ecológica esta puede tener tal naturaleza.

sábado, 28 de mayo de 2011

Vienen más impuestos

La redundante propaganda del gobierno ecuatoriano de autoproclamarse defensor de las clases marginales, de lucir ante las cámaras como un Estado que piensa en el bienestar de todos los sectores poblacionales de la nación, parece venirse abajo cuando se anuncia una nueva oleada de impuestos que al fin de cuentas termina pagando el mismo pueblo. En otras palabras, el gobierno de la Revolución ciudadana siente el peso de sus desaciertos económicos y al parecer no le queda otra opción que echar mano de la escuálida ciudadanía ecuatoriana para seguir solventando sus desatinos.
El panorama se complica cuando los impuestos se orientan al parque automotor, patrimonio y necesidad de una inmensa mayoría de ecuatorianos. El cobro de IVA para medicinas, un porcentaje para llamadas celulares y otras acciones tributarias, son elementos que atentan directamente contra el bolsillo popular. Muchos argumentan que es preciso crear una conciencia tributaria, pero por otra parte son los mismos voceadores de tributos quienes, pese a las grandes recaudaciones que ha tenido el SRI en los últimos años, no han demostrado de forma eficiente en dónde o cómo se emplea el recurso económico de los ciudadanos.
Todos conocemos sobre el requerimiento de tributación que tiene un país como medio para mantener y satisfacer necesidades vitales como educación, salud, vialidad, entre otras. Pero, cuando vemos que en la existencia real, estas apenas son una cortina para justificar otros gastos innecesarios o excesivos, entonces sentimos el desasosiego de contribuir con el gran esfuerzo de nuestras escuálidas economías a un proyecto que nos condena a la miseria y al hambre. Como ecuatorianos podríamos, tal vez, sentirnos dichosos; de seguro arrimaríamos el hombro si viésemos que nuestros impuestos contribuyen a mejorar la calidad de vida de todos, pero al contrario, si observamos cómo estos recursos se despilfarran en millonarias campañas publicitarias por mantener el poder y la imagen del mismo, si vemos esfumarse capitales en paseos itinerantes de un gabinete que se suma cada sábado a vocinglerías fatuas que no aportan en nada a la Patria. Si notamos como el tesoro nacional se pierde irremediablemente en una serie de políticas paternalistas que fomentan la vagancia, la desocupación y no generan empleo o producción, entonces sí estamos en la postura de exigir que no agiganten más nuestra crisis, que no nos exploten, que no sigan abusando de nosotros.
El país ha vivido una época de bonaza petrolera, la recaudación de tributos ha sido rígida y hasta severa, pero el clima nacional no cambia, seguimos pobres, hiper endeudados y más acorralados para crecer económicamente. ¿Qué se ha hecho con el dinero de los ecuatorianos?

sábado, 30 de abril de 2011

¿Es usted un majadero?

El diccionario de la Real Academia de la Lengua define el término majadero como un adjetivo endosable para quien es necio o porfiado. Se conoce como necio a aquel ser ignorante y que no sabe lo que podía o debía saber. Estos epítetos, muchas veces usados sin formula de juicio podrían ubicar a muchos ciudadanos en la taxonomía de desconocedores del mundo; en seres retrógradas que no saben qué tierra pisan ni bajo qué sistema político o económico viven. En otras expresiones: unos profundos iletrados frente a la vida que poseen. Mas, como las palabras adquieren numerosas acepciones durante el uso que se dan de las mismas, podemos interpretar o recrear el significado y llegar a entenderlo desde otra perspectiva. Por ejemplo, en Ecuador el término majadero puede ser atribuido a todo aquel hombre o mujer inconforme con el escenario que vive. Ser majadero, como ecuatorianismo, significaría poseer un alto deseo de libertad, una necesidad apremiante por no enmudecer la conciencia frente a la corrupción que campea de manera “legal”. Un ecuatoriano majadero es quien no silencia su voz pese a la represión, a las amenazas, al insulto sin sentido, que cuando viene de parte de quien tiene el poder es justificado, pero cuando proviene del pueblo común es sinónimo de irreverencia u ofensa.
Y al parecer los majaderos ecuatorianos aumentan. En varias provincias y ciudades la majadería parece volverse una pandemia; tal vez su origen está en el uso razonado de la dignidad, en el preclaro cuestionamiento ante las peroratas, los discursos, las quiméricas propagandas que muestran imágenes que para nada tienen que ver con la existencia cierta que llevamos. ¿Los majaderos quizá tienen una alta visión para discernir los vocablos vanos que elogian la equidad y se contraponen en la práctica con acciones autoritarias o represivas? ¿Es usted majadero o majadera por expresar lo que piensa; por ser libre, autónomo o por no compartir las ideas de otros? Si la respuesta es afirmativa creo que una infinita serie de individuos podríamos autodenominarnos de esa forma; claro está, bajo el peligro de ser vapuleados, amedrentados o encarcelados.
Son incontables los majaderos que giraron la historia en favor de los pueblos. Viene a mi memoria el más grandioso de ellos: Un galileo cuestionador de leyes tiránicas, de hipocresías, de la mentira política que desangra al pueblo. Un majadero descomunal que desde una cruz se aferró a la verdad sin tirria ni represalia; sin intereses viles ni falacias. Visto así: ¿No sería un orgullo el que nos tilden de majaderos?

domingo, 24 de abril de 2011

Riobamba: los rostros del trabajo informal


Una ciudad es un espacio que se transforma por la influencia del hombre y en el cual confluyen elementos sociológicos, económicos e industriales junto a una densidad poblacional que puede ser alta. De acuerdo al criterio económico, la principal característica del espacio urbano es la actividad laboral de sus habitantes; así, mientras en el espacio rural dominan las faenas relacionadas con el sector primario, en el mundo urbano los trabajos principales son los vinculados a la industria y los servicios. Esta afirmación, no obstante, puede tambalear si al recorrer las calles reparamos en la pervivencia de arraigados problemas sociales, la mayoría resultado de la falta de empleo, lo que convierte a las urbes en atroces selvas donde sus habitantes deben apelar al mayor de los esfuerzos para subsistir. Más que un crecimiento urbanístico, una ciudad es un movimiento humano donde se nace, se crece, se aspira a un mejor modo de vida; surgen así ingeniosas formas para ganarse el sustento: sucedáneos del empleo y modelos del subempleo. Las personas se transforman en figuras pintorescas, inconfundibles y hasta cotidianas. Sus movimientos, sus faenas, nos hablan de aspiraciones, esperanzas, fracasos, sueños. En los rostros del trabajo diario se dibuja el sentir de cada ser; son estos los involuntarios narradores de la vida de un pueblo.





En el mes de Abril la ciudad de Riobamba festeja su Independencia. Su fisonomía parece alterarse por las variadas propuestas de celebración: desfiles, elecciones de reinas, festivales, actos culturales y más eventos donde se destaca reiteradamente un hecho histórico trascendental, pero que de a poco ha cedido espacio a una fiesta más alejada de sus orígenes como próxima a devenir singular escenario de contrastes en que unos festejan y otros, al igual que cualquier día, bregan en pos de su manutención. Sin disminuir la valía de nuestros forjadores de la libertad, podemos observar a quienes en el presente forman parte de la realidad citadina: hombres y mujeres; ancianos y niños, que sin ser candidatos a una designación política, sin esperar el elogio vano, el aplauso, el monumento, son grandes para sus vidas y la de sus familias. Ciudadanos y ciudadanas que esperan las fiestas, no para gozarlas, sino para mostrar su eterno rol de sobrevivientes urbanos.

Frente a la escasez de plazas de trabajo formales, la habilidad para la improvisación, la creatividad estimulada a la fuerza, las diarias carencias… llevan al ejercicio de diligencias que pueden pasar inadvertidas, pero que, pese a los inconvenientes de estética u orden que generan, son parte del ámbito colectivo. Imaginemos un desfile sin carameleros, sin vendedores de agua, sin globos de colores o muñecos inflables que hipnotizan a los chiquillos. En el mismo contexto, los payasos, los disfrazados que, sin ser parte de comparsa alguna, ofertan baratijas, juegos de burbujas o estruendosos pitos. Complétese el singular cuadro con artesanales papas fritas, habas tostadas, chifles y más enfundados que hoy incluyen bolsitas de salsa de tomate o mayonesa como el toque para ir a par de la moda o al nivel de famosas marcas. Tampoco faltan los chochos con cuero que dieron paso a los nombrados cebiches elaborados con esos mismos ingredientes, el tradicional hornado riobambeño, las papas con cuero e infinidad de alimentos ofertados en esquinas, portales o improvisados restaurantes al aire libre. Quién no ha degustado además un helado batido a mano, una agua de coco, espumilla, algodones de azúcar, manzanas acarameladas y más dulces. Casi todos estos productos, fruto de operaciones de una sola persona que utiliza, en función de sus necesidades, la mano de obra no remunerada de sus propios familiares.

La influencia de otras culturas, los inmigrantes que regresan, los desplazados de otros países también contribuyen a crear nuevos espacios, diferentes productos, nuevas ventas. Para nadie es extraño encontrarse con obleas colombianas, chaulafanes vendiéndose en carritos, shawarmas riobambenses, pizzas cholas, hot dogs criollos, carnes a la llanera, chuzos “arena pupo” y más variopintos productos que alternan con pintorescos vestuarios para mascotas, fosforescentes cachos de diablo, espadas laser, paracaídas malogrados por cables y un sinfín de novelerías que, por lo general, terminan en la basura, rindiendo culto insensato al consumismo que nos consume con voracidad en temporada de fiestas.

Las ferias, los parques, la llegada de los juegos mecánicos contribuyen con otros actores urbanos quienes, en su lógica de subsistencia, improvisan piruetas circenses donde no faltan trapecistas, tragafuegos, malabaristas, mimos y cómicos de chistes burdos. En oposición a esta fingida alegría, apostados en esquinas o en veredas, también abundan enfermos, mendigos, minusválidos y otros “anormales” que testimonian con su perturbadora presencia la vigencia de una sociedad egoísta y desalmada frente a la pobreza.




Junto a estos informales modus vivendi, persisten otros acaso condenados a extinción: fósiles contemporáneos a los que el avance tecnológico, la modernidad, el esnobismo… despareció de a poco, pero que aún pueblan la mente de viejos y no tan viejos. Quedan rezagos de algunos de ellos y entre estos quizá el último de los últimos en su vetusta carreta que alguna vez fue del año y que hasta hoy, arreada por un caballo flaco, tiene sus riendas en mano de don Ángel Silva, que con décadas a cuestas arrastra una ristra de historias y ante quien la ciudad fue del polvo a la piedra, de la piedra al asfalto, del asfalto a los huecos que ha dado al Corazón de la Patria el nominativo de: “Pueblito de los baches”. Cada sábado, frente a la Iglesia de San Alfonso, la curiosidad o el candor empuja a los ingenuos a develar el futuro mediante una vieja caja de madera, donde un par de canarios guiados por la mano firme de su propietario -antes eran loros- con su pico extraen amañadas cartas que vaticinan la ventura en el amor o el trabajo. Y, tal vez extinta o arrumada en algún rincón, la blanca carretilla del ponchero uniformado que no circula ya por la ciudad.




Estos son algunos de los modos de sobrevivir en una ciudad que crece a ritmo vertiginoso sin la certeza de generar empleo que cubra a cabalidad las necesidades de sus vecinos: hombres y mujeres enfrentados al dilema de obstruir y halagar a sus clientes, errantes voces de las calles donde chocan con autoridades represivas, leyes que enaltecen la belleza de las metrópolis a costa del sacrificio humano. Acaso se pensará que escribir sobre esto poco tiene que ver con la algarabía de las festividades abrileñas, que hasta es ejercicio de mal gusto, pero existen realidades que, por más que lo neguemos, están presentes y nos llaman a ver el mundo desde otras atalayas. Estamos obligados a hacer del emporio en que vivimos un espacio de responsabilidades donde todos podamos acceder a mejores condiciones de vida, libres de políticas erradas que no favorecen el trabajo formal y purgado de ideas extremistas de derecha o izquierda que solo acrecientan la miseria.

Tan distante queda ya, la época del chulla riobambeño, el pasacalle, la serenata sin equipos de amplificación, el jolgorio de una “Noche de la alegría” donde las caneleras tras de destartalados reverberos combatían la tristeza y el frío. Son casi 200 años de nuestra Independencia pero para la gran mayoría de habitantes de la ciudad cada día es una nueva jornada de esperanza por no sucumbir a la pobreza. Cada día un espacio para renovar la ilusión de alcanzar la dádiva del trabajo. En palabras de Juan Pablo II: “El trabajo es un bien del hombre, es un bien de su humanidad porque mediante el trabajo el hombre no sólo transforma la naturaleza adaptándola a las propias necesidades, sino que se realiza así mismo como hombre”. Sean estas letras un homenaje a todo el pueblo común que con su labor permite que los engranajes de la historia sigan rodando. Aquellos silenciosos héroes y heroínas que salvaguardan del hambre a sus familias y que aguardan la dignidad que todos merecemos.

Testimonio Vida y obra de Monseñor Leonidas Proaño

Discurso presentado en el Salón de La ciudad el día 9 de abril de 2011


Después de muchos años de silencio el indio volvió a hablar en Chimborazo; se puso en pie y gritó sobre la alta montaña: aquí estoy, aquí existo, estoy vivo, soy hombre.., soy...

Distinguido auditorio

Estoy aquí para compartir la vida y obra de uno de los personajes trascendentales del Ecuador y el mundo. Para esto, he tomado como base el libro titulado “Testimonio”, obra del autor chimboracense, Daniel Pazmiño Guadalupe, quien en marzo de 1989 publica esta obra que busca ser, según las mismas palabras del autor, el “testimonio” sincero de un hombre, que desde la humildad conquistó la grandeza y desde el amor trasformo la vida entera de un pueblo. Monseñor Leonidas Proaño: El Obispo de los indios, de los jóvenes, el obispo rojo, el revolucionario. Quien a sí mismo en su autobiografía expresó:

“Soy hijo de familia pobre... Nací el 29 de enero de 1910, en San Antonio de Ibarra... Supe, como todos los pobres, lo que es padecer de necesidad y de hambre. ¡La pobreza!... es también un don”.

Al servicio de Dios y del mundo, el 1 de octubre de 1930, Leonidas Proaño ingresa al Seminario Mayor San José de Quito para estudiar Filosofía y Teología. El 4 de junio de 1936, fue ordenado sacerdote. Desempeñó su ministerio durante 18 años en Ibarra, dedicándolos con fuerza y decisión a la formación juvenil de los más pobres mediante la organización de la Juventud Obrera Católica (JOC) cuya metodología “Ver, Juzgar y Actuar” marcó toda su vida. En estos mismos años fundó la Librería “Cardijn”, el bisemanario “La Verdad” instancias que dinamizan la vida cultural de Ibarra.

Obispo de Riobamba, desde 1954. En pie de guerra y en pie de paz. Perseguido dentro y fuera de casa. Incomprendido por los grandes y amado por los pobres, desplegó su alma entera al trabajo en bien de la sociedad de Chimborazo y el país. En más de treinta años de ardua labor pastoral, su legado es trascendental y vasto; por premura de tiempo, me permito destacar:
En1955 publica, bajo su dirección, la revista “Mensaje
En 1958 crea el Hogar Indígena “Nuestra Señora de Guadalupe”, puesto bajo la dirección de las Madres Lauritas.

En 1962 funda las Escuelas Radiofónicas Populares del Ecuador –ERPE- encaminadas a realizar programas para la alfabetización, educación y evangelización de los pueblos indígenas. Junto a esta monumental obra destacan además el Centro de Estudios y Acción Social (CEAS), la Pastoral de Conjunto; los Equipos Pastorales, el Equipo Misionero Itinerante como medios para educar, formar, concientizar, evangelizar. Es el pionero en Ecuador de la alfabetización de los indígenas en su lengua materna, y quien por primera vez – aún antes de la promulgación de la primera Ley de Reforma Agraria- entrega, como acto de reparación histórica, las tierras de la Curia Diocesana a los indígenas, a quienes reconoció como sus únicos y legítimo dueños.
En 1967 Inicia la formación de las Comunidades Eclesiales de Base (CEB).
Desde 1967 a 1974 es protagonista de acciones de solidaridad intensa con los campesinos en los numerosos conflictos con los terratenientes locales.
En 1968 crea El Hogar de Santa Cruz, casa de formación comunitaria en las afueras de Riobamba.
En 1974 conjuntamente con Adolfo Pérez Esquivel funda la Comisión de los Derechos Humanos Latinoamericanos: “Servicio Paz y Justicia”.
En 1982 participa en la fundación del Movimiento Indígena de Chimborazo MICH y del Seminario Indígena.
El educador de la liberación, basado en la luz del Evangelio, permitió al indio ecuatoriano recobrar su dignidad e identidad. Brilla además como, poeta, historiador, defensor de los derechos humanos y un apasionado por la vida en imitación a Jesucristo.
"Jesucristo fue entrando en mi corazón y en mi vida – decía- desde que fui niño. Él ha sido para mí la manifestación contundente del amor del Padre.
Entre sus textos cuentan:
CREO EN EL HOMBRE Y EN LA COMUNIDAD

CONSCIENTIZACIÓN, EVANGELIZACIÓN Y POLÍTICA

EVANGELIO SUBVERSIVO

EL PROFETA DEL PUEBLO

EDUCACIÓN LIBERADORA
QUEDAN LOS ÁRBOLES QUE SEMBRASTE

Con los derechos de autor de sus libros, remuneraciones de conferencias y donativos, creó al final de sus días –en su testamento- la Fundación Pueblo Indio del Ecuador y el Centro de Formación de Misioneras Indígenas con el encargo de dar continuidad a su enorme trabajo liberador.
Por su fecunda labor recibió varios doctorados honoris causa, numerosos premios y reconocimientos nacionales e internacionales. Fue el primer ecuatoriano candidatizado en 1986 al Premio Nobel de la Paz. Sin embargo su mejor título se lo concede cada individuo que al conocer la vida de este insigne hombre exclama con certeza: Leonidas Proaño ha sido uno de los mejores siervos de Dios y de los hombres.
A pesar de su inmensa sabiduría, su dulce humildad le llevó a afirmar: “…Cuanto he vivido y he aprendido no ha sido extraído de las aulas universitarias de mi país o de algún otro país del mundo, sino de la cantera del pueblo, porque mi Universidad ha sido el pueblo y mis mejores maestros han sido los pobres”.
El 29 de enero de 1985, Monseñor Proaño presenta su renuncia al Vaticano por límite de edad. Cumplía 75 años. Murió pobre, sin tener dónde reclinar su cabeza. Era la madrugada de un 31 de agosto de 1988 en Quito, pero esta muerte fue antesala para una luz mayor que creció y crece en las voces de quienes junto a él lucharon. Miguel Tatamuez, frente a su féretro expresó: “Tu muerte es un eclipse de sol. Ahora estamos ante la penumbra pasajera que nos duele en lo profundo. Mañana brillará el sol, el inti taita, nuevamente y para siempre. Porque tu mensaje es ardiente en los páramos, en los lagos en los ríos, en las calles en nuestras luchas”.

Y este mensaje es el que hoy quiero elevar a plena voz desde mi alma de joven porque siento la necesidad de una nueva Patria que a ejemplo de Proaño vele por la paz y la justicia. Una Patria libre de odios, sectarismos o intereses políticos. Una Patria que luche por la igualdad, por el derecho democrático, por la justicia y por la vida. Una Patria que luche por la verdad,

En palabras de Leonidas: “La verdad se dice con la palabra. La verdad se hace con la actitud.

Esta es mi palabra, inspirada en el testimonio de Leonidas y el Evangelio. Mi voz desde mi pueblo y para mi pueblo.

Señores Señoras.

sábado, 16 de abril de 2011

¿Vivimos en libertad?

La Declaración Universal de los Derechos Humanos en su artículo 19 expresa: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”. Este principio, junto a otros, declarados el por la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 10 de diciembre de 1948 recoge los derechos que para las personas en cualquier lugar del mundo civilizado son fundamentales.
Preocupa mirar como en nuestro país, se detiene y se atropella de forma indiscriminada a cualquier ciudadano que no muestre complacencia por la figura del régimen. Este 13 de abril, en Riobamba, una mujer fue detenida abruptamente durante la visita del primer mandatario a la ciudad por un supuesto acto de ofensa hacia el gobernante y que posteriormente fue considerado como equivocación. Tras varias horas en prisión, la dama es liberada. Su rostro reflejaba la intimidación que solo puede surgir en el ámbito de un pueblo que carece de libertad. Este hecho, además de la censura a los medios de comunicación, las amenazas a los comunicadores sociales, los juicios estrafalarios donde se pretende arruinar económica y moralmente a quienes expresan sus opiniones, llevan a que la ciudadanía ecuatoriana se interrogue sobre el tipo de régimen en el que vive. ¿Acaso es motivo de prisión expresar un desacuerdo frente a un criterio político? ¿Acaso los ciudadanos ecuatorianos debemos alinearnos por una ideología impuesta por ciertos grupos de poder, so pena de ser perseguidos o encarcelados?
En un medio democrático existen libertades inalienables que no pueden ser intoleradas. Esperamos que nuestro país y todos los países sean regidos por gobernantes o políticos que entiendan que no es su función o su cargo lo que les hacen dignos del respeto del pueblo sino sus propias cualidades. Platón destacaba que son las virtudes morales las que deben regir el alma de los gobernantes para que estos no sean arrastrados por las bajas pasiones y se tornen malos dirigentes. "El gobierno será perfecto cuando en él aparezca la virtud de cada individuo, es decir, cuando sea fuerte, prudente y justo".
Esperamos que la prudencia y la justicia de nuestros líderes nos permitan vivir y sentirnos libres. El generalizado sentimiento de atropello a la libertad de opinión, de amenaza y acosamiento que actualmente experimentamos nos obliga a creer que la democracia de nuestro país es una falsa sombra que oculta otras realidades.

sábado, 2 de abril de 2011

Jóvenes y anticonceptivos

Volvemos a la pugna entre el Estado y varios frentes sociales que dilucidan entre sí, sobre la opción, que plantea el primero, para entregar preservativos y anticonceptivos a nuestros jóvenes. El Estado afianza su decisión en estadísticas sobre altas tasas de natalidad en adolescentes, embarazos a temprana edad y el prematuro inicio en la vida sexual activa que vive nuestra juventud. Al parecer, podrían considerarse razones muy de peso si pensamos que el ser humano es mera cifra de observación o lo restringimos a un ser primario que solo obedece a instintos básicos y deja de lado importantes valores existenciales.
Hombres y mujeres, somos amalgama de cuerpo, mente y espíritu, a donde confluyen los más elevados ideales y comportamientos que nos diferencian de las bestias. La lucha en contra del instinto, la elección entre lo correcto y lo incorrecto; la certeza de saber que lo podemos hacer todo pero que existen decisiones que no nos convienen, es lo que torna a la especie humana en superior creación de la naturaleza. En el momento que nos abandonamos al libertinaje, al mero placer, a la promiscuidad, ponemos en serio riesgo la existencia de lo que conocemos como sociedad civilizada. Un pueblo puede soportar crisis económicas, guerras o desastres naturales, pero ninguna civilización puede existir si sus fundamentos morales se han corroído. Estas lecciones ya la han dado los viejos imperios y también muchos países que a pretexto de la mal entendida libertad, abandonaron y abandonan a sus niños y jóvenes a una vida sin restricciones y solo han conquistado generaciones sin rumbo, carentes de principios e incapaces de discernir el bien del mal.
No se trata de una lucha en contra del pecado o una caduca postura de la Iglesia o ciertos grupos a los que les tildan de “santuchos”. La realidad es que no se puede fomentar la irresponsabilidad oculta tras una fachada de libertad o modernidad. Y aquí la primera responsabilidad la tiene la familia y allá es a donde el Estado debe apuntar sus esfuerzos. Hoy más que nunca debemos ir en pos del rescate del núcleo social más pequeño, porque si éste sigue en el camino de desintegración, mal entendido paternalismo o maternalismo, como el que experimenta hoy en día, tengamos por seguro que se habrán de derramar muchas lágrimas por los hijos del presente.
Es verdad que nuestros jóvenes inician más tempranamente su vida sexual y sin ponernos la venda en los ojos, quizá tengan una sexualidad más activa que los adultos, pero esto no significa que sea correcto. Pese a lo que aseveran muchos entendidos sicólogos, sexólogos, y demás “logos”, no es natural alentar esta conducta. La sexualidad como don para la humanidad va más allá del contacto carnal. No es solo el placer por el placer, sino el disfrute de dos seres humanos que con madurez emocional y física se juntan para un compromiso de satisfacción y autorrealización mutua que no dura una noche ni un fin de semana.
Nos preocupamos de los embarazos prematuros, de las enfermedades venéreas y más posibles consecuencias de una actividad sexual mal practicada, pero jamás mencionamos las frustraciones, las desilusiones, los corazones partidos de nuestros jóvenes, a quienes no enseñamos que la sexualidad es grandiosa cuando viene acompañada de autoestima, amor y respeto por la condición humana. Aquí esta es la verdadera tarea del Estado y la familia. No pretendamos sembrar un árbol que no tiene raíces.

sábado, 19 de marzo de 2011

El carnaval de Chimborazo



En este mes de tambores, pregones y más eventos propios de las galas carnavalescas, donde todo parecía abandonarse a la festejo o el frenesí, nuestra provincia y el país tuvieron el gozo de recibir un valioso documento que perenniza esta tradicional celebración, que de a poco y por influencia de la globalización y más elementos de nuestra sociedad postmoderna se transforma en una amalgama de nuevas influencias.
Una atinada recopilación musical, histórica y cultural bajo el título “El carnaval de Chimborazo”, nos entregó el destacado músico y compositor Mario Godoy Aguirre, quien junto a entidades como la Casa de la Cultura Núcleo de Chimborazo, otras instituciones preocupadas por la cultura y la atinada dirección del historiador riobambeño Franklin Cepeda Astudillo, consolidaron tan valioso documento, que de seguro será indiscutible fuente de consulta e invaluable cofre que impedirá que se extingan de la memoria colectiva las celebraciones, los rituales, los personajes, las tan festejadas coplas, donde entre humor y algarabía se vive un tiempo extraordinario que rompe la cotidianidad para ser pretexto de manifestaciones auténticas de personas y pueblos.
La obra compuesta por un texto de ciento cuarenta y tres páginas y dos discos compactos inicia con una dedicatoria, creo yo, muy merecida para el Dr. Carlos Ortiz Arellano, reconocido hombre de letras, quien en su tiempo supo también extender un valioso legado cultural para el pueblo chimboracense. Más adelante, las páginas de Mario Godoy nos cuentan la esencia de la fiesta, sus orígenes, el tránsito que esta ha vivido desde las raíces puruhaes y las posteriores variaciones en las diferentes comunidades de la provincia. Se destaca el carnaval como un tiempo de inseguridad, desorden, libertinaje, pero, al mismo tiempo realza los elementos rituales, los instrumentos musicales, la unidad familiar y más componentes del pueblo indígena que vive la festividad como un tiempo para el disfrute, para el arreglo de cuentas y el mítico consumo de licor al que se asocia poderes míticos y curativos.
En otro ámbito se presenta el carnaval mestizo donde la copla, el contrapunto, el juego con agua, nos llevan a experimentar el mismo festejo desde otra perspectiva. En este contexto las tradiciones no se pierden, sino que al igual que todo lo que nos rodea, también evolucionan. Frente a este cambio los documentos históricos favorecen el rescate de lo auténtico que se vive o vivió en cada espacio histórico porque las verdaderas tradiciones son aquellas que a pesar de su dinamismo no desechan sus orígenes.
En el texto destacan también los testimonios de la imagen. Una atinada selección fotográfica donde los rostros, el camari, los atuendos, los músicos y más, acompañan las páginas de la fiesta; con ellos, la antología musical de los dos discos compactos enciende el alma, al percibir con nuestros oídos las amenas coplas que vibran entre guitarras, bombos y tambores: Aquí están mis amistades/y las quiero con ternura/sólo me podré olvidar/ abajo en la sepultura. Todos esperamos que el trabajo de estos amigos de la cultura no permanezca en el desconocimiento ni el olvido; que este sea un escalón más en el rescate de nuestras raíces y tradiciones.

martes, 15 de marzo de 2011

¿Qué nos importa Libia?

Si bien es cierto que el mundo, con justa razón, se halla afligido ante la hecatombe de las ciudades japonesas, también es verdad que somos tan volátiles en nuestros pensamientos, tan efímeros en nuestras sensaciones internas y al final, lo que en un momento nos parecía escalofriante, termina por ni siquiera importarnos. Hemos perdido tanto la capacidad de asombro que nos resulta trivial una carnicería humana, un asesinato en masa, la paradójica muerte de mujeres o niños. Ya ni los noticieros –espero sea por la feroz censura de la que son víctimas- hacen eco de lo que acaece en el pueblo libio. A duras penas citan algún apresurado comentario y giran sus observaciones sobre lo más comercial, interesante o de último momento.
Al final, a quién le importa las masacres en contra de inocentes, la destrucción de otros seres humanos por parte de mercenarios o asesinos. A quién le importa que un inicuo gobernante arremeta salvajemente en contra de su misma nación, con tal de satisfacer el hambre de poder. Esta es la historia del mundo: una secuela de indiferencias que favorecen el genocidio en cualquier lugar del planeta y luego que este sucede, rondan los golpes de pecho, las peroratas de los supuestos líderes defensores de la vida y los derechos humanos, pero que en el momento de actuar, se cruzan de brazos tras sus escritorios, sus intereses, sus miedos y nada hacen por frenar la opresión.
Este es nuestro legado: “El hombre es lobo del hombre”; este es el ejemplo que dejamos para las generaciones jóvenes, a quienes enseñamos que el grande o el que lleva el poder puede pisotear, vociferar, y hasta asesinar con legalidad bajo los mentirosos ideales que siempre lo mantendrán gobernando al pueblo que oprime. Hoy es Libia, esperamos que mañana no sea cualquier otro pueblo, peor aún, que no sea una nación de América Latina la que tenga que desangrarse para calmar la sed de algún tirano.
Muchos creerán que, por el momento, mayor atención merecen quienes sufren los embates de los desastres naturales, esto es comprensible y podríamos decir que hasta lógico, pero pensemos que más cruel y peligrosa que la furia de la naturaleza es la mente del gobernante que entreteje intrigas por mantener su estatus. Un terremoto o sus estragos se pueden superar, incluso las catástrofes han sido escuela para enseñar la virtud a los pueblos, pero las brechas que abren los déspotas, los fascistas, los dictadores o presidentes viles difícilmente pueden franquearse porque los estragos que estos causan en la mente y las conciencias de los hombres divide irremediablemente a las naciones.
¡Qué lástima por nosotros los seres humanos! Perdidos en fantasías en ilusiones, en esos afanes por la vanidad, la gloria o el dinero. Somos nuestro propio dios y así, de forma cabal o de manera inconsciente proclamamos: ¡Qué nos importa el mundo!

jueves, 10 de marzo de 2011

SÓLO LA MUJER

Somos la sociedad del siglo XXI, una sociedad que se ha desarrollado entre escombros, políticas y revoluciones. Una sociedad que en tantas ocasiones ha sido asaltada por los monstruos de la guerra, la delincuencia, la violencia absurda y la soledad. Pero entre todas estas contrariedades siempre ha existido una luz que recibe el nombre de mujer.


Desde los albores del tiempo, la imagen de la mujer ha sido la orientación para el nacimiento de los grandes pueblos. Desde la lejana comunidad primitiva donde su labor era medida en razón de su divinidad para producir la tierra; hasta el mismo mundo contemporáneo, que con su carga de dificultades y evoluciones requiere de la energía, la paciencia y la entrega que muchas veces solo una mujer es capaz de darla.


Tan valioso es el aporte que la mujer ha dado a la sociedad, que personalmente me atrevo a decir que sin mujer no existiría sociedad, porque la sociedad es el resultado de todo ese cúmulo de paciencia fomentada al pie de una cuna en largas noches de desvelos y fatigas que a la mujer la convierten en madre.

No con esto quiero decir que la maternidad es el único camino para la realización de la mujer porque en sus manos yace el compromiso innato de construir un mundo diferente, de formar una sociedad distinta, donde por fin se sepulten los individualismo y mezquindades que a pocos ha decorado con el bienestar de la opulencia, mientras la mayoría lleva en los ojos la sombra de la tristeza diaria que muchas veces tiene el sabor de un pan ausente o la risa triste del niño desnutrido.


No pretendo escribir sobre feminismo o machismo, porque esas son las fuerzas negras que impiden que nuestra sociedad avance. Pretendo escribir sobre igualdad, es decir, presente y futuro. No podemos quedarnos atados a un pasado donde el sexo femenino fue pisoteado de manera absurda y no por culpa única de los hombres, sino también de las mismas mujeres que con su silencio y pasividad se convierten en cómplices del atropello.


Urge una sociedad libre que no se siga hundiendo en el fango de una violencia atroz e injustificada en contra del sexo femenino. De una sociedad nueva que realmente valore todos los triunfos y éxitos que la mujer ha conquistado en los distintos campos políticos, científicos, intelectuales y sociales.


La mujer siempre presente en todas las épocas. Hoy más que nunca con el reto de enfrentar la responsabilidad del trabajo diario y al mismo tiempo de luchar contra la tiranía, la violencia, la pornografía o la droga. Mujer ser dimensional y planetario que aquí como en el último rincón del mundo entretejes los ideales porque sabes que no hacen falta alas para hacer un sueño, basta con las manos y con el empeño. No hacen falta alas para ser más bellos, basta el buen sentido del amor inmenso.
Ser mujer significa saber que la vida solo tiene sentido, si nos comprometemos a dejar este mundo que nos tocó vivir, mejor de lo que lo encontramos.

Mujer: eres forjadora de tu destino, tus metas, tus ideales. En tus manos y corazón están presentes todas aquellas almas que te hicieron la conquistadora de un nuevo tiempo y que te dan la convicción de llamar al hombre para que sea verdadero compañero en el transitar de la existencia. Hemos conquistado el espacio, el tiempo, la gravedad, y tantos secretos que la naturaleza esconde, pero es el momento de conquistar el don de la pareja humana regida en igualdad de pensamiento, sentimiento deberes y derechos.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Un “líder de la revolución”


Muammar al-Gaddafi, gobernante de facto de Libia, desde 1969, ha concertado en estos días toda la preocupación del mundo civilizado quien mira con estupor como este revolucionario masacra sin compasión a su pueblo, con la tiránica intención de no abandonar el mandato que ostenta desde hace décadas. Entre sus delirantes declaraciones Gaddafi prometió no dejar el poder y que si fuese necesario, moriría como “mártir” de su pueblo. Por otra parte, este supuesto defensor de su nación, instaura la muerte en contra de cualquiera de sus opositores.

Desde el 21 de febrero de este año, una rebelión popular enfrenta a este régimen con el fin de expulsarlo e iniciar reformas en cuanto a los derechos humanos y el derecho a la libre expresión dentro del país. Esto ha propiciado un sangriento enfrentamiento civil de cuyas magnitudes no se tiene una real información debido a las férreas restricciones en contra de los medios de comunicación. La brutal represión en contra de los manifestantes, quienes han sufrido bombardeos y tiroteos, ha sido denunciada en medio de una pertinaz censura, pero por los testimonios y las imágenes obtenidas, sabemos que el pueblo libio está sufriendo los azotes de una cruel tiranía que de ninguna manera quiere perder sus privilegios.


La comunidad internacional y muchos organismos de defensa de los Derechos Humanos buscan frenar este genocidio y ya se han tomado fuertes medidas en contra del dictador. Con voz enérgica muchos gobernantes condenan estos crímenes en contra de la humanidad. Junto a ellos, todos los seres humanos debemos apoyar la idea que: libre de fronteras y mal entendidas soberanías, el mundo tiene la obligación de enfrentar y censurar a todo genocida que actúe en contra de cualquier nación o pueblo del planeta. No hacerlo significaría, sobretodo para los gobernantes, una nefasta actitud de indiferencia o complicidad o peor aún una malsana simpatía por esta especie de tiranos.


Nuestro Presidente Correa, luego de un encuentro con Gaddafi en Libia opinó que este era una “figura maltratada”, mas la historia y los propios actos criminales del supuesto revolucionario y mártir libio confirman que las tan mentadas revoluciones son hábiles escudos para enriquecerse a costa del pueblo. Las grandes fortunas y propiedades del líder libio, de sus familiares y cercanos colaboradores, junto a sus maniobras por controlar el poder y perennizarse en el mandato, evidencian la desmedida ambición con que estos grupos de poder actúan para vivir en la opulencia mientras sus naciones sufren la opresión y el hambre (tampoco nos olvidemos de la sufrida Cuba o de algún otro país de Latinoamérica). |

domingo, 27 de febrero de 2011

La Patria y su bandera

Nombrar a la Patria, es nombrar las costumbres, los trabajos, los sueños e ideales que forjan la grandeza de un pueblo. Nombrar a la Patria es volver la mirada hacia hombres y mujeres que desde el inicio de su existencia lucharon por crear un espacio donde sus hijos e hijas puedan vivir con paz y libertad.

La Patria está presente en la Bandera. Emblema de estirpe y tradición; cofre de recuerdos y hazañas gloriosas. Fortaleza de los libertadores que victoriosos pasearon por las cumbres del Pichincha. La Bandera es el alma de la Patria. Es la compañera del soldado, del estudiante, del obrero, del migrante.

Como ecuatorianos exaltamos nuestra Bandera en aquel tricolor que avivó los ojos de inmortales héroes o que lució fecunda en episodios como los de Paquisha y el Cenepa. Mas, como los tiempos cambian, hoy ya no tenemos un enemigo bélico. Tenemos un adversario más implacable: un invasor que desde la red o desde todo medio de comunicación, nos ataca a través de una publicidad descarnada que nos impulsa al consumismo, al relativismo moral, a la deshumanización. Ya no buscan quitarnos nuestro suelo. Pretenden arrancarnos los ideales y la conciencia. Por ello, no quiero estancarme en el pasado glorioso de nuestra nación. ¡Que los muertos velen a sus muertos! Exaltemos a la Patria y a la Bandera de este siglo XXI, donde requerimos el real patriotismo de todos. No un patriotismo barato que se limite a peroratas demagógicas, sino un patriotismo auténtico, donde cada uno piense que sus actos buenos agigantan la sociedad, así como las acciones negativas la empequeñecen.

A pesar del cruento influjo de la globalización, no cambiemos nuestra cultura. No olvidemos nuestra esencia de ecuatorianos y latinoamericanos. No nos dejemos arrastrar por el influjo de otras culturas. No porque pretenda juzgarlas como buenas o malas. Simplemente, porque lo nuestro debe ser primero. Y eso es el patriotismo. Amar la Patria con todas sus bondades y defectos.

Es el momento de tornarnos héroes. No para morir, sino para luchar por nuestra tierra. Utilicemos la inteligencia, el ingenio, la educación para hallar alternativas para nuestros hogares o nuestras vidas. Defendamos a nuestras familias de los males sociales que la empujan a su exterminio. Dejemos que ese amarillo azul y rojo flamee libremente en nuestras ventanas y no tenga que esconderse en los corazones de quienes creen que nuestra nación no sirve.

Si ciertos sectores de nuestra clase política, empresarial, sindical y burocrática ha sido traidora de su propia tierra, nosotros demostremos que sí podemos ser honestos constructores de la Patria. Que ellos sirvan a sus podridas almas. Nosotros serviremos, a nuestros hijos y a nuestras conciencias

viernes, 25 de febrero de 2011

Pueblo vs opresores

Las revueltas en los países árabes, la salida del mandatario egipcio, luego de décadas en el poder, la espantosa represión del gobierno libio en contra de la población que no está de acuerdo con sus acciones, son irrefutables evidencias del grado de conmoción al que puede llegar un país cuando su gente se cansa de la opresión y el abuso.

La historia demuestra que los sistemas fundamentados en el temor, la falacia o la manipuladora propaganda de velar por los desposeídos, tarde o temprano generan enfrentamientos internos que destruyen la unidad de una nación. Es que la mentira no puede perennizarse y los pueblos engañados pueden despertar en cualquier momento y terminar con sus opresores. Lo lamentable, es que esto genera derramamiento de sangre, muerte de inocentes y odios internos difíciles de superar.

Todo lo anterior propiciado por un tipo de egocéntrico gobernante que no depone sus caprichos ante la colectividad que exige cambios. La figura de este espécimen de nefasto líder muy bien coincide con la nerónica personalidad del desquiciado emperador romano quien no reparó en incendiar su propia ciudad con tal de satisfacer sus exigencias personales. La obnubilación por el poder, el maniático deseo de gobernar, período tras período, si es posible hasta su muerte, hace que recurra a estratagemas legales e ilegales con tal de no ceder a su curul. Su misma ambición lo enceguece al punto de considerar a sus gobernados como un tumulto de seres irracionales que pueden perderse si su cuasi dios les llegase a faltar; amparado en el pretexto de defender los intereses del ignorante pueblo, que según él, nunca sabe lo que quiere o necesita, exige permanecer al mando, porque piensa que solo él es el elegido para salvar a la nación de cualquier enemigo real o imaginario que aparezca. Así, este modelo de jerarca se autocorona como redentor, mártir, beato, profeta, defensor de revoluciones necias; dueño de un ideal que la gente ignorante del pueblo no puede entender.

Este tipo de líderes se han bautizado como emperadores, faraones, zares, reyes, revolucionarios. En algunos casos se autonombran “presidentes constitucionales”, pese a que controlan todos los poderes del Estado y su poder pisotea toda figura democrática. Su esencia fascista, su prepotencia, su vanidad, son atributos que sumados a su experta manipulación, anulan a todos quienes se le oponen. Llegan a sentirse indestructibles o perennes en su puesto, mas, olvidan que para consuelo de la humanidad, ninguna perversidad o astucia puede perennizarse, porque frente a ellos está un pueblo que por más sumiso que parezca, en algún momento reaccionará y echará a tierra sus ambiciones. ¡Pobres tiranuelos que no comprenden o recuerdan las lecciones de la historia!

miércoles, 9 de febrero de 2011

Servicio especial

Luego de varios meses del incremento en el precio de los pasajes en la transportación urbana de nuestra ciudad, luego de tantas promesas falsas por parte de los señores buseros quienes, con un destacado rótulo de servicio especial en sus unidades y una corbata que les duró menos de una semana, ofrecieron a voz en cuello mejorar su servicio, el panorama es igual o peor que antes.

La clásica descortesía o mejor dicho patanería de conductores y controladores parece ser requisito indispensable para mantener esta ocupación; no se diga de su irrespeto por la vida humana que no contempla las elementales normas de tránsito y convierte las calles en circuitos de carreras, se estacionan en cualquier sitio, cambian a capricho los recorridos que supuestamente deben cumplir a rigurosidad, pero como vivimos en tierra de nadie, estos señores circulan por donde mejor les parece. Qué decir de su actitud frente a ancianos, mujeres o niños a quienes ofenden y agreden con su intolerancia. Cuántas veces a los más pequeños no los suben en sus unidades o les dejan dos o tres paradas después porque saben que ellos son débiles y no reclaman.

Este es un esbozo de la trasportación urbana de nuestra ciudad. Para algunos puede quedar el consuelo de afirmar que este mal no es privativo de nuestra urbe, sino que corresponde a la realidad del país, pero ante estos hechos deberíamos sentirnos agraviados en lo más profundo de nuestra condición como personas, porque no es aceptable que nos traten de manera vil. Es inaudito que frente a esta institucionalizada forma de violencia nos quedemos callados y finjamos que no existe ningún problema o nos limitemos a pensar en nuestros adentros sobre los atropellos de los que somos víctimas y no protestemos ante lo incorrecto. Peor aún es intolerable nuestra indiferencia, nuestro cómplice silencio que no apoya a quien reclama con justicia y hasta lo censuramos por no estar de acuerdo con la barbarie de atención que tenemos.

Por experiencia vemos que las autoridades poco o nada pueden hacer. Su desidia, su docilidad, su ineficacia, son apoyo para que los conductores hagan de las suyas. Tantas irregularidades se cometen ante los propios ojos de policías de tránsito y estos se limitan a un ligero pitazo en el mejor de los casos y no sancionan las incontables contravenciones de los supuestos profesionales del volante. No queda otra opción que sobrevivir en esta selva “civilizada” y a costa de ser incomprendidos seguir elevando la voz en las unidades de transporte, a riesgo de ser agredidos, y no conformarnos con la condición de abuso de la que somos víctimas.

lunes, 24 de enero de 2011

Riobamba: Imagen, palabra e historia





La fotografía es uno de los grandes instrumentos de comunicación que combina el conocimiento y el arte; es el testimonio no siempre apreciado de la vida social y urbana que perenniza en imágenes la sociedad, el momento o el hecho que retrata. La relación entre fotografía y evolución social es innegable, al punto que se puede considerar a la primera como demostración del tiempo que fue, del tiempo que poseemos y una proyección para la sociedad venidera. Si bien es cierto que en sus inicios la fotografía expresaba deseos y necesidades de capas sociales dominantes, e interpretaba a su manera los acontecimientos de la vida social, también patentiza las costumbres, el sentir y la vida misma del pueblo común que, de manera fortuita o inesperada, pervive también en imágenes que serán testimonio de un tiempo determinado.

En el caso de Riobamba han existido diversas tentativas por comunicar su historia en imágenes, pero, vale señalar que, a pesar de bien intencionados propósitos, éstas no se han cristalizado en un trabajo de sólida base investigativa, amplia recopilación y selección, así como un renovado criterio para manejar la imagen. Frente a lo dicho, un importante trabajo fotográfico, histórico e investigativo llega para enriquecer y perennizar esta esfera cultural de la noble Sultana de los Andes. Una obra encargada a un reconocido intelectual riobambeño: Franklin Cepeda Astudillo, quien, dentro del programa editorial del Banco Central del Ecuador, ha concluido el libro Riobamba: Imagen y palabra de una ciudad, obra que emerge como impostergable puntal para la preservación de la historia riobambeña. No es un improvisado libro de fotografías; es la suma de recuerdos alegrías, tristezas y conquistas de una urbe que, más allá del tiempo, la dicha o la tragedia, no ha renunciado a trascender.

La interesante propuesta de presentación del libro, cuyo borrador tiene 288 páginas, se asemeja a una velada teatral con “obertura”, tres “actos” y un “gran final”. El grabado inicial irradia una dulce nostalgia y antecede a relatos de viajeros del S. XIX. El Acto Primero: “Despertando a un nuevo siglo”, ofrece fascinantes fotografías de la ciudad de antaño y, al igual que el viento de Miguel Ángel León, entra sigiloso desde fines del S. XIX hasta la primera mitad del XX; el mismo viento, tiritando por la calles descubre sus primeros edificios, los templos, las plazas, las retretas, el delirio de Bolívar o los parques donde los hombres de aristocrático sombrero se sientan o se detienen para mirar el lento avance del progreso, sin sospechar que sobre esos taciturnos tejados, calladamente podría rondar la peste, la leyenda de Calero o el eco de la agresión a la capilla de San Felipe.

Un atractivo intermedio de anuncios publicitarios de inicios del S. XX, sirve como antesala para el acto segundo: “Álbum de familia”, que conjuga los rostros de hombres y mujeres esparcidos en lo cotidiano y lo taurino, la religiosidad, las decorativas piletas de los parques centrales, las expresiones del campesino, los bien abarrotados negocios o los inolvidables hilados y tejidos de la fábrica “El Prado”.

Semblantes de religiosos y seglares, mujeres y niños, la “alta sociedad”, los personajes políticos del momento, las principales autoridades posan para el quebradizo ojo de la historia; disfrutan del paseo familiar, el matrimonio, la emoción del fútbol, los desfiles, las coreografías con vistosos trajes. Todos ellos olvidando por un instante la gran tragedia humana de la muerte, que también se fotografía como un espacio necesario para todos los mortales. Entre orquestas, bandas y canciones, Riobamba teje con los hilos de la imagen su devoción al magnánimo Señor del Buen Suceso; vivifica su mítica denominación de “León dormido” recordando la época, donde todas las voces eran una y cada voz una esperanza; son los tricicleros, los taxistas, los ferroviarios de “La Estación”, quienes, al ritmo de la locomotora y bajo el aire de los mágicos nevados, viajan en este espacio para confluir en la nueva era.

El tiempo reciente rememora la celebración del Sesquicentenario de la Primera Constituyente en 1980, la inauguración del monumento a Bolívar en 1984, la Asamblea Constituyente de 1998, el Olmedo campeón del 2000. Brotan alegrías de los ojos de los riobambeños y, bajo este péndulo de gozo y nostalgia, el terror invade con la pavorosa explosión del polvorín de la Brigada Galápagos, un fatídico 20 de noviembre de 2002. El fantasma de la tragedia tan sólo se aletarga para celebrar la presentación de la primera edición ecuatoriana de El Quijote en 2004 y da paso a nuevas desventuras con el atraco al Museo de la Concepción en 2007 y el flagelo en el Colegio San Vicente de Paúl, ya en nuestro 2009.

Un segundo intermedio con “La vida de cada día”, compuesto por nuevos anuncios publicitarios, es el preludio para el acto tercero: “En pos de nuevas historias”. Un segmento de sabor agridulce donde confluye lo apacible de tibios arañazos que pretendieron dar otro horizonte a la capital de Chimborazo, pero no trascendieron a una verdadera dimensión de progreso. Son las fotografías quienes hablan, reclaman, evidencian y denuncian un estancamiento del cual nuestra urbe no ha podido escapar. Los adoquines de las calles principales, levantados en los ochenta, son la misma imagen de las calles del 2009. Un crecimiento urbano desordenado, edificaciones patrimoniales derribadas, obras municipales de poca o ninguna trascendencia, hacen que quizá evoquemos con mayor nostalgia a la Riobamba de antaño.

Con esta certeza, o mejor aún con el reto de trascender, llegamos al “Gran Final”: fotografías antiguas y actuales en color, tomas aéreas y una que puede ser vista en 360 grados: un verdadero regalo para todos aquellos que disfrutan de la imagen y que van en pos de la Riobamba de futuro, perfeccionamiento y belleza que nos merecemos.

sábado, 22 de enero de 2011

Los nuevos desafíos de la educación II

Frente a los actuales retos el sistema educativo debe plantear nuevas opciones. Una constante actividad reflexiva donde cada institución analice sus verdaderas necesidades y dé a sus educandos lo que necesitan y no lo que quieren. En este sentido, vemos como nuestras generaciones viven la era del pedir, del consumir, del satisfacer el ego. Se cubren falsas necesidades, se inventan requerimientos no imprescindibles para una sana existencia; esto genera una sociedad frívola con seres individualistas sin ningún criterio de solidaridad. Aquí la educación debe cumplir un proceso que permita a la persona madurar para sí misma, interiorizar de forma objetiva y crítica el mundo que la rodea, no para aceptarlo tal como lo presentan, sino para transformarlo en beneficio común, y luego con sentido social inmiscuirse en el entorno para servirlo y así alcanzar el fin supremo de la vida, que es la conquista de la felicidad.

Desde los primeros años, la educación debe guiar a los individuos en la construcción de un proyecto de vida, es decir partir de su valor persona y como tal plantearse metas, objetivos, sueños más allá de la comodidad o el facilismo. Aprender no para promocionarse de curso o adquirir un título que pende inútil de una pared, sino aprender para ser. Por ello, es vital que la escuela se plantee: ¿Qué realmente debe aprender un estudiante? ¿Qué debe enseñar la escuela de hoy? Ante estas interrogantes vale la pena insistir en una formación que no reproduzca un aprendizaje sino que sea generadora de ideas y nuevos saberes. Una educación que permita al individuo conocer y convivir con otras culturas pero sin olvidar la suya. Una educación que enfrente la trivialización de los valores trascendentales defendiéndolos como el soporte para el desarrollo social desde su mínima célula que es la familia hasta el gran criterio del hombre como ciudadano planetario.

El ser humano es una unidad bio-psico-social y desde esta perspectiva es ineluctable su formación holística; esta comprende también el fortalecimiento del gran don del hombre y la mujer: su esencia espiritual, que los vuelve superiores a los vegetales y las bestias. Una educación que no tome en cuenta esta dimensión, condena al individuo al vacío existencial que a la vez es fuente para la degradación de la humanidad. Por experiencia sabemos que la mera formación científica o técnica no garantiza un ser humano comprometido con su entorno. Eminentes profesionales han sido y son causantes de muerte y destrucción en sus países. Grandes inteligencias enclaustradas en la fría ciencia sirven a la guerra, al delito, a la corrupción, al abuso de poder.

Una verdadera reforma en educación debe buscar la formación del ser humano en su identidad, su dignidad; una formación que apunte a lo trascendente y no sea un simple cumplimiento de estándares donde los individuos se masifiquen y dejen de ser personas.

Los nuevos desafíos de la educación I

La aprobación de la nueva Ley de Educación Intercultural, abre un inmenso horizonte para el quehacer educativo de nuestro país. Las propuestas de evaluación a todos los actores, la participación directa de padres de familia, la profesionalización para los docentes, el cumplimiento de estándares, son entre otras las innovaciones que, según manifiestan los entendidos, pretenden desarraigarnos del abismo educativo en el que hemos caído. Es indiscutible que en una sociedad dinámica y de constante cambio como la que vivimos se torna urgente buscar nuevas direcciones para no seguir anclados al pasado. Era inadmisible que a las nuevas generaciones se las pretenda educar con metodologías, criterios y hasta contenidos ajenos a la realidad que vivimos.

La educación de los individuos siempre debe considerar el entorno en que este se desenvuelve, porque para bien o para mal, la economía, la política y la sociedad misma, son factores determinantes de todo proceso educativo. Por esta razón, para educar hay que estudiar, analizar e interpretar el medio, para así comprenderlo, y a partir de la realidad, dirigir la labor de las aulas. Vemos como la globalización nos ha llevado a una somera visión de todo el planeta, pero no por ello a una justa o eficiente comprensión del mismo. Al contrario: el culto a la superficialidad, el relativismo moral, la exagerada tendencia al placer y la fiesta nos han convertido en seres vacíos con profundas crisis de valores.

El deterioro de la familia, la falta de autoridad de los padres, el permisivismo al que se han acostumbrado nuestros niños y jóvenes claramente confluyen en la pérdida de autoridad del maestro quien ya no puede orientar o corregir so pena de ser considerado agresor de una niñez o juventud a la que a pretexto de sus derechos se la conduce al barranco del quemeimportismo y el libertinaje.

Las redes sociales nos permiten conectarnos en línea con otra persona en cualquier lugar del orbe, pero somos incapaces de relacionarnos con quien está a nuestro lado. Los avances tecnológicos que prometían mejorar la comunicación humana nos han conducido a estados de severo autismo, donde los usuarios de celulares, laptops, tabletas electrónicas, entre otros inventos, se apartan del universo real para vivir experiencias de ficción fuera de su mundo familiar y social. Incluso la idolatría que sentimos por la tecnología, hace que no cuestionemos ninguno de sus principios y la llevemos a un nivel de absoluta certeza, olvidando que es esta la que debe estar al servicio del hombre y no como hoy ocurre, que somos nosotros quienes hemos sido esclavizados por lo tecnológico.

La perspectiva frente a la vida natural, a las especies, a lo ecológico, ha planteado en nuestras sociedades trascendentales retos de supervivencia. La responsabilidad que tenemos no solo con el planeta sino con las generaciones venideras obliga a una reeducación que optimice los recursos de la naturaleza descartando su mera utilidad económica y exigiendo una cultura de respeto a todo ser vivo, de manera especial a los animales a quienes bajo ningún criterio de tradición o festejo se los puede utilizar para fines que incluyan maltrato o tortura.