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sábado, 30 de abril de 2011

¿Es usted un majadero?

El diccionario de la Real Academia de la Lengua define el término majadero como un adjetivo endosable para quien es necio o porfiado. Se conoce como necio a aquel ser ignorante y que no sabe lo que podía o debía saber. Estos epítetos, muchas veces usados sin formula de juicio podrían ubicar a muchos ciudadanos en la taxonomía de desconocedores del mundo; en seres retrógradas que no saben qué tierra pisan ni bajo qué sistema político o económico viven. En otras expresiones: unos profundos iletrados frente a la vida que poseen. Mas, como las palabras adquieren numerosas acepciones durante el uso que se dan de las mismas, podemos interpretar o recrear el significado y llegar a entenderlo desde otra perspectiva. Por ejemplo, en Ecuador el término majadero puede ser atribuido a todo aquel hombre o mujer inconforme con el escenario que vive. Ser majadero, como ecuatorianismo, significaría poseer un alto deseo de libertad, una necesidad apremiante por no enmudecer la conciencia frente a la corrupción que campea de manera “legal”. Un ecuatoriano majadero es quien no silencia su voz pese a la represión, a las amenazas, al insulto sin sentido, que cuando viene de parte de quien tiene el poder es justificado, pero cuando proviene del pueblo común es sinónimo de irreverencia u ofensa.
Y al parecer los majaderos ecuatorianos aumentan. En varias provincias y ciudades la majadería parece volverse una pandemia; tal vez su origen está en el uso razonado de la dignidad, en el preclaro cuestionamiento ante las peroratas, los discursos, las quiméricas propagandas que muestran imágenes que para nada tienen que ver con la existencia cierta que llevamos. ¿Los majaderos quizá tienen una alta visión para discernir los vocablos vanos que elogian la equidad y se contraponen en la práctica con acciones autoritarias o represivas? ¿Es usted majadero o majadera por expresar lo que piensa; por ser libre, autónomo o por no compartir las ideas de otros? Si la respuesta es afirmativa creo que una infinita serie de individuos podríamos autodenominarnos de esa forma; claro está, bajo el peligro de ser vapuleados, amedrentados o encarcelados.
Son incontables los majaderos que giraron la historia en favor de los pueblos. Viene a mi memoria el más grandioso de ellos: Un galileo cuestionador de leyes tiránicas, de hipocresías, de la mentira política que desangra al pueblo. Un majadero descomunal que desde una cruz se aferró a la verdad sin tirria ni represalia; sin intereses viles ni falacias. Visto así: ¿No sería un orgullo el que nos tilden de majaderos?

domingo, 24 de abril de 2011

Riobamba: los rostros del trabajo informal


Una ciudad es un espacio que se transforma por la influencia del hombre y en el cual confluyen elementos sociológicos, económicos e industriales junto a una densidad poblacional que puede ser alta. De acuerdo al criterio económico, la principal característica del espacio urbano es la actividad laboral de sus habitantes; así, mientras en el espacio rural dominan las faenas relacionadas con el sector primario, en el mundo urbano los trabajos principales son los vinculados a la industria y los servicios. Esta afirmación, no obstante, puede tambalear si al recorrer las calles reparamos en la pervivencia de arraigados problemas sociales, la mayoría resultado de la falta de empleo, lo que convierte a las urbes en atroces selvas donde sus habitantes deben apelar al mayor de los esfuerzos para subsistir. Más que un crecimiento urbanístico, una ciudad es un movimiento humano donde se nace, se crece, se aspira a un mejor modo de vida; surgen así ingeniosas formas para ganarse el sustento: sucedáneos del empleo y modelos del subempleo. Las personas se transforman en figuras pintorescas, inconfundibles y hasta cotidianas. Sus movimientos, sus faenas, nos hablan de aspiraciones, esperanzas, fracasos, sueños. En los rostros del trabajo diario se dibuja el sentir de cada ser; son estos los involuntarios narradores de la vida de un pueblo.





En el mes de Abril la ciudad de Riobamba festeja su Independencia. Su fisonomía parece alterarse por las variadas propuestas de celebración: desfiles, elecciones de reinas, festivales, actos culturales y más eventos donde se destaca reiteradamente un hecho histórico trascendental, pero que de a poco ha cedido espacio a una fiesta más alejada de sus orígenes como próxima a devenir singular escenario de contrastes en que unos festejan y otros, al igual que cualquier día, bregan en pos de su manutención. Sin disminuir la valía de nuestros forjadores de la libertad, podemos observar a quienes en el presente forman parte de la realidad citadina: hombres y mujeres; ancianos y niños, que sin ser candidatos a una designación política, sin esperar el elogio vano, el aplauso, el monumento, son grandes para sus vidas y la de sus familias. Ciudadanos y ciudadanas que esperan las fiestas, no para gozarlas, sino para mostrar su eterno rol de sobrevivientes urbanos.

Frente a la escasez de plazas de trabajo formales, la habilidad para la improvisación, la creatividad estimulada a la fuerza, las diarias carencias… llevan al ejercicio de diligencias que pueden pasar inadvertidas, pero que, pese a los inconvenientes de estética u orden que generan, son parte del ámbito colectivo. Imaginemos un desfile sin carameleros, sin vendedores de agua, sin globos de colores o muñecos inflables que hipnotizan a los chiquillos. En el mismo contexto, los payasos, los disfrazados que, sin ser parte de comparsa alguna, ofertan baratijas, juegos de burbujas o estruendosos pitos. Complétese el singular cuadro con artesanales papas fritas, habas tostadas, chifles y más enfundados que hoy incluyen bolsitas de salsa de tomate o mayonesa como el toque para ir a par de la moda o al nivel de famosas marcas. Tampoco faltan los chochos con cuero que dieron paso a los nombrados cebiches elaborados con esos mismos ingredientes, el tradicional hornado riobambeño, las papas con cuero e infinidad de alimentos ofertados en esquinas, portales o improvisados restaurantes al aire libre. Quién no ha degustado además un helado batido a mano, una agua de coco, espumilla, algodones de azúcar, manzanas acarameladas y más dulces. Casi todos estos productos, fruto de operaciones de una sola persona que utiliza, en función de sus necesidades, la mano de obra no remunerada de sus propios familiares.

La influencia de otras culturas, los inmigrantes que regresan, los desplazados de otros países también contribuyen a crear nuevos espacios, diferentes productos, nuevas ventas. Para nadie es extraño encontrarse con obleas colombianas, chaulafanes vendiéndose en carritos, shawarmas riobambenses, pizzas cholas, hot dogs criollos, carnes a la llanera, chuzos “arena pupo” y más variopintos productos que alternan con pintorescos vestuarios para mascotas, fosforescentes cachos de diablo, espadas laser, paracaídas malogrados por cables y un sinfín de novelerías que, por lo general, terminan en la basura, rindiendo culto insensato al consumismo que nos consume con voracidad en temporada de fiestas.

Las ferias, los parques, la llegada de los juegos mecánicos contribuyen con otros actores urbanos quienes, en su lógica de subsistencia, improvisan piruetas circenses donde no faltan trapecistas, tragafuegos, malabaristas, mimos y cómicos de chistes burdos. En oposición a esta fingida alegría, apostados en esquinas o en veredas, también abundan enfermos, mendigos, minusválidos y otros “anormales” que testimonian con su perturbadora presencia la vigencia de una sociedad egoísta y desalmada frente a la pobreza.




Junto a estos informales modus vivendi, persisten otros acaso condenados a extinción: fósiles contemporáneos a los que el avance tecnológico, la modernidad, el esnobismo… despareció de a poco, pero que aún pueblan la mente de viejos y no tan viejos. Quedan rezagos de algunos de ellos y entre estos quizá el último de los últimos en su vetusta carreta que alguna vez fue del año y que hasta hoy, arreada por un caballo flaco, tiene sus riendas en mano de don Ángel Silva, que con décadas a cuestas arrastra una ristra de historias y ante quien la ciudad fue del polvo a la piedra, de la piedra al asfalto, del asfalto a los huecos que ha dado al Corazón de la Patria el nominativo de: “Pueblito de los baches”. Cada sábado, frente a la Iglesia de San Alfonso, la curiosidad o el candor empuja a los ingenuos a develar el futuro mediante una vieja caja de madera, donde un par de canarios guiados por la mano firme de su propietario -antes eran loros- con su pico extraen amañadas cartas que vaticinan la ventura en el amor o el trabajo. Y, tal vez extinta o arrumada en algún rincón, la blanca carretilla del ponchero uniformado que no circula ya por la ciudad.




Estos son algunos de los modos de sobrevivir en una ciudad que crece a ritmo vertiginoso sin la certeza de generar empleo que cubra a cabalidad las necesidades de sus vecinos: hombres y mujeres enfrentados al dilema de obstruir y halagar a sus clientes, errantes voces de las calles donde chocan con autoridades represivas, leyes que enaltecen la belleza de las metrópolis a costa del sacrificio humano. Acaso se pensará que escribir sobre esto poco tiene que ver con la algarabía de las festividades abrileñas, que hasta es ejercicio de mal gusto, pero existen realidades que, por más que lo neguemos, están presentes y nos llaman a ver el mundo desde otras atalayas. Estamos obligados a hacer del emporio en que vivimos un espacio de responsabilidades donde todos podamos acceder a mejores condiciones de vida, libres de políticas erradas que no favorecen el trabajo formal y purgado de ideas extremistas de derecha o izquierda que solo acrecientan la miseria.

Tan distante queda ya, la época del chulla riobambeño, el pasacalle, la serenata sin equipos de amplificación, el jolgorio de una “Noche de la alegría” donde las caneleras tras de destartalados reverberos combatían la tristeza y el frío. Son casi 200 años de nuestra Independencia pero para la gran mayoría de habitantes de la ciudad cada día es una nueva jornada de esperanza por no sucumbir a la pobreza. Cada día un espacio para renovar la ilusión de alcanzar la dádiva del trabajo. En palabras de Juan Pablo II: “El trabajo es un bien del hombre, es un bien de su humanidad porque mediante el trabajo el hombre no sólo transforma la naturaleza adaptándola a las propias necesidades, sino que se realiza así mismo como hombre”. Sean estas letras un homenaje a todo el pueblo común que con su labor permite que los engranajes de la historia sigan rodando. Aquellos silenciosos héroes y heroínas que salvaguardan del hambre a sus familias y que aguardan la dignidad que todos merecemos.

Testimonio Vida y obra de Monseñor Leonidas Proaño

Discurso presentado en el Salón de La ciudad el día 9 de abril de 2011


Después de muchos años de silencio el indio volvió a hablar en Chimborazo; se puso en pie y gritó sobre la alta montaña: aquí estoy, aquí existo, estoy vivo, soy hombre.., soy...

Distinguido auditorio

Estoy aquí para compartir la vida y obra de uno de los personajes trascendentales del Ecuador y el mundo. Para esto, he tomado como base el libro titulado “Testimonio”, obra del autor chimboracense, Daniel Pazmiño Guadalupe, quien en marzo de 1989 publica esta obra que busca ser, según las mismas palabras del autor, el “testimonio” sincero de un hombre, que desde la humildad conquistó la grandeza y desde el amor trasformo la vida entera de un pueblo. Monseñor Leonidas Proaño: El Obispo de los indios, de los jóvenes, el obispo rojo, el revolucionario. Quien a sí mismo en su autobiografía expresó:

“Soy hijo de familia pobre... Nací el 29 de enero de 1910, en San Antonio de Ibarra... Supe, como todos los pobres, lo que es padecer de necesidad y de hambre. ¡La pobreza!... es también un don”.

Al servicio de Dios y del mundo, el 1 de octubre de 1930, Leonidas Proaño ingresa al Seminario Mayor San José de Quito para estudiar Filosofía y Teología. El 4 de junio de 1936, fue ordenado sacerdote. Desempeñó su ministerio durante 18 años en Ibarra, dedicándolos con fuerza y decisión a la formación juvenil de los más pobres mediante la organización de la Juventud Obrera Católica (JOC) cuya metodología “Ver, Juzgar y Actuar” marcó toda su vida. En estos mismos años fundó la Librería “Cardijn”, el bisemanario “La Verdad” instancias que dinamizan la vida cultural de Ibarra.

Obispo de Riobamba, desde 1954. En pie de guerra y en pie de paz. Perseguido dentro y fuera de casa. Incomprendido por los grandes y amado por los pobres, desplegó su alma entera al trabajo en bien de la sociedad de Chimborazo y el país. En más de treinta años de ardua labor pastoral, su legado es trascendental y vasto; por premura de tiempo, me permito destacar:
En1955 publica, bajo su dirección, la revista “Mensaje
En 1958 crea el Hogar Indígena “Nuestra Señora de Guadalupe”, puesto bajo la dirección de las Madres Lauritas.

En 1962 funda las Escuelas Radiofónicas Populares del Ecuador –ERPE- encaminadas a realizar programas para la alfabetización, educación y evangelización de los pueblos indígenas. Junto a esta monumental obra destacan además el Centro de Estudios y Acción Social (CEAS), la Pastoral de Conjunto; los Equipos Pastorales, el Equipo Misionero Itinerante como medios para educar, formar, concientizar, evangelizar. Es el pionero en Ecuador de la alfabetización de los indígenas en su lengua materna, y quien por primera vez – aún antes de la promulgación de la primera Ley de Reforma Agraria- entrega, como acto de reparación histórica, las tierras de la Curia Diocesana a los indígenas, a quienes reconoció como sus únicos y legítimo dueños.
En 1967 Inicia la formación de las Comunidades Eclesiales de Base (CEB).
Desde 1967 a 1974 es protagonista de acciones de solidaridad intensa con los campesinos en los numerosos conflictos con los terratenientes locales.
En 1968 crea El Hogar de Santa Cruz, casa de formación comunitaria en las afueras de Riobamba.
En 1974 conjuntamente con Adolfo Pérez Esquivel funda la Comisión de los Derechos Humanos Latinoamericanos: “Servicio Paz y Justicia”.
En 1982 participa en la fundación del Movimiento Indígena de Chimborazo MICH y del Seminario Indígena.
El educador de la liberación, basado en la luz del Evangelio, permitió al indio ecuatoriano recobrar su dignidad e identidad. Brilla además como, poeta, historiador, defensor de los derechos humanos y un apasionado por la vida en imitación a Jesucristo.
"Jesucristo fue entrando en mi corazón y en mi vida – decía- desde que fui niño. Él ha sido para mí la manifestación contundente del amor del Padre.
Entre sus textos cuentan:
CREO EN EL HOMBRE Y EN LA COMUNIDAD

CONSCIENTIZACIÓN, EVANGELIZACIÓN Y POLÍTICA

EVANGELIO SUBVERSIVO

EL PROFETA DEL PUEBLO

EDUCACIÓN LIBERADORA
QUEDAN LOS ÁRBOLES QUE SEMBRASTE

Con los derechos de autor de sus libros, remuneraciones de conferencias y donativos, creó al final de sus días –en su testamento- la Fundación Pueblo Indio del Ecuador y el Centro de Formación de Misioneras Indígenas con el encargo de dar continuidad a su enorme trabajo liberador.
Por su fecunda labor recibió varios doctorados honoris causa, numerosos premios y reconocimientos nacionales e internacionales. Fue el primer ecuatoriano candidatizado en 1986 al Premio Nobel de la Paz. Sin embargo su mejor título se lo concede cada individuo que al conocer la vida de este insigne hombre exclama con certeza: Leonidas Proaño ha sido uno de los mejores siervos de Dios y de los hombres.
A pesar de su inmensa sabiduría, su dulce humildad le llevó a afirmar: “…Cuanto he vivido y he aprendido no ha sido extraído de las aulas universitarias de mi país o de algún otro país del mundo, sino de la cantera del pueblo, porque mi Universidad ha sido el pueblo y mis mejores maestros han sido los pobres”.
El 29 de enero de 1985, Monseñor Proaño presenta su renuncia al Vaticano por límite de edad. Cumplía 75 años. Murió pobre, sin tener dónde reclinar su cabeza. Era la madrugada de un 31 de agosto de 1988 en Quito, pero esta muerte fue antesala para una luz mayor que creció y crece en las voces de quienes junto a él lucharon. Miguel Tatamuez, frente a su féretro expresó: “Tu muerte es un eclipse de sol. Ahora estamos ante la penumbra pasajera que nos duele en lo profundo. Mañana brillará el sol, el inti taita, nuevamente y para siempre. Porque tu mensaje es ardiente en los páramos, en los lagos en los ríos, en las calles en nuestras luchas”.

Y este mensaje es el que hoy quiero elevar a plena voz desde mi alma de joven porque siento la necesidad de una nueva Patria que a ejemplo de Proaño vele por la paz y la justicia. Una Patria libre de odios, sectarismos o intereses políticos. Una Patria que luche por la igualdad, por el derecho democrático, por la justicia y por la vida. Una Patria que luche por la verdad,

En palabras de Leonidas: “La verdad se dice con la palabra. La verdad se hace con la actitud.

Esta es mi palabra, inspirada en el testimonio de Leonidas y el Evangelio. Mi voz desde mi pueblo y para mi pueblo.

Señores Señoras.

sábado, 16 de abril de 2011

¿Vivimos en libertad?

La Declaración Universal de los Derechos Humanos en su artículo 19 expresa: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”. Este principio, junto a otros, declarados el por la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 10 de diciembre de 1948 recoge los derechos que para las personas en cualquier lugar del mundo civilizado son fundamentales.
Preocupa mirar como en nuestro país, se detiene y se atropella de forma indiscriminada a cualquier ciudadano que no muestre complacencia por la figura del régimen. Este 13 de abril, en Riobamba, una mujer fue detenida abruptamente durante la visita del primer mandatario a la ciudad por un supuesto acto de ofensa hacia el gobernante y que posteriormente fue considerado como equivocación. Tras varias horas en prisión, la dama es liberada. Su rostro reflejaba la intimidación que solo puede surgir en el ámbito de un pueblo que carece de libertad. Este hecho, además de la censura a los medios de comunicación, las amenazas a los comunicadores sociales, los juicios estrafalarios donde se pretende arruinar económica y moralmente a quienes expresan sus opiniones, llevan a que la ciudadanía ecuatoriana se interrogue sobre el tipo de régimen en el que vive. ¿Acaso es motivo de prisión expresar un desacuerdo frente a un criterio político? ¿Acaso los ciudadanos ecuatorianos debemos alinearnos por una ideología impuesta por ciertos grupos de poder, so pena de ser perseguidos o encarcelados?
En un medio democrático existen libertades inalienables que no pueden ser intoleradas. Esperamos que nuestro país y todos los países sean regidos por gobernantes o políticos que entiendan que no es su función o su cargo lo que les hacen dignos del respeto del pueblo sino sus propias cualidades. Platón destacaba que son las virtudes morales las que deben regir el alma de los gobernantes para que estos no sean arrastrados por las bajas pasiones y se tornen malos dirigentes. "El gobierno será perfecto cuando en él aparezca la virtud de cada individuo, es decir, cuando sea fuerte, prudente y justo".
Esperamos que la prudencia y la justicia de nuestros líderes nos permitan vivir y sentirnos libres. El generalizado sentimiento de atropello a la libertad de opinión, de amenaza y acosamiento que actualmente experimentamos nos obliga a creer que la democracia de nuestro país es una falsa sombra que oculta otras realidades.

sábado, 2 de abril de 2011

Jóvenes y anticonceptivos

Volvemos a la pugna entre el Estado y varios frentes sociales que dilucidan entre sí, sobre la opción, que plantea el primero, para entregar preservativos y anticonceptivos a nuestros jóvenes. El Estado afianza su decisión en estadísticas sobre altas tasas de natalidad en adolescentes, embarazos a temprana edad y el prematuro inicio en la vida sexual activa que vive nuestra juventud. Al parecer, podrían considerarse razones muy de peso si pensamos que el ser humano es mera cifra de observación o lo restringimos a un ser primario que solo obedece a instintos básicos y deja de lado importantes valores existenciales.
Hombres y mujeres, somos amalgama de cuerpo, mente y espíritu, a donde confluyen los más elevados ideales y comportamientos que nos diferencian de las bestias. La lucha en contra del instinto, la elección entre lo correcto y lo incorrecto; la certeza de saber que lo podemos hacer todo pero que existen decisiones que no nos convienen, es lo que torna a la especie humana en superior creación de la naturaleza. En el momento que nos abandonamos al libertinaje, al mero placer, a la promiscuidad, ponemos en serio riesgo la existencia de lo que conocemos como sociedad civilizada. Un pueblo puede soportar crisis económicas, guerras o desastres naturales, pero ninguna civilización puede existir si sus fundamentos morales se han corroído. Estas lecciones ya la han dado los viejos imperios y también muchos países que a pretexto de la mal entendida libertad, abandonaron y abandonan a sus niños y jóvenes a una vida sin restricciones y solo han conquistado generaciones sin rumbo, carentes de principios e incapaces de discernir el bien del mal.
No se trata de una lucha en contra del pecado o una caduca postura de la Iglesia o ciertos grupos a los que les tildan de “santuchos”. La realidad es que no se puede fomentar la irresponsabilidad oculta tras una fachada de libertad o modernidad. Y aquí la primera responsabilidad la tiene la familia y allá es a donde el Estado debe apuntar sus esfuerzos. Hoy más que nunca debemos ir en pos del rescate del núcleo social más pequeño, porque si éste sigue en el camino de desintegración, mal entendido paternalismo o maternalismo, como el que experimenta hoy en día, tengamos por seguro que se habrán de derramar muchas lágrimas por los hijos del presente.
Es verdad que nuestros jóvenes inician más tempranamente su vida sexual y sin ponernos la venda en los ojos, quizá tengan una sexualidad más activa que los adultos, pero esto no significa que sea correcto. Pese a lo que aseveran muchos entendidos sicólogos, sexólogos, y demás “logos”, no es natural alentar esta conducta. La sexualidad como don para la humanidad va más allá del contacto carnal. No es solo el placer por el placer, sino el disfrute de dos seres humanos que con madurez emocional y física se juntan para un compromiso de satisfacción y autorrealización mutua que no dura una noche ni un fin de semana.
Nos preocupamos de los embarazos prematuros, de las enfermedades venéreas y más posibles consecuencias de una actividad sexual mal practicada, pero jamás mencionamos las frustraciones, las desilusiones, los corazones partidos de nuestros jóvenes, a quienes no enseñamos que la sexualidad es grandiosa cuando viene acompañada de autoestima, amor y respeto por la condición humana. Aquí esta es la verdadera tarea del Estado y la familia. No pretendamos sembrar un árbol que no tiene raíces.