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sábado, 28 de mayo de 2011

Vienen más impuestos

La redundante propaganda del gobierno ecuatoriano de autoproclamarse defensor de las clases marginales, de lucir ante las cámaras como un Estado que piensa en el bienestar de todos los sectores poblacionales de la nación, parece venirse abajo cuando se anuncia una nueva oleada de impuestos que al fin de cuentas termina pagando el mismo pueblo. En otras palabras, el gobierno de la Revolución ciudadana siente el peso de sus desaciertos económicos y al parecer no le queda otra opción que echar mano de la escuálida ciudadanía ecuatoriana para seguir solventando sus desatinos.
El panorama se complica cuando los impuestos se orientan al parque automotor, patrimonio y necesidad de una inmensa mayoría de ecuatorianos. El cobro de IVA para medicinas, un porcentaje para llamadas celulares y otras acciones tributarias, son elementos que atentan directamente contra el bolsillo popular. Muchos argumentan que es preciso crear una conciencia tributaria, pero por otra parte son los mismos voceadores de tributos quienes, pese a las grandes recaudaciones que ha tenido el SRI en los últimos años, no han demostrado de forma eficiente en dónde o cómo se emplea el recurso económico de los ciudadanos.
Todos conocemos sobre el requerimiento de tributación que tiene un país como medio para mantener y satisfacer necesidades vitales como educación, salud, vialidad, entre otras. Pero, cuando vemos que en la existencia real, estas apenas son una cortina para justificar otros gastos innecesarios o excesivos, entonces sentimos el desasosiego de contribuir con el gran esfuerzo de nuestras escuálidas economías a un proyecto que nos condena a la miseria y al hambre. Como ecuatorianos podríamos, tal vez, sentirnos dichosos; de seguro arrimaríamos el hombro si viésemos que nuestros impuestos contribuyen a mejorar la calidad de vida de todos, pero al contrario, si observamos cómo estos recursos se despilfarran en millonarias campañas publicitarias por mantener el poder y la imagen del mismo, si vemos esfumarse capitales en paseos itinerantes de un gabinete que se suma cada sábado a vocinglerías fatuas que no aportan en nada a la Patria. Si notamos como el tesoro nacional se pierde irremediablemente en una serie de políticas paternalistas que fomentan la vagancia, la desocupación y no generan empleo o producción, entonces sí estamos en la postura de exigir que no agiganten más nuestra crisis, que no nos exploten, que no sigan abusando de nosotros.
El país ha vivido una época de bonaza petrolera, la recaudación de tributos ha sido rígida y hasta severa, pero el clima nacional no cambia, seguimos pobres, hiper endeudados y más acorralados para crecer económicamente. ¿Qué se ha hecho con el dinero de los ecuatorianos?