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sábado, 18 de junio de 2011

¿Verde o no verde?

A propósito de este color que lo llevamos hasta en el sueño; un verde que según lo coloquial es sinónimo de esperanza, un verde que para los ambientalistas urge rescatar como bandera de defensa planetaria, el gobierno, siguiendo su línea verde, dice tomar un giro radical en pro del medio ambiente. Como es natural en la mala política económica la primera idea es azotar al pueblo (quien también está verde pero del coraje) con más impuestos. Visto así, mágicamente la contaminación se termina, todos volvemos a coexistir en un planeta libre de smog y como en los cuentos: viviremos felices para siempre.
Acaso si la real preocupación del Estado es velar por el ámbito natural, ¿no debería aplicar estrategias más creativas que no se basen en medidas que repriman económicamente al pueblo? O quizá, ¿atrás de esta supuesta preocupación se hallan ocultas otras intenciones verdes muy semejantes al color de los dólares que induce a la gente a inventar toda estratagema con tal de acumularlos? Suscita en mí esta interrogante cuando escucho que a más de todas las medidas “ambientalistas” se pretende, a la sombra de ellas, imponer otras cargas nada ecológicas, como la ampliación del concepto del Impuesto a la Salida de Divisas, donde los exportadores serán directamente imputados de un gravamen por su dinero en el exterior y que obviamente estos incrementos afectan más a la ya descuartizada economía nacional. No soy exportador ni nada afín, pero el ciudadano más incauto conoce que cuando el que está arriba es afectado en sus intereses económicos, el único que paga los gastos es el de abajo: En mundano lenguaje la típica ley del gallinero.
No podemos excluir la urgencia por la defensa y preservación del entorno natural e incluso no se descartaría la aplicación de una carga tributaria, pero ésta debería ampararse en un serio estudio técnico que compruebe se efectividad; a más de direccionar los recursos económicos obtenidos en actividades de la misma índole.
Un problema ambiental no se soluciona con gravámenes fiscales. Todo debe partir de una reeducación de la gente, por ejemplo, así como el SRI invierte grandes sumas de dinero en las escuelas buscando crear conciencia tributaria en niños y jóvenes, podría hacer lo mismo, pero en bien del medio ambiente. Las mismas grandes cadenas de negocios favorecerían la disminución del derroche plástico si optaran nuevas estrategias. El gobierno por su parte ha demostrado extraordinaria habilidad en el manejo de la publicidad así como gran disponibilidad de recursos para este fin. ¿Qué tal si ahora utilizara estos recursos para lo ecológico? En conclusión: No por vestirse de verde o calificar una actividad de ecológica esta puede tener tal naturaleza.