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sábado, 19 de noviembre de 2011

Comentarios: Camus, el periodismo comprometido

Comentarios: Camus, el periodismo comprometido

lunes, 14 de noviembre de 2011

Riobamba: ciudad de melodías y canciones

La música es el lenguaje de los pueblos. La forma simbólica de cultura que cuenta sus costumbres, pasiones, desdichas, la pregonera de arduos caminos o nuevas ideas que configuran el sentir y el pensamiento de cada generación. Son las notas y las letras las que delatan el espíritu de sus habitantes, su composición anímica, su sicología, su relación con el espacio existencial que ocupan. Desde la antigüedad la música ha sido inseparable compañera del ser humano. Estudios develan su presencia en los albores de la prehistoria como elemento sustancial para el crecimiento del hombre y de los pueblos. Se cree que las primeras manifestaciones musicales imitaban los sonidos de la naturaleza, emulaban todo lo audible; así, en lento proceso evolutivo, el ritmo, la cadencia y la armonía crecieron junto al ser humano. Testimonios de la antigua Mesopotamia, con más de 4.000 años de antigüedad, cuentan de ritmos que acompañaban festejos, rituales, victorias guerreras. En América, la música pre colonial enfatiza una coexistencia donde flautas de pan, rondadores, bombos y otros instrumentos de materiales vegetales o hueso acompañaban el festejo, la algarabía, el triunfo o la muerte, en una mezcla singular de la alegría y nostalgia que impregnan los ritmos de los pueblos andinos. La época medieval con sus cantos gregorianos, el Renacimiento con el uso de una instrumentación más compleja, el Barroco que refina la estructura y sobretodo los "adornos" interpretativos de la música y donde se afianza la ópera como forma musical; el Período clásico que corresponde a la música docta compuesta entre 1730 y 1820, y cuya denominación se mantiene hasta la actualidad como modelo de composiciones exquisitas; la música moderna, la inmensa variedad de estilos musicales como el pop, el rock, el jazz… dan fe de la íntima reciprocidad entre individuos y cultura; de ese ineludible vínculo de la humanidad con la armonía que parece prolongarse desde las íntimas fibras del alma hasta la melodía que vence el tiempo y se queda vibrante en los pentagramas universales. Escuchar un himno, una canción, el silbido de alguna tonada que quizá nos persigue desde la cuna nos lleva a vivir un cúmulo de sensaciones, nos invita a evocar la Patria, el hogar, el pequeño pueblo o la ciudad lejana; las canciones se componen y se escriben para que los sentimientos vivan. En el caso de Riobamba, tierra de grandes compositores, músicos, poetas y más cultores del arte, son cuantiosos los autores locales o foráneos que, imbuidos por la poética atmósfera de la Sultana de los Andes, tallaron con notas de eternidad el nombre de la mágica urbe andina, sus atractivos turísticos, la belleza de sus mujeres, sus encantos, sus tradiciones. Entre ritmos de pasacalle, albazo, pop, novedosas tendencias electrónicas e inéditas variantes musicales, los cantores entonan con sentidos versos la existencia del riobambeño, su cotidianidad, su avance entre los senderos de la modernidad, el orgullo de pertenecer a una tierra muy noble y muy leal. La pasión por la música, el anhelo de perennizarse entre los vericuetos de la historia, el mismo amor por la esfera donde se nace, se vive o se ama, o cualquier otro motivo, han dado como resultado múltiples creaciones musicales desde diversos géneros. Con un Salve oh Patria Riobamba en Noviembre, Salve oh Patria Riobamba en Abril, Jorge Moncayo Donoso, erigió el legado de libertad, el linaje de ilustres hombres como Maldonado, Velasco y Orozco. Al son del pasacalle, Guillermo Vásquez Pérez, con la idea de perennizar un recuerdo para su amada, retrató con alegría y delicadeza la belleza de las damas de este Paraíso de los Andes: La mujer preciosa, bella riobambeña, emblema de ciudad que anhelamos consolide su vocación para el turismo y la educación superior. El riobambeño, en la composición de Gerardo Arias, aparece como el chulla de pura cepa, encantado de su tierra, libre de penas para recorrer los tradicionales barrios de Santa Rosa, La estación, San Francisco, San Alfonso, Bellavista y otros que en recientes décadas se han desbordado en medio de un notable desorden urbanístico que mengua para Riobamba la condición de joya donde todos pasan bien. Hace unos días, cabe informar, se grabó en Quito una nueva versión del Chulla Riobambeño a cargo de Paco Godoy, talentoso músico y compositor coterráneo que sigue la melodía original pero la enriquece con un virtuoso estribillo.
Y, según letra de Tomás Oleas, sobre tema originalmente llamado Saca pañuelo, si algo bueno hay en mi tierra, son las guambras de Riobamba, donde reina el Chimborazo y el Altar: íconos de la majestuosidad del paisaje donde impera lo glacial, la nieve, el encanto de edenes encubiertos de misticismo donde nacen manantiales y leyendas, donde el tembloroso pajonal otea con solemnidad el paso de fantasmas e intrépidos alpinistas hechizados por el reto de conquistar los sempiternos fríos. Con la nostalgia del tango rioplatense la letra de Cepeda Astudillo y la música de Paco Godoy confluyen en Riobamba en Buenos Aires y cuentan cómo y por qué una calle de la capital argentina recuerda a nuestra ciudad, Lavalle y la batalla que selló su independencia y otros cuadros afines; no falta en esta singular composición, interpretada por Matías Giovanonne y músicos de la orquesta Señor Tango, las voces lunfardas vertidas desde la ironía y connatural humor de su letrista. Desde una óptica más cotidiana, el español Gerardo Garcés, canturrea el tránsito de la nocturnal Riobamba con sus parques llenos de luz, su condición de tierra amada, de la más bonita, con gente sencilla, y mercados que dan vida y color; ciudad a quien se la lleva en el corazón y en los recuerdos. Henry Estrada, cantautor contemporáneo, combina su talento con voces infantiles; en tierna armonía eleva la confianza para un mejor espacio vivencial: Riobamba, la ciudad bastión de esperanza, donde perduran los sueños, se respeta la fe, se defiende la vida como muestra del amor que el riobambeño brinda. Cuna de grandes hombres de ciencia cultura y arte como la define Ángel Urquizo en el pasacalle Canto a Riobamba, la tierra que se la lleva en el pensamiento sin que se la pueda olvidar; y así, cuando la distancia coloca brechas entre la tierra y el hombre conviene arrimarnos a las calles largas de Teodoro Remache donde la ciudad, al ritmo de rumba, evoca los sueños de la niñez, los amores adolescentes, el viejo tren, la calle diez de agosto cual un carrusel y donde las generaciones desde antaño tejieron el legado de inmortal emporio para el Ecuador y el mundo. Desde el albazo, el pasacalle, el sanjuanito, o las actuales variantes de la música electrónica que ha estilizado o deformado, cuestión de criterios, las composiciones clásicas o ha creado nuevas melodías, todos confluyen a emplear el arte como recurso para la exaltación, para el incremento del lenguaje universal que es la música, la mejor evidencia del mayor sentimiento humano; en palabras de Kurt D. Cobain (1967-1994), músico estadounidense, “La música es sinónimo de libertad, de tocar lo que quieras y como quieras, siempre que sea bueno y tenga pasión, que la música sea el alimento del amor”. En testimonio de esa libertad y ese amor perenne, Riobamba, según compilación de Franklin Cepeda Astudillo, registra al menos 56 temas musicales, instrumentales o cantados, en una decena de géneros entre los que priman pasacalles y pasillos. Parte de este breviario será incluido en uno de los compactos que acompañarán al libro La música ecuatoriana: memoria local Patrimonio global, obra de Mario Godoy Aguirre y Cepeda Astudillo, editado por la Casa de la Cultura Núcleo de Chimborazo y el Municipio de Riobamba. Como preámbulo a la futura publicación, aunque a riesgo de omitir involuntariamente alguna valiosa contribución composicional, cito varios temas con sus respectivos autores: A una Riobambeña, sanjuanito de Julio H. Borja; Abrileña flor, pasillo de Tomás Oleas; Adiós a mi tierra, balada de Gigi Larrea; Bella Sultana, pasacalle de Rubén Uquillas Fernández; Blues de Riobamba, blues de Henry Estrada; Adiós riobambeña, danzante de Tomás Oleas sobre música de Gonzalo Badillo; Carnaval de Riobamba, carnaval de Tomás Oleas; Contrapunto riobambeño, carnaval de Mario Godoy Aguirre; El chulla riobambeño, pasacalle de Gerardo Arias y Arias; Qué viva Riobamba, albazo de Miguel Antonio Pástor; Riobamba de mis amores, pasacalle de Guillermo Ayerve; Chochos con cuero, sanjuanito de Nelson Melo; El chulla riobambeño, pasacalle de Gerardo Arias y Arias; Himno a Riobamba, himno de Jorge Moncayo Donoso; Homenaje a Riobamba, pasacalle de Manuel Rojas Méndez; La Loma de Quito, pasacalle de Julio Humberto Borja Gallegos; Mujer riobambeña; pasacalle de Luis Gavilánez Díaz; Mujer riobambeña, pasacalle de Luis Gonzalo Godoy; Mujer riobambeña, pasacalle de Mario Godoy; Noches riobambeñas, pasacalle de Tomás Oleas, Postal riobambeña, pasillo de Mario Godoy Aguirre; Riobamba, canción de Gérardo Garcés; Riobamba ,tango de Juan D’Arienzo; Canto a Riobamba, pasacalle de Ángel Urquizo; Riobamba, sultana, pasacalle de Gustavo Velasco Montesdeoca; Riobamba Altiva, pasacalle de Wilfrido Olivo; Riobamba bella sultana, pasacalle de Mario Godoy; Riobamba cuna de amor, pasacalle de Roberto Espinoza; Riobamba de esperanza, canción de Henry Estrada; Riobamba de mi vida, pasacalle de Gerardo Arias y Arias; Riobamba de mis ensueños, pasacalle de Luis Alberto Murriagui; Riobamba en Buenos Aires, tango de Franklin Cepeda Astudillo; Riobamba niña hermosa, pasillo de Mario Godoy Aguirre; Riobamba primigenia, pasacalle de Gustavo Velasco Montesdeoca; Riobamba señorial, pasacalle de Luis Almeida; Riobamba, sultana, pasacalle de Luis A. Nieto Guzmán; Riobamba, tierra de encantos, pasacalle de Jorge Salas Mancheno; Riobamba tierra mía, pasacalle de Gonzalo Badillo Baldeón; Riobamba tierra señorial, valsecito de Guido Arteaga; Riobamba, tierra de ensueños, sanjuanito de Manuel Rojas Méndez; Riobambeñita, pasacalle de Guillermo Vásquez Pérez; Riobambeñita, albazo de Manuel Rojas Méndez; Riobambeñita bonita, cumbia de Marco Antonio Ojeda; Santa Rosa de mi vida, pasacalle de Julio César Murillo; Soy de Riobamba guambrita, danzante de Tomás Oleas (Sobre música de Ay caramba); Sultana despierta, reggae de Jorge Sánchez y Fernando Chávez; Treno, pasillo de Guillermo Ayerve; Vengo a cantarle a mi tierra, rumba de Teodoro Remache; Viva Riobamba, pasacalle de Joaquín Gavilánez Díaz, Viva Riobamba en abril, de Miguel Antonio Pástor; Alma riobambeña, pasillo de Gerardo Arias y Arias… Que las composiciones clásicas erigidas para La Sultana palpiten imperecederas en la memoria de todos quienes cortejamos el encantamiento de la urbe andina; que sean hálito inspirador para descubrir en una esquina de nostalgia o de bohemia el cosmos donde nuestros ojos vislumbraron el mundo por vez primera. Aguardamos más interpretaciones musicales que aviven a las lindas guambras, al taita Chimborazo, a Riobamba, La joya de los volcanes, enhiesta de nuevo rostro ante el peregrinaje de siglos venideros.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Solo en noviembre

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Se fue el feriado. La tumbas de los cementerios que se llenaron de flores se quedan resecas y olvidadas al igual que en otros días. Los niños/as vendedores de agua, los carameleros, el carro de los helados, los ceviches, las empanadas, las rosas de precios elevados... Todos han partido. Poco a poco vuelve la calma al camposanto; el tumulto que lo invadió por el Día de los difuntos regresa a su trabajo, a las casas, a cualquier sitio que los mantenga lejos de la muerte. Noviembre y sus difuntos dan lugar para repensar en esa extraña partida de la que generalmente no nos acordamos. Es la mejor oportunidad para entender que la vida es el gran privilegio, la oportunidad diaria que se nos concede para ser felices. La felicidad es aquella sincera manera de reír que brota en el corazón y por inercia confirma nuestra existencia. No existe la felicidad permanente, pero, al rememorar la muerte, entendemos que cada instante de vida debe vivirse a plenitud. Desechar el odio que destruye la tranquilidad, abrazar fuerte a quien amamos, es la satisfacción del compartir. Inútiles los fríos mármoles, los soberbios monumentos, los jarrones de bronce, las inscripciones en memoria del o la “Ilustre, inolvidable, modelo, distinguida” o cualquier epíteto inservible para quien ya no respira. Muy útil el gesto cordial, el saludo franco, el perdóname o el te quiero que se brinda a un congénere cuando está vivo En Riobamba- Ecuador, Noviembre es el mes para rememorar la independencia política de la ciudad. Es la gran oportunidad para redefinir el concepto de patriotismo que para las nuevas generaciones es tan alejado de la realidad; se da una connotación de héroe a aquel que murió (sea por voluntad propia o por accidente) en un campo de batalla, pero se olvida la heroicidad que todo trabajador, artesano, profesional, padre o madre de familia tiene. Se olvida que un estudiante honesto y perseverante también es símbolo de heroísmo. Un comerciante honrado, un juez imparcial, un policía no corrupto, un transportista que conduzca valorando la vida humana, son el gran tributo para la Patria y aunque no sean reconocidos ni homenajeados, para sí mismos, han construido su propia “leyenda personal”