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lunes, 12 de noviembre de 2012

Mario Godoy Aguirre: Profeta para su tierra




Mario Godoy Aguirre documentandolas cosechas de cebada en comunidades próximas a Tixán.


La humanidad no es la misma desde el auge de las nuevas tecnologías; la distancia geográfica entre pueblos y culturas ha desaparecido y vivimos un planteamiento ideológico mundial; una “aldea global”, que espectaculariza la cultura con gran peligro para la identidad individual y colectiva. Es innegable que estos cambios requieren de hondos análisis y distintas maneras de actuar, sobretodo en países considerados como subdesarrollados o tercermundistas donde su condición los vuelve vulnerables ante culturas que, favorecidas por su tecnología o economía, imponen creencias o comportamientos que descartan la autonomía de personas y pueblos enteros; peor aún si consideramos que la condición humana se deja fácilmente captar por la novedad, lo superfluo, el mero exterior de lo que le ofrecen, y olvida el verdadero contenido, origen o fondo de lo que nos rodea. Una pérdida de autenticidad que nos conduce al desconocimiento cultural de lo nativo, al olvido de lo propio, al desprecio de raíces y legados ancestrales, muchas veces alterados por fines comerciales; La cultura, como manifiesta Vicente Verdú, periodista español, está “encallada en una monocultura del dinero y la simpleza, estimula las inclinaciones más rudimentarias para creer, consolarse o sentirse bien”.

Un espacio de autenticidad de pertenencia, o individualidad es el que nos da la música, el canto, la oralidad, el ritualismo de los pueblos; toda aquella herencia de seres que, en muchos casos anónimamente, han construido un colectivo social que sirve como patrimonio cultural que no debe perder su lugar en la memoria ni en la historia. Para ello es vital el trabajo de personas que valoran sus raíces, que, pese a tiempos y distancias, se conectan con su tierra y miran su riqueza cultural como un legado para ulteriores generaciones; tal el caso del compositor, investigador y musicólogo riobambeño Mario Godoy Aguirre quien, desde una vocación  musical heredada de generaciones, busca mediante su trabajo documentar y rescatar del olvido aquellos testimonios que son esencia cultural de Ecuador y Chimborazo, sumando a estas entregas el talento creativo con que ha cantado a la Sultana de Los Andes.

Mario Godoy Aguirre, distinguido riobambeño, nació en 1954. Aprendió música con su padre, Don Gonzalo Godoy y otros notables maestros cuyo contacto estimuló sus investigaciones, consignadas posteriormente en numerosos artículos científicos publicados en importantes revistas internacionales, junto a una amplia producción bibliográfica donde destacan obras como sus textos de Educación Musical, La música en la Época Colonial en la Presidencia y la Real Audiencia de Quito, Breve historia de la música del Ecuador, El Carnaval de Chimborazo, La Música Ecuatoriana, memoria local – patrimonio global, una historia contada desde Riobamba… a más de participaciones en obras fundamentales como el Diccionario Iberoamericano de la Música. En su labor destaca además el hallazgo de 44 villancicos de la época colonial que, tras siglos de desconocimiento, han sido estudiados y transcritos a un lenguaje contemporáneo para su posterior interpretación en escenarios de Ecuador, Estados Unidos y Francia y grabaciones en Suecia. Sus lectores, por otra parte, esperan culmine sus indagaciones en torno a Julio Jaramillo, a partir de las decenas de entrevistas que ha realizado a personas que lo conocieron.

Su Breve historia de la música en Ecuador, es juzgada por Antonio Tobón Restrepo, historiador, musicólogo colombiano, como libro que “Describe tipos de músicas, repertorios, géneros, personajes y fenómenos musicales en contextos socio-culturales diversos que han tenido por escenario al territorio del actual Ecuador. […] además, [de]  desarrollar una visión interpretativa e interna de la música mestiza. […] Se puede ver que interesa a Godoy contribuir en la construcción de un relato de memoria de la música que deje de lado -al menos al nivel del discurso- el tono eurocéntrico y que reconozca la realidad multicultural del país”(Revista Musical Chilena, Año LXV, Enero-Junio, 2011, N° 215, pp. 69-71).

Mario Godoy Aguirre en la laguna de Colta, junto al gran pianista cubano Jesús, “Chuchito” Valdés

Junto a este invaluable aporte bibliográfico, Godoy además, deja su huella con su faceta de productor y animador musical con seis festivales musicales en el nevado Chimborazo (1986 – 1990). Cinco encuentros nacionales del compositor chimboracense, Riobamba, (1985- 1989- 2012). Coordinación del Encuentro Internacional de Estudio e Interpretación del Pasillo en América, Quito, (18-22 - IX – 1995). Dos festivales en el Jardín Azteca de la OEA, Washington DC., EE.UU. Coordinador del Festival Sumac Jahuay, Cacha, Chimborazo, 2012.  

Su trayectoria profesional lo ha llevado a desempeñar importantes cargos en la gestión cultural nacional; destacamos la más reciente labor de este año 2012, donde se desempeña como Consultor para el INPC Regional 3 en la investigación y documentación del Jahuay, canto ritual de la cosecha y como profesor invitado de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador y Curador y conferencista del III encuentro Internacional de Musicología, Loja 2012. Su generosidad para con Riobamba lo motivaron a viabilizar la presencia del gran pianista cubano Chuchito Valdés y los músicos húngaros Ákos Tarnok y Zoltán Juhász, en actuación que engalanó el V Encuentro del Compositor de Chimborazo organizado con la Casa de la Cultura, a fines de octubre de este año.

El jahuay, canto ritual de la cosecha, uno de los trabajos que actualmente Godoy desarrolla en diversos sectores de Chimborazo, nos remonta al mundo de algunas comunidades, donde al ritmo marcado por el Paqui (cantor que preside la cosecha) se recoge el generoso fruto de la madre tierra, siendo este canto el que acompaña las largas faenas de trabajo, documentadas con profesionalismo por un investigador que, con sencillez, paciencia, sin poses de vanidad y con profundo respeto, comparte sus alimentos y experiencias con sus hermanos indígenas.

Mario Godoy Aguirre, como compositor, tiene a su haber numerosos pasillos,  sanjuanitos, danzantes, yaravíes, valses, tonadas, chigualitos, carnavales, aires típicos y cantos infantiles y religiosos, insertados en los orígenes de las manifestaciones humanas y sociales de la nacionalidad ecuatoriana, la más rica en expresiones populares de la extensa cordillera andina. En labios del pueblo cobran vida canciones como Solidaridad, Padre Nuestro, Carnaval de Riobamba…

Son muchas las distinciones que por su labor ha recibido pero, en su peregrinaje como cultor y guardián de la música, destaca su calidad humana, ese amor maravilloso a su esposa Mercedes y a sus hijos David, Daniela y Cecilia, quienes comparten su generosidad, su amplia sonrisa y su mirada que sueña en que la solidaridad sea el signo de nuevos tiempos. Hay tantas cualidades que se le pueden sumar a un hombre distinguido pero la más importante es la de caballero, hijo predilecto de una ciudad a la que no ha dejado de volver. El tiempo, más temprano que tarde, saca a relucir sus méritos, la pertinencia de sus empeños relegando en el olvido a malos vientos que nunca han logrado doblegarlo. Mario Godoy Aguirre no ha sido, ciertamente, profeta en su tierra, pero sí para su tierra. Su palabra y obra son testimonio de que la grandeza no está en lo que egoístamente poseemos para nosotros mismos, sino en lo que legamos para la sociedad y las posteriores generaciones.


 

Mario Godoy Aguirre en Santa Teresita de Guamote, durante la documentación del Jahuay.