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lunes, 21 de abril de 2014

Mercedes de Jesús Molina: su legado en Riobamba




En pleno Siglo XXI nadie se envanece con seudoalabanzas que magnifican la fama de una ciudad. En el caso de Riobamba, calificativos como: Muy Digna y muy Leal, Sultana de los Andes, Corazón de la Patria y otros vítores, dados a nuestra urbe, no ocultan el deterioro que esta padece. Mirar sus calles polvorientas, sus obras viales ejecutadas sin planificación alguna, sus casas patrimoniales derrumbadas, su crecimiento urbano antiestético, la pérdida de importantes oficinas públicas, trasladadas innecesariamente a otras provincias, y más aspectos que en lugar de encauzarnos al progreso nos hunden en un primitivismo cultural, económico y moral, invita a meditar en todos los entuertos que habrá de deshacer para recuperar aquella gloria arrinconada en las páginas del ayer.

En tal sentido, es vital rememorar legados que, pese al tiempo transcurrido, aún dan relevancia a nuestra tierra. En este caso, cito la obra de Mercedes de Jesús Molina, quien el  14 de Abril de 1873, inició una labor pionera para la espiritualidad y la educación ecuatoriana, al fundar  el Instituto Santa Mariana de Jesús, que tuvo su primera sede entre las calles diez de agosto y García Moreno, edificio donde funciona el Colegio Riobamba Centro.

La fundadora, sin ser riobambeña, trabajó arduamente por esta ciudad. Entre privaciones, pobreza y conflictos políticos levantó una obra que hoy se halla en cinco continentes. Para comprender mejor la trascendencia de este aporte nos remontamos a 1828, cuando Don Miguel Molina y Doña Rosa Ayala, en el pueblo de Baba, actualmente parte de la Provincia de Los Ríos, pero en ese entonces, Departamento de Guayaquil,  traen al mundo a Mercedes, venerada hoy, como “La Rosa del Guayas. Antes de cumplir dos meses de nacida la pequeña quedó huérfana de padre; cuando contaba con doce años, la muerte le arrebató también a su madre.

Mercedes en medio de su orfandad, dueña de una gran fortuna, tuvo la responsabilidad de velar por sí misma y orientar su futuro. Conoció los halagos del dinero, sintió el deseo de agradar, de ser admirada, de impresionar. La adolescencia la convirtió en una hermosa mujer a quien atraían los vestidos lujosos, las joyas, las tertulias sociales, las fiestas de salón; a pesar de ello su alma no se extravió en lo mundano y fue espejo de proba conducta. Pronto despertó en ella el primer amor; conoció a un joven de la nobleza guayaquileña quien pidió su mano en matrimonio. Los días de noviazgo fueron  felices, mas, una tarde, luego de una caminata, ella se retiró a su habitación, se sentó frente a su crucifijo, lo tomó entre sus manos y con rostro emocionado le juró fidelidad perpetua. Ulteriormente renunció a todo bien material, donó sus vestidos, despidió al novio y se apartó de las comodidades para entregarse a la santidad.

El 1 de febrero de 1867, emitió los votos privados de pobreza, castidad y obediencia e ingresó al servicio de un asilo de huérfanas. Desde entonces se destacó su nombre como modelo a imitarse, mas, su humildad no buscaba fama ni elogio. Abandonó el orfelinato para dirigirse a la selva oriental donde en medio de las enfermedades, el clima agreste y la barbarie de las tribus aborígenes, se desempeña como misionera y maestra. El amor que Mercedes inspiró en estos  clanes fue tan grande que ellos quisieron adueñarse de su vida. Se ve obligada a dejar la misión y retorna a Cuenca donde es recibida con júbilo por sus habitantes. Entregó unos pocos días al descanso, luego asumió la dirección de un segundo orfanato, donde permaneció de 1871 a 1873. El asilo marchaba bien, pero Mercedes sabía que no era ese el lugar ni la obra que anhelaba. Como respuesta a sus deseos, recibió una carta del Padre Domingo García, mismo que se hallaba en Riobamba y a quien el Obispo de la diócesis, Monseñor Ordóñez, había entregado una casa destinada a un orfanatorio para la educación de niñas pobres. Mercedes Molina, junto a tres de sus colaboradoras: Mercedes Cepeda, Ángela López y Virginia Carrión, llegaron a la capital de Chimborazo el 13 de Enero de 1873. Al día siguiente estas cuatro mujeres realizaron su profesión religiosa para fundar así la Congregación Mariana de Jesús.

De 1873 a 1883 la Madre Mercedes cultivó su rosal espiritual. Desempeñó cargos de: superiora, súbdita, maestra de novicias, directora espiritual de niñas, enfermera y portera. El 3 de Junio de 1883 se vio acometida por una fuerte enfermedad. Su alma voló al seno de Dios el 12 de junio de ese año, a los 55 años de edad. El recuerdo de sus virtudes, su fama póstuma y los múltiples favores que ha obrado Dios por su mediación, permitieron que sea Beatificada el 1 de febrero de 1985.

En memoria de esta ejemplar mujer, se levanta en Riobamba un santuario ubicado en las calles Mariana de Jesús y argentinos. En su ingreso principal, luego de subir algunas escalinatas, encontramos una escultura yacente de Mercedes Molina, que representa su cuerpo inerte; sobre ella se levanta una pintura realizada en 1985 por Eloy  Narea con motivo de la beatificación.
 

A mano izquierda se halla el acceso al subsuelo donde su cripta guarda restos de varias hermanas de la comunidad, así como de muchas personas que, por devoción, han pedido ser sepultadas en este mausoleo, abierto también a la colectividad en general.

Al ingresar a la iglesia nos hallamos con la nave central que conduce al presbiterio donde en su parte frontal superior se observa una escultura que representa la Santísima Trinidad, lo que en años anteriores dio este nombre al templo. Actualmente se denomina “Santuario Beata Mercedes Molina. Al pie del altar mayor encontramos los restos de esta mujer santa, que reposan allí, en una urna de mármol, desde el 12 de abril de 1993.

Esta iglesia de corte moderno tiene una  estructura de hormigón de forma paraboloide que genera la nave principal, la cual es intersectada por otras más pequeñas. En su parte superior podemos observar una serie de 48 vitrales, 27 de los cuales se cambiaron tras la explosión del polvorín de Riobamba en el 2002. Estos nuevos elementos fueron realizados por un artista cuencano de apellido Veintimilla.  

En las naves laterales están presentes distintas pinturas que fueron colocadas en abril de 1998, por gestión de la Hna. María Elena Contreras, Superiora General de la comunidad de ese entonces. Los lienzos rememoran importantes momentos de la vida de la Beata ecuatoriana y fueron elaborados por el pintor V. Rivadeneira A.

Uno de los principales atractivos de este santuario es su Centro de Espiritualidad, creado en el año 2005 por iniciativa de la Hna. María Elena Narváez, Madre General de aquella época. Esta réplica, erigida donde antiguamente reposaban los restos mortuorios de la fundadora, fue realizada por los Hermanos Bernal, artífices riobambeños, quienes en sus dioramas recrean diversos momentos de la vida de Mercedes Molina. El centro consta de diez salas a las que se accede por una puerta ubicada al lado derecho de la entrada principal. Antes del ingreso a ellas encontramos un corredor empedrado donde destacan una serie de vitrinas con fotografías referentes a las obras de las Hermanas Marianitas alrededor del mundo.

La primera sala, Santa Marianita,  alberga una figura de esta Santa ecuatoriana con una réplica en miniatura de la casa que ella ocupaba en Quito durante el Siglo XVII. Mariana de Jesús es la Patrona del instituto de las Marianitas.

La segunda sala, Mercedes Molina, acopia documentos sobre el lugar de nacimiento, la familia y otros aspectos de carácter personal de la Beata en sus primeros años de vida.
La tercera sala, La misión, evoca la labor misionera de Mercedes en la región de Gualaquiza.
La cuarta sala: Fundación,  contiene un retablo del antiguo templo de la Casa Madre donde está la imagen original del Santo Cristo ante el cual Mercedes Molina volcó su devoción y decisión inicial. El ambiente se complementa con una pintura concerniente a la primera profesión de votos y la fundación del Instituto.

La quinta sala, Oratorio, exhibe pinturas sobre trascendentales experiencias contemplativas de Mercedes Molina: La visión del Rosal, su encuentro con Jesús y su muerte. En este espacio también se halla el relicario donde permaneció el cuerpo de ella, desde 1954 hasta 1993.   

La sexta sala, Celda.  Antes de acceder a ella, nos encontramos con una efigie de Mercedes junto a dos chiquillos, símbolo de su labor como maestra. Ya en la celda, apreciamos una emulación de su  sencillo dormitorio compuesto de un camastro sin sábanas, los cilicios para actos penitenciales y los utensilios utilizados en el diario vivir. Entre esta sala y la siguiente hallamos un corredor que rememora la Primera comunidad. Destaca ahí un cuadro alusivo al trabajo manual de Mercedes en beneficio de su naciente obra. 

La séptima sala: Labores, retrata los distintos oficios a los que las primeras hermanas marianitas se dedicaban para ganarse el sustento y mantener sus obras de caridad. Estos eran: elaboración de hostias, manteles, bordados, labores de costura, ornamentos, velas, troquelados y tejidos.   

La octava sala, Panadería. Retrata esta actividad artesanal realizada por las primeras religiosas de esta orden en miras a su propia manutención.

La novena sala: Biblioteca, reúne libros y cuadros históricos que acompañan el documento de la Ordenación Pontificia del Instituto. En ese mismo lugar reposan dos cajas mortuorias, utilizadas inicialmente para guardar los restos de Mercedes. Destacan además varias fotografías del antiguo Guayaquil como testimonio de los orígenes de la fundadora.  Para finalizar, una décima sala agrupa la galería con  los retratos de las Hermanas Marianitas que han ocupado el cargo de Madre General en diferentes fechas.

Este memorial está abierto para todo público. Las religiosas marianitas invitan a visitarlo para así conocer una parte fundamental de esta obra nacida en Riobamba y diseminada alrededor del mundo. Para la realización del presente artículo, tuvimos la oportunidad de visitarlo gracias a la colaboración de las Hermanas: Esthela Crespo, responsable de la difusión de la vida y obra de Mercedes de Jesús Molina, pro canonización. Mercedes Vera, Superiora de la Comunidad y Lolita Salazar, responsable del cuidado del santuario.   

Mercedes de Jesús Molina es paradigma de las causas que defienden la vida y el amor misericordioso donde existe dolor humano.  Fue una maestra ejemplar, una laica comprometida, una religiosa íntegra, una ciudadana al servicio de Riobamba para quien heredó la primicia de una educación firme, al servicio de la mujer y de las clases desposeídas. 




A MERCEDES MOLINA
 Rowny Pulgar Noboa 

Mujer: ahora que conozco un espacio de tu vida
te amo con los delirios  de mi mundo.
Soy una gota de lluvia entre el manantial
taciturno de tus obras.
Soy el ruiseñor que despierta en las noches de bruma
para beber el sueño de tus ojos.
Soy el fantasma triste que recoge el paso de tu huella
y luego se esconde bajo la luna para palpar tu alma.

Solo tú mujer puedes ser pretexto para mis dudas,
porque tu obra se teje entre los pinceles y los versos,
y como  rosal de arco iris aletea tu mirada
entre los arrugados horizontes del tiempo.

Por ti mujer
he dejado volar la pluma
por los papeles de mi pensamiento,
y al filo de la madrugada evoco tus pasos transeúntes
que imagino escuchar entre las desoladas calles.

Por ti mujer
elevo los átomos azules
del cansancio que derrumba mi arquitectura,
y con una copa de soledad en la mano
brindo por este instante, y esta obra.
        



Artículo publicado en la Revista de Diario Regional "Los Andes", de la ciudad de Riobamba, el 21 de abril de 2014, con motivo de las festividades independentistas. 

¿Censuramos el humor?


Al fin las autoridades parecen considerar el contenido burdo e inapropiado que  presentan  ciertos programas a través de la televisión nacional. Han pasado años desde la publicación de un artículo personal titulado “La pareja feliz”, donde expresaba lo que hoy el defensor del pueblo: Ramiro Rivadeneira, calificó como "repugnante". Este epíteto, quizá en extremo hiriente, devela el sentir de cuantiosos televidentes expuestos a una violencia que se cola a través de la pantalla en desmedro de la calidad artística, el respeto y la tolerancia.
 
El humor es un elemento necesario para el bienestar humano; fomenta relaciones interpersonales,  confiere sosiego en medio del esplín cotidiano; pero cuando este humor proviene de la burla hacia nuestros semejantes, cuando la risa que provocamos nace de la humillación o el menoscabo a la integridad de otra personas, este deja de ser tal para convertirse en un componente de agresión social.

Programas televisivos como: ‘Vivos’, 'La pareja feliz', 'Mi recinto', 'Los compadritos', por citar algunos ejemplos, no puedan salir del anodino círculo del chiste de doble sentido, la alusión sexual o la discriminación. Es preocupante que sus guiones, tan repetitivos y mediocres, siempre incurran en el desmedido uso de la sensual figura femenina como medio único para atraer a la teleaudiencia. Esto refleja la pobreza creativa de sus productores, quienes consideran a su público como ente  ignorante e incapaz de divertirse mediante un humor fino e inteligente.     

No buscamos menospreciar la labor del actor nacional, mas, un sano humor no puede fundamentarse en la violencia ni la segregación. Las conductas que estos programas, mal llamados cómicos, trasmiten son replicadas por jóvenes y niños en los centros educativos o en el seno de las familias donde observamos comportamientos basados en los estereotipos de estos espacios televisivos. Muchos adolescentes consideran que la burla, el sarcasmo, la agresión sicológica dotada de insultos, apodos, discriminación de género, es una forma de diversión y esta es causa para los amplios casos de bullying suscitados dentro de nuestras comunidades. 

No es pertinente para una sociedad culta el tener como referente a personajes burlescos  que  fomentan la ignorancia en lugar de favorecer la cultura. Posiblemente se dirá que estos programas solo buscan entretener y no educar, pero, los medios de comunicación, quienes permiten la difusión de estos contenidos, no pueden apartarse de la irrenunciable responsabilidad de orientar y velar por el bien de la ciudadanía. Somos responsables de la formación integral de nuestras generaciones menores, que ciertamente son bombardeadas con grotescos mensajes de todo género, pero si al menos frenamos en algo este tipo de violencia, ya habremos contribuido para mejorar el contexto que vivimos.

Colegio “Santa Mariana de Jesús”: una página de la historia de la educación en Riobamba


Toda acción educativa es un gesto de amor en bien de la humanidad. Quien educa no edifica murallas, templos, ni magnos monumentos que quizá con el tiempo se disipan y fenecen en la memoria. El educador erige voluntades, forja conciencias, libera espíritus que encadenados a la ignorancia son presa fácil de la opresión y la injusticia; por eso afirmamos que quien educa es un liberador, un trasformador de mundos que aunque no mire la cosecha de su siembra sabe que en algún lugar, cualquier individuo que haya sido producto de esta acción educativa podrá ser una luz que brille con mejor fulgor para sí mismo, para su familia o su comunidad.

Muchas son las personas,  comunidades religiosas, instituciones públicas y privadas que desde las más variadas perspectivas han encaminado su acción educadora y sin menguar el accionar de todas ellas, esta breve crónica trata de aproximarnos a uno de los planteles, que por los años de permanencia, por la categoría de sus logros, por el nivel académico de sus estudiantes y por la sólida formación espiritual que brinda, se ha transformado en referente de la educación riobambeña y ecuatoriana: El Colegio “Santa Mariana de Jesús”.

SUS INICIOS COMO COLEGIO PRIMARIO
Si bien es cierto que para el 2013 este plantel es ya una Unidad Educativa, su historia se remonta al 14 de abril de 1873, cuando Mercedes de Jesús Molina, una mujer extraordinaria, quien más tarde llegaría a la Beatitud por la generosidad de sus obras, fundó el Instituto denominado “Santa Mariana de Jesús”, que en primera instancia tuvo su Casa Matriz en lo que hoy se conoce como La Casa Madre ubicada en las calles argentinos y Mariana de Jesús. Esta obra inició con un orfanato que atendía a 25 niñas huérfanas. Al respecto Julio Tobar Donoso menciona: “La señorita Molina se propuso fundar una Congregación que abriera orfelinatos, escuelas y colegios en toda la república; y desde entonces viene trabajando sin interrupción en pro de la mujer ecuatoriana”. El mismo Tobar destaca además la figura de Sor Mercedes de Jesús Molina como: “Ilustre Educadora e Insigne Bienhechora del Ecuador”.

En 1874, a la naciente congregación marianita ingresó la señorita María Uquillas mujer de 25 años y de gran talento práctico, versada en la educación pues se había desempeñado como docente en su natal Guaranda; fueron estos talentos los que sirvieron para el fin de sostener la obra en beneficio de las pequeñas huérfanas, porque gracias a los dotes especiales de esta maestra se pudo abrir un pequeño colegio primario de externas pensionistas que funcionaba en la misma Casa Matriz y que, pese a la pobreza y estrechez que tenía, fue bien acogido por las primeras estudiantes, quienes aportaron una corta pensión como ayuda  para mantener la obra en bien de las más necesitadas. Posteriormente, en el año de 1888, concluido ya el edificio de la Casa Matriz y con una Congregación Marianita con número suficiente de profesoras bien formadas, reciben  la Visita Canónica del  Ilustrísimo Monseñor Arsenio Andrade, quien autoriza abrir un colegio primario en Riobamba, en Loja y en Guano. 

Con la finalidad de fortalecer el naciente centro de educación, -el colegio primario-, no se confunda con la obra del Instituto, la Madre María Uquillas anhelaba separar este de la Casa Matriz. Era el año de 1896 cuando los Padres Salesianos fueron desterrados de Riobamba y regresaron un año después. En este intervalo el Edifico de la Merced fue ocupado por el Colegio Mariana de Jesús para evitar que la planta física sea confiscada por el gobierno central. Al regreso de los padres Salesianos, se devolvió el edificio y esta vez el colegio de las Marianitas ocupó una casa arrendada cerca de la Plaza de la Concepción y que era propiedad de la Srta. Dolores Maldonado. Tiempo después se regresaría a la Casa Matriz hasta que en el año de 1909, el colegio se instala definitivamente en el lugar que ocupa en la actualidad, frente al Mercado Simón Bolívar, más conocido como la Plaza de San Alfonso. La casa que se adquirió para este fin, ubicada en las calles argentinos y 5 de junio, fue propiedad de la familia Donoso Cobo.
La primera Superiora del naciente plantel fue la Madre María Clotilde de San Luis; ella acomodó la casa de de la mejor manera para el funcionamiento del establecimiento que dirigió durante ocho años; para este tiempo el promedio de estudiantes era de 200 y fue en esta misma época en que se adquirió un solar adyacente hasta la calle Tarqui donde posteriormente se edificaría la actual Capilla.

Entre 1917 y 1923, a la Madre Clotilde le sucedió en el cargo de Superiora, la Madre Natalia del Buen Pastor quien llevó adelante la construcción de la edificación de dos pisos que da a la Plaza de San Alfonso. En primera instancia esta fue mal construida por lo que se cayó su techumbre; luego se la volvió a levantar dejando el primer piso para el Salón de Actos y el segundo para aulas y dormitorios del internado. 

Entre 1923 y 1929 se nombró, por segunda ocasión, como Superiora General del Instituto, a la Madre Imelda de San José y Superiora para el colegio a la Madre Eufrasia del Corazón de Jesús quien en 1927 puso la primera piedra para la construcción de la Iglesia de San José, ubicada en la calle Tarqui y que se bendijo el 19 de marzo de 1930 mediante celebración eucarística del Señor Arzobispo de la Torre. Según las crónicas de las Marianitas, fue la misma Madre Eufrasia quien construyó la parte de edificio que faltaba entre el nuevo templo y la casa esquinera de la calle 5 de junio. 

LA SECUNDARIA

 En cuanto a la fundación del colegio secundario, esta data del año de 1940 cuando el Instituto era dirigido por la Madre Eufrasia del Corazón de Jesús, quien para esa época se desempeñaba como Cuarta Superiora General de la Congregación Marianita. Ella, junto a la iniciativa del Sr. Obispo Alberto María Ordoñez,  los Padres Eliecer Fajardo y Carlos Vela, de la Compañía de Jesús, y el Dr. Virgilio Corral, Rector-Fundador del colegio, promovieron la instauración de lo que se denominaba la sección secundaria. Actuaron para entonces como protectores de esta fundación el mismo Sr. Obispo  Ordoñez, el Venerable Clero Secular y el Gobierno, quienes entregaron para la nueva obra la suma de 16.000 sucres. La Sra. Carmen Guevara de Man, contribuyó con la cantidad de 7.000 sucres, y la Sra. Florencia Astudillo, con la suma de 12.000 sucres. Así, el colegio fue fundado el 9 de Febrero de 1940, según resolución Ministerial No. 21. La gestión la realizó el Comité de Padres de Familia Pro Colegio Libre “Mariana de Jesús” de Riobamba, presidido por la Madre Benigna Fajardo, que con tino, prudencia y talento lo dirigió en sus primeros años como Superiora; el Dr. Virgilio Corral A., su primer Rector, la Madre Carmen Amelia Torres, quien actuó como secretaria. 

Una sección de su Acta de Fundación dice: “Compenetrados hace mucho tiempo con el ineludible necesidad de fundar un Colegio de Enseñanza Secundaria, destinado a señoritas […] en un nobilísimo miraje de amplitudes de orden moral, y por consiguiente del cultural mejoramiento de la juventud femenina  […] declaran fundado en forma solemne este Instituto de Segunda Enseñanza” . Se citan además los nombres de: Dr. Gabriel Moncayo, Sr. Dr. DN. Carlos Riofrío Andrade, Srta. Luz María Dávalos, Srta. Hortensia Valdivieso Ch., Srta. Aurelia Mancheno L., como propulsores y benefactores de esta obra.

La Crónica de 1940, redactada por una hermana marianita con fecha 6 de enero del mismo año, manifiesta: Se busca “proporcionar a la capital de Chimborazo un centro de cultura para la mujer, para lo cual a partir del mes de enero de 1940 funcionarán en el Colegio “Mariana de Jesús”, clases de contabilidad con sus materias accesorias, bajo la dirección de un profesor competente y honorable; además de las clases de corte y confección, bordado, pintura y piano que ya existen en el colegio primario.  Para la cultura artística se va a fundar una estudiantina donde con profesores especializados se  podrá aprender violín, mandolina y guitarra. No se ha descuidado el deporte para lo cual se cuenta ya con terreno apropiado para una cancha de tenis”.

El 14 de julio de 1940 se realiza la bendición de la primera piedra del edificio del colegio secundario;  esta noticia apareció la víspera en el periódico local “HOJA POPULAR”, con el titular: “Por la educación católica de la mujer riobambeña”.

Un fragmento dice: “Riobamba está , pues de plácemes con este primer paso que se va a dar  mañana en pro de la enseñanza secundaria católica de la mujer; paso trascendental que la generosa y noble sociedad riobambeña sabrá impulsarlo con vigor y llevarlo a términos, como sabe hacerlo con las obras que le son queridas” (Crónicas marianitas de 1940)

El 15 de octubre de 1940 fue el día oficialmente señalado para la apertura del Colegio Secundario, habiéndose matriculado en el primer año 36 estudiantes y 10 religiosas marianitas. Acerca del nombre del naciente plantel, se pensó poner a la sección secundaria “Instituto Mercedes de Jesús”, pero consultando el caso con el ministerio de educación, contestó que el permiso para abrirlo se había dado con el título de “Mariana de Jesús”, y que para cambiarlo había que solicitar de nuevo el permiso; como esto no fue posible quedó el nombre de la “Azucena de Quito” para las dos secciones.
Para el primer año lectivo 1940 – 1941, que la institución funcionó con su sección secundaria,  el personal administrativo y docente fueron: Dr. Virgilio Corral, Rector, médico del colegio y profesor de Historia. Madre Benigna del Santísimo Sacramento, Prefecta de estudios. Madre Carmen Amelia de Jesús, secretaria y profesora de Castellano y Cívica. Madre Graciela de San Roque, inspectora y profesora de Educación Física, Madre Clara de San José, profesora de labores. R.P. Eliecer L. Fajardo S.J., profesor de Religión y de latín. Padre José Bolaños, profesor de griego. Sr. Dr. Alberto Corral, profesor de Moral y Urbanidad. Sr. Dr. Carlos Alvear, profesor de francés. Sr. DN. Aurelio Samaniego Díaz, profesor de inglés. Srta. Antonieta Sánchez, profesora de matemáticas. Sra. María Esther Neira de Abdo, profesora de Geografía.  Colaboraron además: Sr. DN. Paco  Moncayo, Madre Clara de SN. José Bedoya, R.P. José María Bolaños S. J., Sr. Dr. DN. Carlos Riofrío Andrade, Madre Úrsula del N.J. Bustamante, quienes laboraron con el apoyo de las alumnas maestras Madres: Carmen Amelia Torres, Amparo González, Lucrecia Muñoz, Graciela Mancheno y Florencia Mideros.

Las primeras bachilleres del Colegio secundario, promoción 1940 - 1946 fueron: Nelda Haro, Laura Corral, Lucrecia Larrea, Beatriz Navarrete, Lucía Dávalos, Eleana Gallegos, Lucía Ayerve, Mariana Pazmiño, Sara Falconí, Lola Noriega, Olga Aguirre, Olga Guerra.
En cuanto al espacio y a la planta física con la que cuenta el plantel en la actualidad, este fue ampliado y mejorado a través de los años mediante compras sucesivas, por ejemplo un breve tramo comprendido en la calle 5 de junio fue comprado a la Sra. Pola   El espacio esquinero que comprende la construcción de las calles Orozco y tarqui perteneció a la Familia Falconí Ramos; siguiendo este tramo hacia la calle Tarqui, lo que hoy es la entrada a la Comunidad, perteneció a la familia Naranjo Larrea.
Entre 1988 y 1990, durante el rectorado de la Madre Luzmila Haro, se derroca la antigua construcción que daba a la esquina de la calle Orozco y argentinos y que era conocida como “La Casona”. En este espacio se levanta lo que conocemos como el colegio nuevo y que fue inaugurado en el año de 1993 bajo la rectoría de la Madre Violeta Chávez y el vicerrectorado de la Madre Esthela Chávez.  Para un período posterior comprendido entre 1994 y 1995, se construye la edificación que sirve como espacio para las hermanas de la comunidad, mismo que se ubica en el segmento de la calle Tarqui. Esta obra se concretó bajo la dirección de la Hna. Blanca Rodríguez Fierro, quien para ese entonces asumió el cargo de Superiora de la Institución.
Ante esta labor, se destacan dos elementos cruciales en la obra de la Beata ecuatoriana. En primer lugar su visión de avanzada que en su época consideró la situación de olvido y marginación en que vivía la mujer y que era imprescindible transformar; el otro aspecto va ligado a la necesidad de fortalecer la educación nacional, por lo cual una de las banderas de trabajo de este instituto que inició en Riobamba y trascendió más allá de las fronteras,   se dirigió hacia una educación integral, basada no solo en aprendizajes académicos sino en experiencias espirituales que conduzcan a las personas a un mejor nivel de vida;  junto a estos dos aspectos la Comunidad Marianita tiene a su haber el trabajo apostólico, la visión hacia el marginado, al desposeído a quien tiende la mano no solo para dotarle de pan o apoyo material sino para elevarlo como ser humano con igualdad de derechos ante un Cristo que reclama justicia y dignidad para todos.

Esta institución se ha destacado por sus triunfos en todos los ámbitos, ha sido referente y cuna de profesionales de primera línea, deportistas, oradoras, maestras, misioneras y más valiosas mujeres que hasta la actualidad  y ya con 140 años de servicio a la colectividad sigue abriendo camino para las nuevas generaciones. Esta breve crónica es una aproximación histórica que enfatiza ese trabajo y que se concreta gracias a las voces de hermanas religiosas, ex alumnas, docentes y administrativos de la Unidad Educativa “Santa Mariana de Jesús” del 2013 que supieron colaborar con su información para la estructuración de la misma.

Es grande para Riobamba saber que una obra trascendental haya surgido en estas tierras; una misión que traspasa fronteras, nacionalidades credos y que de alguna manera ubica al Corazón de la Patria en miles de corazones que sin ni siquiera conocer esta urbe saben que aquí se plantó una fructífera simiente que ha llevado educación, ayuda y esperanza a los cinco continentes con la premisa de “Ser amor misericordioso donde hay dolor humano”.