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sábado, 4 de septiembre de 2010

El fantasma de la migración

La masacre en Tamaulipas, la sola, pero aterradora idea de un joven ecuatoriano herido, que caminó varios kilómetros en busca de ayuda para salvar su vida, revive un problema que a nivel mundial es motivo para múltiples crueldades, así como inescrupulosos negocios donde se atropella toda dignidad humana. El tráfico de personas, el cruce ilegal de fronteras, son realidades ocultas y hasta cierto punto aceptadas como una necesidad a la que voluntariamente se recurre por distintas causas.
Son muchos los factores que desencadenan esta problemática y quizá contados los países que pudieran sentirse exentos de ella, pero son las naciones pobres las que más sufren sus embates. La baja calidad de vida que ofrecen los pueblos subdesarrollados motiva a que su gente abandone la tierra para de manera insegura ingresar a economías fuertes donde cierran un ciclo de discriminación y explotación.
Latinoamérica sufre este fenómeno desde diversas perspectivas: el desempleo, la pobreza, la violencia de las ciudades, la intolerancia hacia los derechos humanos, la falta de garantías para la libre expresión o la libertad, han empujado a los latinoamericanos hacia un imparable éxodo. Aquí no solo es la crisis económica la que induce a la migración: Cuba con su salvaje dictadura, con su teatral e impúdico socialismo, ha propiciado la muerte de incontables cubanos quienes prefieren un mar infestado de tiburones, antes que un aborrecible monarca que todavía se resiste a morir. Colombia se desangra por la violencia de grupos mafiosos, quienes ahora son vistos con benevolencia por ciertos mandatarios de la región que llegan a hablar de estos criminales como “héroes revolucionarios” e incluso los amparan con leyes u omisiones que permiten su cómoda estadía fuera de sus fronteras.
Ecuador va en buen camino para conjugar esos dos factores de Cuba y Colombia, sumamos a ello el alto índice de desempleo que a pesar de las cifras oficiales sigue en notable aumento. Consecuencia de esto coexistimos con un azote delincuencial nunca antes vivido en la historia patria. Por tanto, la incertidumbre en el trabajo, el miedo para salir a las calles, el estancamiento económico del país, incluso la represión en contra de la expresión libre hacen que las generaciones adultas vivamos en total inconformidad, pero de seguro estas razones son y serán el detonante para que, como ya se ve, sean la generaciones jóvenes las que sigan tratando de huir de este escenario, con el anhelo de hallar un mejor modo de vida lejos de su Patria.

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