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miércoles, 11 de noviembre de 2009

La educación católica en Riobamba

Los humanos somos los eternos peregrinos del planeta. Seres que buscamos trascender en el tiempo y de una u otra manera dejar sentada una evidencia de nuestro tránsito por la tierra. Durante este recorrido vamos descubriendo un sentido de pertenencia al hogar, al sitio donde vivimos, a la Patria que nos cobija y que nos vio nacer. Todo esto con una indiscutible combinación de materia y espíritu, elementos inseparables que nos confrontan a desarrollar para nosotros mismos y para nuestro entorno, una amplia gama de procederes sin los cuales no podríamos evolucionar más allá de las especies menores. Gracias a éstos valores, nos es posible disfrutar del arte, la cultura, elevarnos con energía entre los ramajes del saber técnico y científico, pero al mismo tiempo mantener una identidad de hondo apego a la humanidad. Todo esto gracias al gran rol de la educación.
Revisando las pasadas huellas del trajinar educativo de la Sultana de los Andes, nos encontramos con trascendentales personajes, que en contra de múltiples adversidades, supieron dar el empuje necesario para que nuestra ciudad cuente con los tan necesarios centros de educación. Sin desmerecer el similar esfuerzo de quienes apoyaron la educación laica, voy a referirme a los planteles católicos, por considerar que su carisma es uno de los ejes vitales sobre los que se debe asentar un proceso educativo.
Situándonos en la época colonial, “El colegio de los Jesuitas de Riobamba, anterior al actual “San Felipe Neri”, se estableció en esta ciudad hacia 1705, con su rector el P. Sieghardi, SJ:, y duró hasta 1767, año de la expulsión de los Jesuitas”. Posteriormente, en 1838, gracias a la decidida acción del P. José Veloz y Suárez, quien mediante escritura pública entregó gran parte de sus bienes patrimoniales, esta institución se asentó definitivamente en nuestro ámbito educativo, dando valiosos frutos que han engrandecido el contexto de nuestra Patria.
Desde finales del Siglo XIX e inicios del XX, fueron varias las órdenes religiosas que echaron raíces en la Sultana para velar por el desarrollo cultural y espiritual de niños y jóvenes. En 1912, se crea la escuela “San Luis Gonzaga”, anexa al colegio “San Felipe”. Por su parte, el regreso de los Hermanos Cristianos en 1915, luego de su expulsión por parte del gobierno liberal , inició la construcción de una edificación en los terrenos de la Quinta “El Prado”, Escuela que recibió el nombre de “San Juan Bautista el Precursor” y comenzó las clases en octubre de 1916. Su valiosa labor se sigue desarrollando hasta la actualidad en que cuenta con una sección secundaria que se abrió en el año de 1991.
Como un fecundo legado para la humanidad, se puede considerar la figura de Mercedes de Jesús Molina. Mujer de altos valores morales, cristianos y solidarios, quien abandonando su fortuna personal y entregando como testimonio su misma vida, plantó su bandera para evangelizar y educar. Bajo su luz, un 14 de abril de 1873, nació La “Congregación de las Hermanas de Mariana de Jesús”; junto a ella, la escuela Mariana de Jesús. Su invaluable servicio permitió que con el apoyo de los padres de familia, se obtenga la creación del colegio, del mismo nombre, el 9 de febrero de 1940.
En 1874 se establece en la casa matriz un orfelinato para atender a 25 niñas huérfanas. Como Centro Ocupacional laboró hasta 1986, año en que fue autorizado para funcionar como escuela regular con el nombre de “Mercedes de Jesús Molina”.
En la actualidad, el Instituto Santa Mariana de Jesús, dirigido por las Hermanas Marianitas, está presente en los cinco continentes. La fecunda simiente plantada aquí en Riobamba, sirve como paradigma de “Amor misericordioso para cualquier lugar donde exista dolor humano”. En la actualidad, gracias a esta obra de misión y entrega, el carisma de Jesucristo se difunde en las lejanas tierras de Etiopia.
En 1874, Las Hermanas de la Caridad llegan también a la ciudad para ocuparse de los pobres y enfermos del hospital. Se abre así el “Asilo de San Vicente de Paúl”; más, ante la imperiosa necesidad de educar a la niñez, se crea la escuela anexa “San Juan de Dios”. Luego, en 1948, arranca un espacio para la educación de la mujer con la creación del colegio que abrió sus puertas con la especialidad de comercio y duró 10 años.
Para 1958, El San Vicente adquiere la categoría de Normal. Su primera promoción de normalistas egresó en 1964. En 1988 el Ministerio de Educación suprimió los normales, pero la fecunda labor de este Plantel, entregó al país maestras de gran valor profesional.
En este año, un dantesco incendio destruyo la planta física del establecimiento, el mismo que, para la fecha, temporalmente está funcionando en la Unidad Educativa a Distancia Chimborazo.
En 1928, las Hermanas Salesianas se hacen cargo de un orfelinato y lo convierten en la casa de labor “María Mazarello”. Inician así una acción fecunda en pro de los más necesitados. En 1930 se funda la escuela primaria; en 1935 se aumenta un jardín de infantes mixto, se abre además una escuela gratuita con 6 grados y se implementa también un taller de corte y confección. Para 1948 es ya el Colegio “María Auxiliadora”.
Por decreto legislativo del 8 de agosto de 1888, se establecen las Escuelas de Artes y Oficios en Riobamba y Cuenca. Para este fin, llegan a nuestra ciudad en 1891 los Padres Salesianos. En 1895 se da una orden de expulsión para ellos, pero son restituidos en 1897. Al año siguiente inician su escuela con los cuatro primeros grados. En 1962, crean la escuela “Flavio León Nájera”, la que tuvo como fin educar a los hijos de los obreros de la Cerámica, posteriormente, en 1978 se fusionó con la Escuela “Santo Tomás Apostol”, la que abandonó el edificio que ocupaba en la Merced y se trasladó a las instalaciones que hoy conocemos en el Barrio Los Pinos.
La virtuosidad de las religiosas franciscanas también sentó fecundas raíces en nuestra urbe. El 20 de noviembre de 1944, inician un centro educacional llamado “Colegio de Santa Isabel Reina de Hungría”. Para 1957, se bautiza al colegio con el nombre de “Nuestra Señora de Fátima”.
No podría faltar el valioso aporte de la comunidad de Madres de la Providencia quienes iniciaron su labor en 1935. En la actualidad cuentan también con su sección secundaria.
Esta rápida exposición histórica demuestra la importancia y la decisiva participación de estos planteles en el desarrollo de Riobamba y el país. Su aparición se asocia directamente con un fin supremo de servicio que no obedeció a situaciones políticas ni a intereses partidistas, sino a una urgente necesidad de servir a la comunidad.
Los obstáculos iniciales, las adversidades económicas, las persecuciones políticas y hasta trágicos sucesos como el sacrilegio en contra de la capilla de San Felipe donde vilmente fue asesinado su rector: Padre Emilio Moscoso, un 4 de mayo de 1897, por parte de fuerzas liberales, no fueron motivo para que estas obras sucumbieran. Su práctica inicial sustentada en el Evangelio es el gran amparo para que sigan bregando por la defensa de la fe y la identidad religiosa de nuestro pueblo.
El que exista la educación católica no va en desmedro de la educación fiscal, porque cada una de estas, desde sus diferentes perspectivas pueden lograr y de hecho promueven valiosos seres humanos, pero en el caso de la católica, a más de todo lo ofrecido por la educación laica, se añade el cultivo de los valores cristianos y ésta es la crucial diferencia. Al decir diferencia, no se habla de rivalidad, superioridad o inferioridad. Simplemente son obras distintas por su propuesta, por sus actividades y en el caso de la católica, absoluta en su creencia irrenunciable hacia un Ser Supremo. Y esta creencia es la que promueve distintos ejes de labor educacional, para hacer contraposición a la superficialidad del mundo y promover una formación que permita a los niños/as y jóvenes contar con una visión para discernir el bien del mal, la verdad del error, la misericordia de la insolidaridad.
En el andar de la historia, ninguna labor humana se halla exenta de errores. Mas, los desaciertos pasados de la Iglesia no pueden ser utilizados para seguir desprestigiando el trabajo de las comunidades religiosas católicas actuales. Al contrario, son estos yerros los que en nuestro siglo deben comprometer más todavía a quienes hacen educación católica.
La misión de los planteles católicos de hoy es retomar su carisma inicial, atendiendo a la realidad de los tiempos donde por influjo de la tecnología, el avance científico y nuevas corrientes relativistas, vivimos sumidos en una era de oscuridad espiritual. Atendiendo a la necesidad de difundir y vivir el Evangelio, es imprescindible que esta educación llegue al mayor número de personas para que se promueva el crecimiento espiritual de los individuos en contra de la desmedida búsqueda del placer o de la desaforada tendencia intelectualista que vuelve inhumanas a las sociedades, todas ellas sumidas hoy en un falso esquema de éxito que otorga el valor del hombre y de la mujer de acuerdo a los bienes materiales que posee. Es vital que nuestros establecimientos católicos busquen alternativas para que nadie quede excluido de esta necesaria formación, que lamentablemente es una de las pocas alternativas que nos quedan para seguir defendiendo los altos valores de la familia, y seguir insistiendo en el desarrollo de hombres y mujeres que sin excluir lo racional entiendan y comprendan lo certero de lo sobrenatural.
Por contar nuestra nación con un elevado porcentaje de católicos, el Estado está en la obligación de apoyar también el mantenimiento de este sector para que así no se excluyan a quienes queremos ser parte de esta dirección. Al hacerlo se estaría garantizando la convivencia justa de todos los estratos sociales que por el solo hecho de ser parte de la nación, deben ser atendidos sin agresión, condena o separatismo. Caso contrario no hablaríamos de un pueblo en democracia, porque la verdadera democracia no es excluyente sino que permite el desarrollo de todos sus componentes sin ningún tipo de discriminación.
Es una misión compartida entre Estado e instituciones católicas velar por que se garantice el acceso a este tipo de colegios y escuelas. El Estado como un guardián de lo democrático y los planteles católicos como testimonio de lo que buscaron sus fundadores.
Valoremos el aporte que por generaciones estos establecimientos han brindado a la Patria. Directa o indirectamente la mayoría de familias ecuatorianas nos hemos beneficiado en algún momento de esta educación. Para un gran conglomerado de riobambeños y ecuatorianos es imprescindible la existencia de esta educación, que fundamentada en la fuerza espiritual y el amor de Cristo, nos permite ejercer el universal derecho de elegir la formación que queremos para nuestros hijos.

domingo, 1 de noviembre de 2009

“Q.E.P.D.” Jose Martinez Queirolo

“Q.E.P.D.”
Jose Martinez Queirolo

EXCELENTE OBRA DE TEATRO ECUATORIANO

Tercera mención en el II Concurso Nacional de Teatro, 1969.
La pieza fue estrenada por el grupo “Los Guayacanes”, en el IV Festival Nacional de Teatro organizado por el Patronato Municipal de Bellas Artes de Guayaquil, el 22 de julio de 1969, bajo la dirección de Miguel Sarracín.

“Q.E.P.D.”
(Cámara negra. A cada lado del escenario, un par de tablas negras levantadas frente al público y ligeramente inclinadas hacia atrás. A telón cerrado y en la más absoluta oscuridad, se escucha el creciente rumor de un automóvil que corre desenfrenadamente hasta su destrucción total. Un silencio de muerte. Alguien corre telón.
Música y luz: música fúnebre y luz azulada que cae sobre los cuerpos inanimados de Enriqueta y Simón, apoyados sobre las tablas a la izquierda completamente pálidos y muy elegantemente amortajados, los dos personajes permanecen inmóviles, con los ojos cerrados y las manos cruzadas sobre el pecho. (Pausa larga).

ENRIQUETA.- Simón…….. ¿Estás ahí?
SIMÓN.- ¡Estoy! … ¿Y tú?
ENRIQUETA.- ¡También estoy!
(abren lentamente los ojos)
ENRIQUETA.- ¿Has visto cuánta gente?
SIMÓN.- Enriqueta, ¿tus ojos…?
ENRIQUETA.- Abiertos como los tuyos, Simón; pero, de vez en cuando, una mano se acerca y me los cierra!
SIMÓN.- A mí de vez en cuando, se me cae la mandíbula…, ¡se me cae la mandíbula y alguien me la levanta!
(Se le cae, en efecto)
ENRIQUETA.- ¡Que gentiles están! ¿Has visto las coronas?... crisantemos…, claveles..., siemprevivas... ¿Esa cruz tan hermosa, a tu derecha?
SIMÓN.- (Leyendo la tarjeta). El…conde…de Sanjurjo y Calatrava.
ENRIQUETA.- ¿El conde Sanjurjo?... ¡Pero si ya está muerto!
SIMÓN.- ¡Pues se solidariza!... (Ídem). Empleados de Ruibarbo y Cía. , Obreros de Ruibarbo y Cía.
ENRIQUETA.- ¡Son flores de papel!
SIMÓN.- Pero, de todos modos, ¡resulta conmovedor!
ENRIQUETA.- ¡Ah, si pudiéramos conmovernos!
(Cierran bruscamente los ojos. Pausa)
ENRIQUETA.- ¡Simón! ¡Simón!
SIMÓN.- ¡Enriqueta estoy aquí!
ENRIQUETA.- ¿Sientes algo especial?
SIMÓN.- ¿Especial?...No, no precisamente. Es el frío de siempre.
ENRIQUETA.- El frío, el mismo frío… ¡Si nos dieran un Whisky!
SIMÓN.- ¡Creo que, a estas alturas, ni el whisky nos reanima!
ENRIQUETA.- Yo no logro indignarme. “¡Simón tuvo la culpa!”… “¡Simón tuvo la culpa!”…Lo pienso, lo repito, ¡pero todo es inútil!
SIMÓN.- Insistamos, mujer. ¡Puede ser que resulte!
ENRIQUETA.- ¡Tú tuviste la culpa!
SIMÓN.- ¡Tú!
ENRIQUETA.- ¡Tú! ¡Tú!
SIMÓN.- ¡Tú! ¡Tú! ¡Tú!
ENRIQUETA.- ¡Tú! ¡Tú! ¡Tú! ¡Tú! ¡Tú! ¡Tú!
SIMÓN.- ¿Te acaloras, querida?
ENRIQUETA.- ¡Puede ser! ¡Continuaremos!
LOS DOS.- (Sacudiéndose ligeramente, mientras se escucha el creciente rumor del automóvil). ¡Tú! ¡Tú! ¡Tú! …
ENRIQUETA.- ¿Quién llevaba el volante?... ¡Tú! ¡Tú! ¡Tú! ¡Tú! ¡Tú!
SIMÓN.- ¿Quién llevaba la prisa? … ¡Acelera! ¡Acelera! … ¡Tú! ¡Tú! ¡Tú!
ENRIQUETA.- ¡Teníamos que llegar! ¡Se trataba de un baile a beneficio!
SIMÓN.- ¡A beneficio tuyo!
ENRIQUETA.- ¡Eran los niños pobres!
SIMÓN.- ¡Era tu vanidad! … ¡Iban a elegir a la mujer más elegante de la ciudad, y tú ya te sentías triunfadora!
ENRIQUETA.- ¡La mujer más elegante de la ciudad! … ¿Acaso no lo soy?
SIMÓN.- ¡Lo eras, Enriqueta!
ENRIQUETA.- ¡Lo soy! ¡Lo soy! … ¡Mírame la mortaja!
SIMÓN.- (Abriendo los ojos, para volverlos a cerrar inmediatamente). ¡¡Bah!!
ENRIQUETA.- ¡Lo soy! ¡Lo fui! …¡Mi triunfo era seguro aquella noche, y estabas orgulloso tu también! … ¡Tú! ¡Tú! ¡Tú! ¡Tú!
SIMÓN.- ¡Tú! ¡Tú! ¡Tú! ¡Tú!
ENRIQUETA.- ¡Los dos, querido! ¡Los dos! … ¡Íbamos tan alegres!
SIMÓN.- ¡Borrachos, querrás decir!
ENRIQUETA.- ¡Alegres y de prisa! …¡Teníamos que llegar!
SIMÓN.- Y ya ves, ¡No llegamos!
ENRIQUETA.- De repente, ¡aquel hombre haciéndonos señales!
SIMÓN.- ¡Haciéndonos señales a mitad del camino!
ENRIQUETA.- ¡Quería que lo lleváramos!
SIMÓN.- No, no ¡Quería advertirnos de aquel árbol caído que ….
ENRIQUETA.- ¡No te detengas! ¡Sigue!
SIMÓN.- ¡Así mismo dijiste! … ¡Y yo seguí! …¡Seguí! …
(El automóvil corrió desenfrenadamente hasta su destrucción total. Enriqueta y Simón lanzan un alarido, levantando las manos y abriendo desmesuradamente los ojos, para volver, inmediatamente, a su posición inicial).
ENRIQUETA.- ¡Imbécil! ¡Más que Imbécil!
SIMÓN.- Querida ¿Te acaloras?
ENRIQUETA.- ¡Lo intento, pero inútil!
SIMÓN.- ¡Pensemos en la victima! Un pobre hombre indefenso…
ENRIQUETA.- ¿Pero es que hubo una víctima? … Las víctimas, ¡Nosotros!
SIMÓN.- ¡No, querida Enriqueta! Nosotros, ya lo ves, seguimos como siempre… Pero el hombre, aquel hombre, ¡Iba lleno de vida!
ENRIQUETA.- ¡Acelera! ¡Acelera!
SIMÓN.- ¡Un hombre muy humilde! Tal vez, un campesino…
ENRIQUETA.- ¡Acelera! ¡Acelera!
SIMÓN.- ¡Un hombre muy humilde! Tal vez campesino…
ENRIQUETA.- ¡Acelera! ¡Acelera!
SIMÓN.- Un campesino honrado… ¡Un padre de familia! …
ENRIQUETA.- Un padre de familia..., un padre de familia
SIMÓN.- ¡Te acaloras, querida!
ENRIQUETA.- Al contrario, ¡me enfrío!
SIMÓN.- Aceptemos la culpa, tal vez, así resulte… ¡El culpable fui yo!
ENRIQUETA._ ¡Yo¡
SIMÓN._ ¡Yo!
ENRIQUETA._ ¡Yo! ¡Yo! ¡Yo!
SIMÓN._ ¡Yo! ¡Yo! ¡Yo! ¡Yo! ¡Yo! ¡Yo!
ENRIQUETA._ ¡Es inútil, Simón! ¡No tenemos conciencia!
SIMÓN._ No, nunca la tuvimos. ¡El frío continua!
ENRIQUETA._ ¡El frío, el mismo frío!...

(Pausa). Abren lentamente los ojos).

ENRIQUETA._ ¡Sigue llegando gente!
SIMÓN._ Se aproxima la hora, nuestra hora…
ENRIQUETA._ ¡Qué populares somos! ¡Mira cuánto nos quieren!
SIMÓN._ ¡Sí, pero nadie llora!
ENRIQUETA._ ¡Es verdad, nadie llora!... Simón, ¿Cómo me veo?
SIMÓN._ Muy pálida, muy pálida… , ¡con una mosca verde en la nariz!
ENRIQUETA._ ¡¡Ay!! (Haciendo visajes).
¡Espántenme la mosca!... ¡espántenme la mosca!
SIMÓN._ ¡¿Qué no hay un caballero que le espante la mosca a mi mujer?!
ENRIQUETA._ ¡La mosca!... ¡la mosca!... ¡Mi reino por un espantamoscas!... (Al caballero). ¡Mil gracias, muy gentil!... (Los dos cierran los ojos. Entre dientes, a Simón). ¿Quién es? ¡No lo recuerdo!
SIMÓN._ Juanito Pilamunga.
ENRIQUETA._ ¡Qué joven educado! ¿Es de buena familia?
SIMÓN._ ¡Carece de dinero! ¡Asiste a los entierros distinguidos, para poder codearse con la alta sociedad
ENRIQUETA._ ¡Lo tendré muy en cuenta!... Y ahora, ¿Cómo me veo?
SIMÓN._ (Abriendo los ojos). ¡Más pálida que nunca, y toda perfilada!
ENRIQUETA._ ¿No he rejuvenecido?
SIMÓN._ Tienes la edad que tienes. ¡Pareces un fantasma!
ENRIQUETA._ En Estados Unidos me hubieran maquillado, pero aquí… ¡qué descuido!
SIMÓN._ Ya lo ves Enriqueta. ¡Es el subdesarrollo!
ENRIQUETA._ (Abriendo los ojos). ¡Morir, morir allá!... ¡Qué hermoso hubiera sido!... ¡Y volver de cadáver importado!... (Pausa). ¡Simón, te la pasé!
SIMÓN._ ¿Qué?
ENRIQUETA._ ¡La mosca!
SIMÓN._ (Haciendo visajes). ¡¡La mosca!!... ¡¡La mosca!!...
ENRIQUETA._ ¡Cuidado con la boca!... ¡Juanito Pilamunga! ¡Espántale la mosca a mi marido!... ¡Serénate, se fue!
ENRIQUETA._ ¡Se aproxima la hora, y los niños no han llegado!
SIMÓN._ ¡Ni llegarán!... ¡Europa está muy lejos!
ENRIQUETA._ ¡No Habrán tenido tiempo de tomar en avión!
SIMÓN._ No, ¡Nunca tienen tiempo para nada!
ENRIQUETA._ ¡Tiempo para escribir!
SIMÓN._ ¡Tiempo para estudiar!
ENRIQUETA._ ¡No lo saben, Simón! ¡No les han avisado!
SIMÓN._ ¡Se enterarán a fin de mes!
ENRIQUETA._ Sí, ¡A fin de mes nos echarán de menos!
SIMÓN._ ¿A nosotros o al giro?
ENRIQUETA._ A nosotros, Simón… ¡Cuando no llegue el giro!
SIMÓN._ ¡Huérfanos y cretinos!... ¡Qué herederos dejamos!
ENRIQUETA._ ¿Adónde irá a parar nuestro dinero?
SIMÓN. ¡Nuestras cuentas de banco! ¡Nuestros bienes!...
ENRIQUETA._ ¡Los muebles, los inmuebles!...
SIMÓN._ ¡Intereses, acciones, inversiones!...
ENRIQUETA._ ¡Mira cómo le brillan los ojos a González!
SIMÓN._ ¡Mira cómo le tiemblan las manos a Rodríguez!
ENRIQUETA._ ¡La hora se aproxima! ¡Hagamos otro esfuerzo!
SIMÓN._ ¿Qué podemos hacer?
ENRIQUETA._ ¡Tal vez, si nos peleáramos!... ¡Si me llamaras puta!
SIMÓN._ ¡Puta! ¡Puta! ¡Puta!
ENRIQUETA._ ¡Ah!
SIMÓN._ ¿Bostezas?
ENRIQUETA._ No. ¡Suspiro!
SIMÓN._ ¡Puta!
ENRIQUETA._ ¡Cornudo!
SIMÓN._ ¿Nada?
ENRIQUETA._ ¡Nada!.. ¿Te acuerdas de mi primera vez?
SIMÓN._ ¡Primer Acto, Escena Primera, de nuestra Vida Conyugal!
ENRIQUETA._ ¡Fue la gloria! Entonces, ¡casi te amé!...Después, fueron perdiendo fuerza los insultos…
SIMÓN._ ¿Insultos o verdades?
ENRIQUETA._ Las verdades… Y luego, ¡Ya no puede!
SIMÓN._ No te lo permitían. ¡Tus amantes de turno eran celosos!
ENRIQUETA._ ¡Y las tuyas, también! Pero ahora, ahora… ¿No sabes una cosa?
SIMÓN._ ¿Qué?
ENRIQUETA._ ¡Mis senos, Simón!
SIMÓN._ ¿Qué pasa con tus senos?
ENRIQUETA._ ¡Se están poniendo tiesos!
SIMÓN._ ¡Ah!
ENRIQUETA._ ¿No te excitas, querido?
SIMÓN._ Querida, ¡estoy tan frío!
ENRIQUETA._ ¿Q. E. P. D.?
SIMÓN._ ¡Q. E. P. D.!
ENRIQUETA._ ¡Simón! Tal vez sería conveniente separarnos!... Separación de cuerpos y de bienes… ¿No hay Divorcio in-extremis?
SIMÓN._ ¡Ni divorcio in-extremis, ni divorcio post-mortem!
ENRIQUETA._ Entonces, ¿juntos?
SIMÓN._ ¡Juntos!... ¡Inútilmente juntos por una Eternidad!
VOZ DE CURA._ ¡Señor! ¡Absolved las almas de nuestros queridos difuntos Enriqueta y Simón!... ¡Absolvedlas de todos sus pecados y haced que con el auxilio de vuestra gracia, merezcan evadir los efectos de vuestra justicia en el Día del Juicio, gozar de la felicidad de la luz eterna!
¡Concédeles, Señor, el eterno descanso!
CORO._ ¡Y alúmbrelos la luz eterna!
VOZ._ ¡De las puertas del infierno…!
CORO._ ¡Arrancad, Señor, sus almas!
VOZ._ ¡Señor! ¡Escuchad mi oración!
CORO._ ¡Y llegue a Vos nuestro clamor!
VOZ._ ¡Qué en paz descansen!
CORO._ ¡¡Así sea!!

ENRIQUETA._ ¡Simón! ¡Está lloviendo!
SIMÓN._ ¡Es el agua bendita! ¡Nos exorcizan, hija!
ENRIQUETA._ ¿Será cierto que hay cielo?
SIMÓN._ Pues, si hay cielo… ¡hay infierno!
ENRIQUETA._ ¡Ah!
SIMÓN._ ¡Oh!
ENRIQUETA._ ¡Ah!... ¡Mira cómo le brillan los ojos a Fernández!
SIMÓN._ ¡Mira cómo tiemblan las manos a Raimundo!
ENRIQUETA._ ¡Raimundo y todo el mundo!
SIMÓN._ ¡Se acerca!
ENRIQUETA._ ¡Sí, se acercan!
SIMÓN._ Huelen dinero fresco. ¡Buitres!
ENRIQUETA._ ¡Buitres!... ¡Zape!
SIMÓN._ ¡Zape!
LOS DOS._ ¡Zape!

(La luz se va con golpe sordo. A partir de ese instante, Enriqueta y Simón permanecen sometidos a efectos de luz negra).

ENRIQUETA._ ¡¿Te fijaste, Simón?!
SIMÓN._ ¡Nos cerraron la caja!
ENRIQUETA._ ¡Todavía no es hora! ¡No son las cinco y media!
LOS DOS._ ¡Abran!... ¡Abran!

(Abandonando su posición inicial, avanzan y retroceden de acuerdo a lo que dicen, siempre de frente al público y como si, realmente, los estuvieran transportando).

SIMÓN._ ¿Sientes el balanceo?
ENRIQUETA._ ¡Yo voy toda desnivelada!
SIMÓN._ Son las escaleras. ¡Ya nos bajan!
NRIQUETA._ ¡Cuidado con los golpes!... ¡Cuidado con los golpes!
SIMÓN._ La calle, la carroza… ¡Entierro de primera!

(Simulando las sacudidas de una carroza en marcha):

ENRIQUETA._ ¡Qué chofer importante conduce la carroza!... ¿Por qué irá tan de prisa?
SIMÓN._ ¡Tendrá otro compromiso!
ENRIQUETA._ (Al chofer) ¡Despacio! ¡No acelere!... ¡Maneje con cuidado!
SIMÓN._ Llegamos… ¡Ya nos sacan! ¡Nos conducen en hombros a la nueva mansión!
ENRIQUETA._ Y ahora, ¿qué sucede? ¿Por qué nos detenemos?
SIMÓN: ¡fotógrafos!........ ! Sonríe!
(Sonríe. El flash de la cámara fotográfica los ilumina)
ENRIQUETA.- ¿Quiénes llevan mi caja?
SIMÓN.- ¡No sé! ¡No los conozco!
ENRIQUETA.- ¿Y las fajas?..¿Quienes están portando nuestras fajas?
SIMÓN.- (Saludando).El Gobernador…
ENRIQUETA.- (Ídem).El Alcalde…
SIMÓN.-El Rector de la universidad
ENRIQUETA.- Directores de diarios y ministros…
SIMÓN.- ¿No vino el presidente?
ENRIQUETA.- ¡No sé! ¡No Lo distingo!... ¿Y el señor Arzobispo? ¡No veo al Arzobispo!
SIMÓN.- (Haciendo una reverencia) ¡Está en primera fila!
ENRIQUETA.- (Ídem) ¡El siempre tan cumplido!
SIMÓN.- ¡Autoridades civiles, militares y eclesiásticas!
ENRIQUETA.- ¡”De izquierda a derecha”, como dirán los diarios de la mañana!
SIMÓN.- ¡Así es!... Continuamos
ENRIQUETA.- ¡Qué populares somos! ¡Cuánta gente nos sigue!
SIMÓN.-Jerarcas y oligarcas…
ENRIQUETA.- Burócratas, políticos, financistas…
SIMÓN. Banqueros, comerciantes, contrabandistas…
ENRIQUETA.- Contrabandistas, traficantes, agiotistas…
SIMÓN.- ¡Caballeros y damas!
ENRIQUETA.- (corrigiéndolo) ¡Caballeros y damas!
SIMÓN.- Damas alegres…
ENRIQUETA.- Damas tristes…
SIMÓN.- Damas alegremente tristes… ¡Putas, puta!
ENRIQUETA.- ¡Cornudos, cornudo!
SIMÓN.- Niños mal, niños bien…
ENRIQUETA.- ¡Go – gol!
SIMÓN.- ¡Ye, ye!
ENRIQUETA.- Invertidos, pervertidos, alcahuetas...Simón, ¡De todo un poco!
SIMÓN.- ¡Y de lo poco, lo mejor!
ENRIQUETA.-Y allá al fondo, en el fondo…
SIMÓN.- Los empleados y obreros de Ruibarbo y Cía.
ENRIQUETA.- ¡Resulta conmovedor!
SIMÓN.- ¡Ah si pudiéramos conmovernos!
(Pausa. Se encuentran detenidos a la altura de las tablas de la derecha)
ENRIQUETA.- ¡Simón!
SIMÓN.- ¡Enriqueta!
ENRIQUETA.- ¡El secretario del sindicato!... ¡El comunista!
SIMÓN.- ¿Dónde?
ENRIQUETA.- ¡Allá!... ¡Tras el mausoleo del conde de Sanjurjo!
SIMÓN.- ¡Es el! …¡Tienes razón!
ENRIQUETA.- ¡Ha venido también!... ¿Te fijaste que, en el fondo, nos quería?
SIMÓN.- ¡Desconfía, Enriqueta!
ENRIQUETA.- ¿Crees tú que…?
SIMÓN.- Algo trama, seguro. ¡Habrá venido a repartir volantes!
(Retrocediendo bruscamente, como si lo empujaran hacia el nicho...)
ENRIQUETA.- ¡Ah!
SIMÓN.- ¡Oh!
ENRIQUETA.- ¡Ah!
(Pausa. Una luz amarilla cae sobre los cuerpos inanimados de Enriqueta y Simón, apoyado sobre las tablas de la derecha)
VOZ DE RAIMUNDO.- !Simón Ruibarbo!... ¡Enriqueta de Ruibarbo!...En nombre de una sociedad mutilada en la persona de dos de sus miembros más distinguidos y queridos…En nombre de la dolce vita que por la dolce morte abandonáis… ¡Con el corazón embargado de dolor, vengo a pronunciar ante Uds. El fúnebre discurso de rigor)
SIMÓN.-¡Es la voz de Raimundo!
ENRIQUETA.-¡El muy hipócrita!
VOZ.- Conocedores de nuestras frecuentes giras alrededor del mundo, nada extraño seria que –Agotado vuestro itinerario en este valle de lágrimas- , hayáis decidido embarcarlos en el yate Caronte, para emprender un viaje de placer al otro mundo. Sin embargo, tratándose como se trata de un viaje sin retorno, nos resistimos a creer que de un momento a otro -¡Sin baile de despedida ni equipaje!-, Uds. Ya se encuentran embarcados… (Llorosa.)¡Enriqueta! ¡Simón!¡Amigos queridos! ¿Pero es que, en realidad, estáis allí?
LOS DOS.- ¡Aquí estamos! ¡Aquí estamos!
VOZ.- ¡Vuestro silencio es elocuente y nos confirma, una vez mas, lo que nos resistíamos a creer!... ¿Para qué continuar, entonces? ¿Para qué seguir prodigando inútiles palabras, cuando estáis decididos a dejarnos para siempre?
LOS DOS.- ¡Esperen! ¡Esperen!
VOZ.- ¡”El muerto al hoyo y el vivo al bollo”!...Así pues, amigos queridos unidos para siempre en la vida y en la muerte, ¡Q.E.P.D.!...¡Q.E.P.D, Enriqueta y Simón!... ¡Adiós!... ¡Adiós!...
ENRIQUETA.- ¡Se van!
SIMÓN.- ¡Nos dejan!
ENRIQUETA.- ¡Adiós, Raimundo! ¡Adiós a todo el mundo!
SIMÓN.- (Corrigiéndolo) ¡Hasta pronto Enriqueta!
ENRIQUETA.- ¡Es verdad! ¡Hasta pronto!... ¡hasta pronto!...
(Pausa larga)
ENRIQUETA.- Simón… ¿Estás ahí?
SIMÓN.- ¡Estoy!.. ¿Y tú?
ENRIQUETA.- ¡También estoy!
ENRIQUETA.- ¡Al fin solos!
SIMÓN.- ¡Al fin!
ENRIQUETA.- ¡Hermoso el mausoleo!
SIMÓN.- En barrio residencial, frente a la tumba de Sanjurjo…
ENRIQUETA.- ¿Con bar y calefacción?
SIMÓN.- ¡Por supuesto!
ENRIQUETA.-Pero nadie ha salido a recibirnos, a darnos la calurosa bienvenida… ¡Que falta de educación, Simón!
SIMÓN.- ¡Un ligero descuido!... (Llamando con voz de niño.) ¡Papi! ¡Mami!... ¡Aquí está vuestro chimoncito!... (Pausa) ¡Abuelo! ¡Abuelita!... ¡Monchito se casó, y ahora les trae a su nueva nieta para que la conozcan!
ENRIQUETA.- (ídem) ¡me llamo Enriqueta, papi-mami! ¡Y para Uds. , Queta!...!soy decente y de familia adinerada! ¡Monchito comprobó que era niña antes del matrimonio!... (Pausa. Impaciente en voz alta:) ¡Señor Ruibarbo y Cía.! ¡¿Están aquí?!
SIMÓN.- (en voz baja) Ruibarbo I está a la izquierda; Ruibarbo II, a la derecha… Ruibarbo III está en el cerro, porque era de la rama torcida… ¡mi viejo está precisamente encima tuyo!
ENRIQUETA.- ¡Hum!
SIMÓN.- ¡Deben estar resentidos todos ellos, porque el Dos de Noviembre no vine a visitarlos!... (llamando) Ah, de la casa!... ¡Ah, de la casa!...
ENRIQUETA.- (ídem) ¡De la casa, ah!
SIMÓN.- ¿Nada?
ENRIQUETA.- ¡Nadie!
SIMÓN.- ¡Habrán salido a penar!
(Pausa)
¿Sientes algo especial?
ENRIQUETA.- no, no precisamente. Lo mismo de siempre
SIMÓN.- debemos prepararnos para nuestra vida
ENRIQUETA.- ¿Qué diferencia hay?
SIMÓN.- ¡Nos crecerán los pelos y las uñas!
ENRIQUETA.- ¡Le encargué a Evangelina que cada cierto tiempo, me viniera a peinar y hacer la manicure! ¡Por lo demás…!
SIMÓN.- ¿Te aburres?
ENRIQUETA.- ¡Si, me aburro!
SIMÓN.- Es preciso hacer algo, algo.
ENRIQUETA.- ¿Qué tal si invito a los vecinos, y organizamos una danza macabra?
SIMÓN.- ¡Bah!
ENRIQUETA.- ¡Ya está!... ¡hablemos del honor de los demás!
SIMÓN.- Repertorio agotado ¡ya no tenemos nada que decir!
ENRIQUETA.- ¡Pero, Simón… ¡hay que matar el tiempo de algún modo!
SIMÓN.- ¡Muerto está!...tal vez si se te ocurre algo nuevo, interesante… algo que no hayamos hecho todavía…
ENRIQUETA.- Que tal si recogemos nuestros pasos
SIMÓN.- ¡Volver a mentir, a fingir, a explotar!...
ENRIQUETA.- ¡A explotar, a robar, a fornicar!...
SIMÓN.- ¡Bah!
(Pausa. La luz que cae sobre sus cuerpos se va tornando verde)
ENRIQUETA.- ¿Apestamos, Simón?
SIMÓN.- ¡Cómo siempre querida!
(Pausa)
SIMÓN.- ¡Je!
ENRIQUETA.- ¿Qué es?
SIMÓN.- ¡No sé! ¡Algo me hace cosquillas!...!je!je!
ENRIQUETA.- ¡ji! ¡A mí también!
SIMÓN.- ¡je! ¡Je!
ENRIQUETA.- ¡ji! ¡Ji!
SIMÓN.- ¡Los gusanos, mujer!
ENRIQUETA.- ¡Los gusanos, Simón!
SIMÓN.- ¡Salen de cabeza, je!
ENRIQUETA.- ¡Salen del corazón, ji!
SIMÓN.- ¡Je! ¡Je! ¡Je!
ENRIQUETA.- ¡Ji! ¡Ji! ¡Ji!
SIMÓN.- ¡Finalmente!
ENRIQUETA.- ¡Por fin!
SIMÓN.- ¡Esto es vida!
ENRIQUETA.- ¡Mejor que el whisky!
SIMÓN.- ¡Mejor que las drogas!
ENRIQUETA.- ¡Mejor, mucho mejor!
SIMÓN.- ¡Pícame gusanito!
ENRIQUETA.- ¡Cómeme, gusanito!
SIMÓN.- ¡Así! ¡Así! ¡Así!
ENRIQUETA.- ¡Ji! ¡Ji! ¡Ji!
SIMÓN.- ¡Je! ¡je! ¡je!
(Ríen, muertos de gusto, mientras la luz desciende y el tablado queda sumido en las tinieblas)

“Q.E.P.D.”

“Que en paz descanse”, pieza teatral humorística del destacado dramaturgo ecuatoriano José Martínez Queirolo, es una visión satírica que confronta a dos singulares personajes envueltos en una vistosa experiencia más allá de la vida. Enriqueta y Simón, luego de un accidente de tránsito que termina con sus vidas, abren sus ojos para contemplar los últimos ritos de sus exequias.
A pesar de su condición póstuma, los personajes siguen anclados a lo que fueron sus propias actitudes de vida: vanidad, hipocresía, superficialidad, intereses económicos y más afanes por aparentar un estilo de vida perfecta, pese a sus inmundicias humanas. La genialidad de Queirolo combina hábilmente lo risible con lo siniestro. De lo deplorable brota la enseñanza, la palabra moralizante donde nuestras debilidades se ven retratadas para dar paso a la reflexión o la conversión de lo erróneo que puede ser nuestra coexistencia.
Esta obra estrenada por el grupo “Los Guayacanes”, en el IV Festival Nacional de Teatro organizado por el Patronato Municipal de Bellas Artes de Guayaquil, el 22 de julio de 1969, bajo la dirección de Miguel Sarracín. Aborda con vitalidad el gran dilema, que todos llevamos, del cómo vivir frente al ineludible desafío de la muerte.
En el Día de los Difuntos, saturados de flores que han subido de precio, ritos religiosos y otras novedades propias de la fecha, todos de alguna manera percibimos la fragilidad de la existencia. Sabemos de lo efímero del hombre y de la mujer quienes absortos en sueños, grandes ideales, o simplemente atados a la rutina del trabajo, caminamos dormidos sin percibir o disfrutar el presente que llevamos en las manos como el único tesoro irrecuperable.
Es más, la insensatez a la que parece estar condenada la condición humana no repara en absurdos como aquellos erigidos en los cementerios: extravagantes mausoleos, inscripciones, esculturas y más barroquismos que insuflan la soberbia de quienes incluso más allá de lo vivible piensan figurar con las cuatro monedas que poseen, sin reparar que la fortuna de la vida se mide en la calidad de lo realizado y en los memorables recuerdos que sembramos en el corazón y la mente de quienes nos rodean.
Es tan triste mirar una lápida que a más del nombre del extinto trae como aureola un título profesional, como si los gusanos distinguiesen al médico, del artista o del bruto; tan dolientes aquellos teatrales sepelios atiborrados de flor, donde pocos lloran y la mayoría ríe; donde se busca al conocido, amigo o pariente, para expresarle un pésame que, por lo general, se adjunta al deber social antes que al real afecto.
La arrogante vanidad nos trasforma en sepulcros vivientes y de tanto esforzarnos para deslumbrar a los demás nos olvidamos de nosotros mismos. Compartamos la plática, la risa, el jolgorio de la quietud y el inusitado abrazo de la presencia de quienes amamos, como evidencia palpable del existir. Que no se nos profiera el “descanse en paz” en la tumba fría. Cuando cada día debemos descansar en paz, gozando el milagro de la vida.