Frente a las nuevas reformas que
se pretenden instaurar en el Código Penal ecuatoriano, surgió la propuesta de
legalizar el aborto como un derecho de la mujer. Diversos grupos feministas respaldaron
esta opción, sumándose además legisladoras de oposición y de la misma bancada
oficialista, quienes de manera frontal encaminaron sus esfuerzos por tal
reforma; incluso en el seno de la Asamblea Nacional, dos mujeres activistas
decidieron desnudarse parcialmente en señal de apoyo a esta posible
legalización que es bandera de lucha de ciertos frentes femeninos.
Si bien es cierto que el tema del
aborto se califica de polémico y son muchas las connotaciones que supuestamente
lo defienden, también existe el criterio irrebatible de la defensa de la vida
como bien inalienable de toda persona, derecho que le asiste desde el momento
de la concepción. Ninguna mujer podría hablar entonces de un derecho personal,
cuando no es su vida de la que se está hablando. Se debe entender que el hecho
de portar en el vientre a una criatura no
permite a la mujer la opción de decidir sobre el futuro del nuevo ser. Más
retrógrada aún la idea de optar por el aborto como modo de regular la cantidad
de hijos o los intervalos de estos en la existencia femenina, normativa aceptada
en formas del derecho internacional, pero, que bajo ninguna perspectiva es lógica
ni humana. Hay otros que aceptan el aborto en el caso de posible deformación
congénita de los bebés por nacer; y con el argumento de que estos no sufran,
les propinan la muerte, sin recordar a los miles de individuos con capacidades
especiales diferentes que en el mundo nos enseñan a ser más completos, más
personas, más humanos. Frente a los casos
de violación, solo nos quedaría meditar en lo siguiente: ¿un mal puede ser
subsanado por otra forma de mal?
Queda además el sinsabor de
observar a valiosas mujeres atrapadas en un torcido feminismo, donde a cuenta
de una mal entendida igualdad, dan paso a procederes inauditos. La mujer de
este siglo y desde el inicio mismo de la civilización ha demostrado que es tan
valiosa como el varón. Sus habilidades, su capacidad de amar, su perseverancia,
sensibilidad y robusta delicadeza son la plataforma en que los pueblos se han
sostenido para ser más sensatos. Es verdad que aún persiste un machismo
acosador y una actitud agresiva en contra de las féminas, acciones que deben
ser combatidas con más severidad, pero estas actitudes también son avivadas por
ellas, tal es el caso de la acción de las dos damas, que en esta semana, a
manera de inconformidad, retiraron sus prendas de vestir en la Asamblea
Nacional. No es que nos asustemos o asumamos una actitud de beatitud, pero, entendemos
que el intelecto, la fortaleza, la argumentación femenina no pueden ser
sustituidas por la exhibición de sus cuerpos, que bajo ningún concepto son objeto
de comercio o instrumento de negociación.
Sobre el tema, el Presidente
Correa fue severo al manifestar que estaría dispuesto a renunciar a su cargo si
se despenaliza el aborto, acierto que aplaudimos y que no lo entendemos como táctica
previa a elecciones, porque la defensa de la vida es deber ineludible de todo
ser humano, con más razón si este es un líder de multitudes. Esperemos que nuestro
gobernante siga considerando, con el mismo buen juicio de esta vez, las futuras
reformas que en bien de la justicia y la democracia plantee el nuevo Código
Penal Ecuatoriano.