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sábado, 12 de octubre de 2013

¿Y qué pasó con el Teatro de la UNACH?



Tras años de requerimientos y aspiraciones de un buena parte de la comunidad riobambeña, en el mes de mayo de 2013 participamos con honda complacencia de la inauguración del  teatro–auditorio de la Universidad Nacional de Chimborazo, obra construida con buen sentido y apego a normas necesarias de seguridad, funcionalidad y estética. Los pasados vientos de desidia, desdén cultural, reinantes en la urbe parecían tomar nortes diferentes, más aún cuando desde el lunes 17 al viernes 21 de ese mismo mes se vivió una semana cultural intensa que daba paso a imaginar un nuevo devenir cultural para nuestra relegada ciudad.

Se dio el primer paso, un loable inicio digno de encomio para quienes fraguaron y empujaron esta iniciativa truncada tantas veces por un imaginario que desdeña el arte, una masa atrapada por la veleidad, que se contenta con espectáculos grotescos, ramplones o insultantes menospreciando así la calidad artística. En una semana de historia, el “tablado” del alma mater, recibió destacadas participaciones, así: Quito 6, ensamble cameral que destacó con sus interpretaciones el trabajo de valiosos compositores del país, la Orquesta Sinfónica y el Ballet Nacional del Ecuador, el trabajo cinematográfico de  María Fernanda Restrepo, quien con su documental, “Con mi corazón en Yambo”, volvió a recordarnos una lucha que no concluye, y como cierre a estos destacados eventos, el humor de Las Marujas arrancó aplausos a una audiencia que por ese día abarrotó el auditorio. 

Al parecer Riobamba contaba con su recinto cultural, con su teatro auditorio, que pese a las trabas o restricciones generaría pretextos para un nuevo comportamiento social, mas, han pasado meses desde este aclamado comienzo y hoy solo se destaca la soledad de una infraestructura arrimada al olvido. Es verdad que lo cultural en nuestro medio es poco rentable, si lo traducimos a términos económicos, pero esta es la inversión imprescindible para el bien de las generaciones jóvenes. Por el mejor porvenir de ellas debemos destruir el ostracismo mental, la ignorancia, la insensibilidad artística y crear espacios suficientes donde descubran la estética de la música, la danza, el teatro y más artes. Un pueblo, una ciudad es desarrollada en medida de la civilización de su gente; la barbarie desecha la belleza de las formas, los sonidos, los movimientos y se contenta con lo irreflexivo formando así lo que Vargas Llosa califica como “La Civilización del Espectáculo” donde "las estrellas de la televisión y los grandes futbolistas ejercen la influencia que antes tenían los profesores, los pensadores y (antes todavía) los teólogos".   

Confiamos en la agudeza administrativa de quienes están al frente del buen uso de este recinto. Confiamos en que la visión universitaria apunte a criterios inteligentes, propiciando que este sea el lugar continuo y permanente donde los artistas tengan la oportunidad de compartir su talento, que este sea el templo cultural a donde recurran autores, compositores, virtuosos que trabajan por Riobamba y el Ecuador; confiamos en que no se cierren puertas a gestores culturales  que generan propuestas y eventos de real aporte educativo con el retrógrado criterio de fomentar únicamente presentaciones con mero fin de lucro.

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