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sábado, 2 de octubre de 2010

Ha perdido la Patria

Luego de los escabrosos acontecimientos de esta semana, donde los elementos policiales trocaron la mediana calma de los ecuatorianos, se elevan infinidad de comentarios que proclaman un triunfo para la democracia. En un enfrentamiento de pueblo contra pueblo no se puede declarar victoria para nadie, todos quienes formamos el Ecuador hemos perdido la poca unidad que nos restaba y ahora nos colocamos de cara a un futuro colmado de incertidumbre.
Los enfrentamientos entre conciudadanos no solo debilitan un denominado sistema democrático sino que corroen las estructuras morales de cualquier pueblo. Cuando se pierde el sentido de respeto entre los habitantes de una nación, cuando unos a otros se agreden tras banderas ideológicas que no respetan el derecho y la razón, sólo queda afirmar que somos una sociedad camino al barranco de la anarquía. El cruce de balas entre policías y militares en plena zona residencial de Quito, los improperios, golpes y retos entre ciudadanos civiles nos muestran ante el mundo como un pueblo dividido, pero lo más preocupante es que a nivel interno producen profundas heridas que a futuro pueden abrirse y provocar oleadas de violencia mayores a las que vivimos.
A nivel nacional e internacional se festeja un supuesto triunfo, pero nadie dice que se perdieron valiosas vidas. Es que para un gobierno no importan los individuos sino el hecho de conservar el poder; entre vítores y abrazos los políticos gobiernistas se sienten victoriosos, pero ni siquiera meditan en lo que estaban a punto de provocar. La irresponsable convocatoria de gente que acudió a la Plaza de la Independencia con carteles, banderas y proclamas evidencia que jamás se pensó en la seguridad o la vida de esos incautos ciudadanos, porque el fin supremo era no perder el mando y crear un seudo escenario de incondicional apoyo para la figura presidencial. He aquí la evidencia de que los gobernantes consideran al pueblo como carne de cañón a la que hay que poner al frente para salvaguardar sus intereses. En otros términos se pierde el sentido de respeto por la vida de los conciudadanos a favor no de una democracia sino de un grupo de personas.
El desboque delincuencial observado en las calles; la imagen de nuestro Presidente, ubicado en una ventana, incitando al pueblo a que lo mate, ubica a nuestro país en un plano de barbarie que de seguro motivará a que en el mundo se crea que Ecuador es un territorio asolado por el crimen, aunque muy lejos no estamos de esto, pero de seguro para muchos empresarios, inversionistas, turistas y más, estas acciones serán punto de meditación para decidirse o no por nuestra “Isla de paz”.

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