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viernes, 18 de diciembre de 2015

Tiempo de navidad



La anunciación es el camino para la llegada de Dios al mundo. Es el puente que se extiende entre lo divino y la humanidad. Es la respuesta a siglos de espera, a generaciones que aguardaron la venida del Salvador.


Y en este gran misterio de la encarnación aparece uno de los grandes dogmas de nuestra fe que nos lleva creer como cristianos que Dios en verdad se hizo hombre, que Él, en su inmenso amor por la humanidad es Jesucristo nacido de María Santísima.
El amor de Dios se hace visible con la aparición del ángel Gabriel y es en ese instante donde surge la devoción, el respeto, la fe, la certeza de que todos tenemos una madre espiritual, que la iglesia tiene un corazón materno que la cobija y ella es María Inmaculada. 


Sin María no hubiese navidad, sin María nuestra vida sería huérfana, sin María no existiese ese pesebre que adorna desde la estancia más humilde hasta el lobby más lujoso. Sin María el corazón humano carecería de la ternura, de la esperanza, de la paciencia, de la sabiduría que solo puede haber en el corazón de una mujer. Por esto, la mujer está llamada a perennizarse como el  faro de ternura, como el necesario espíritu de amor para las familias y la sociedad.
 
María representa al ser humano que espera y confía en el Señor. Esta una historia de hace más de 2000 años, pero cada día Dios también te llama, cada día nuestro amado Creador golpea la puerta de nuestros corazones y nos invita a creer en Él; nos pide que así como respondió María respondamos: “Que se haga en mi según tu palabra “, y que no se haga mi capricho, mi deseo inconveniente, mi proyecto vano que se extinguirá ineluctablemente con mi pasajera vida.
 
Al María decir sí al Señor, aceptó un gran proyecto para su vida. María reconoció que la vida no es nada sin Dios y ese es el legado del inicio de la Navidad, en donde se nos pide que a semejanza de María sepamos decir sí al gran proyecto que Dios tiene en cada una de nuestras vidas. Digamos sí a la certeza que Dios existe. Digamos sí a la necesidad de Dios, en medio de esta sociedad materializada por el dinero, el afán de poder la superficialidad. Digamos sí al compromiso de cumplir con nuestros compromisos, con nuestras responsabilidades. Digamos sí a la misericordia, a la generosidad, a la tolerancia para todos aquellos que piensan o actúan de manera distinta a lo que nosotros deseamos.

Como católicos digamos sí a la presencia de María en nuestros templos, en nuestra fe y sobretodo en nuestro corazón.



                   Que Dios bendiga a todas las familias.


                                                                 ¡Feliz navidad!

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