En abril de 1616 culmina su vida
uno de los más talentosos escritores universales. El Príncipe de los ingenios, El glorioso Manco
de Lepanto, el hombre de cuya pluma brotó el más importante legado, tanto para
la novela moderna como para la lengua castellana, cierra su existencia terrenal
y da el salto a la inmortalidad con obras que sin ser pocas trascienden y son
referente de la calidad literaria de su creador. Más allá de las Novelas ejemplares, Persiles y Segismunda,
La Galatea, su poética y su producción teatral, Cervantes confiere a la
literatura mundial y a la humanidad el paradigma de dos individuos quienes,de plena
vigencia para su época, se renuevan, se reinventan,viajan entre los siglos y se
modernizan en cualquier era. El valientehidalgo, El invencible caballero del
vencimiento,como calificaría un autor a la enflaquecida figura de
Don Quijote, junto a su fiel Sancho, hantransitado por más de cuatro
siglos entre las manos de libreros, ávidos lectores, estudiantes, viajeros y
cuantospersonajes, similares al de las antiguas ventas manchegas,que de seguro
habrán celebrado con hilaridad las venturas y desventuras del defensor de los
pobres y los tristes.
La primera parte de esta obra,
compuesta por 52 capítulos,se publicó en Madrid a inicios de 1605, bajo el título
de El ingenioso hidalgo don Quijote de la
Mancha. Su éxito dio paso a una imitación que apareció en Tarragona, en 1614,bajo
el seudónimo de Alonso Fernández de Avellaneda, este, en el prólogo acuñó
hondos insultos contra el verdadero autor, lo que llevó a Cervantes a publicar una
segunda parte, con 74 capítulos, que apareció en 1615. En 1617, las dos partes
se publicaron juntas en Barcelona;en poco tiempo, El Quijote se convirtió en uno de los textos de mayor edición
mundial, siendo luego de la Biblia una de las obras traducidas al mayor número
de lenguas en el planeta.
Numerosos estudios a través de la
historia avalan el valor de esta obra que se entreteje con las mismas desventuras
de su creador, varios capítulos tomaron forma y se leyeron desde la tragedia de
la prisión cuando Cervantes cumplía pena por desatinado manejo de arcas
fiscales. Es en la prisión donde el humor se presenta como aliciente para el infortunio,
como la necesaria esperanza para la adversidad que condena al hombre a la
derrota. El mismo Cervantes se eleva gracias a su personaje que lo supera y
hasta lo invisibiliza al punto de que el Quijote se trastoca en cualquier ser
humano de la cotidianidad, desde el mendigo que sueña con el mendrugo de pan
que aplacará su hambre hasta el ávido empresario que sueña en sus conquistas. El Quijote es el emblema de los
soñadores, de los visionarios, de aquellos que aún pueden percibir la belleza en
medio de la podredumbre, de aquellos que por mirar claridad en un medio de
tinieblas son calificados de locos, poetas, soñadores, enamorados o
constructores de nuevas sociedades. Qué Quijote no aguarda el fin de la
tiranía, la libertad del pueblo, la liberación de los esclavos, que en esta
modernidad son más en cantidad y ceguera.
Y desde “un lugar de la Mancha de
cuyo nombre no quiero acordarme”, las andanzas del noble hidalgo se han
dirigido hacia los cuatro puntos cardinales. A Ecuador, concretamente a la Real
Audiencia de Quito, llega alrededor del 1618, como parte de un envío que desde
Sevilla hiciera el librero Antonio del Toro; la aceptación del texto fue inmediata,
aunque será recién en el Siglo XIX, cuando se note su influencia en las letras
nacionales en autores como José Joaquín de Olmedo que tibiamente lo aludiera en
Alfabeto para un niño. Se necesitará de
la perspectiva cosmopolita de Montalvo para que Hispanoamérica y Ecuador se
afiancen en la cosmovisión cervantina. Los
capítulos que se le olvidaron a Cervantes y Ensayo de imitación de un libro
inimitable, son el mayor homenaje del autor ambateño a la figura de
Cervantes y una vigorosa muestra de intertextualidad para las letras nacionales
de ese siglo.
Para el siglo XX, el simbolismo
del Quijote adquiere un valor universal que se afianza con las conmemoraciones
y aniversarios cervantinos. Cervantes representa la identidad de la lengua
castellana y su personaje es imagen, alusión o protagonista inevitable de cuentos,
novelas, ensayos, caricaturas, monumentos. Junto al rústico escudero, el loco
Quijano lector infatigable de libros de caballería,es visto desde la ingenuidad
de los niños, quienes al menos conocen sobre la batalla contra los molinos de
viento, hasta el hondo análisis psicológico que reviste de nuevas lecturas a
este prototipo humano y literario que llegó incluso a la pantalla de cine a
través de interesantes adaptaciones.
Este quijotesco periplo engendra
Quijotes que desde multitudinarias perspectivas mantienen vivo el legado de una
obra que siendo amada por muchos, en Ecuador no tuvo una edición propia. Se
requerirá de una cuna de herencias sustanciales para la Patria, de una tierra
fértil para la eternización
de la leyenda, de una Riobamba, que una vez más arrimaría a su historia de
primicias, el ser la primera ciudad ecuatoriana donde se imprimiría la primera
edición deEl Ingenioso Hidalgo Don
Quijote de la Mancha.La iniciativa que nació del joven historiador, Franklin
Cepeda Astudillo, contó con el inapreciable apoyo de Manuel Freire Heredia,
Presidente de Editorial Edipcentro, maestro y mecenas de la cultura riobambeña.
Esta edición ecuatoriana, con prólogo de Hernán Rodríguez Castelo,se presentó
el 2005 con motivo de la celebración de los 400 años de la primera publicación.
Entre los nuevos aportes consta el primer capítulo traducido a la lengua
quichua, así como una muestra representativa de ilustraciones, relativas al
Quijote o a su autor, realizadas por importantes cultores plásticos
ecuatorianos.
Para el 2016, Franklin Cepeda
Astudillo, nos trae un nuevo encuentro
con el caballero de la Mancha: Ecuador En
la ruta de Don Quijote. Obra que se constituye en un homenaje de Riobamba y
Ecuador para la celebración de las Jornadas Cervantinas por los 400 años de la
muerte del autor del Quijote. En una quijotada más dentro del contexto de la
historia y las letras, el autor comparte está obra presentada en el marco del
Festival de Cine Cervantino organizado por la Academia Ecuatoriana y la
Universidad Técnica Particular de Loja, que entre sus invitados especiales
incluyen a Darío Villanueva, Director de la Real Academia Española y eximio
cervantista.
Ecuador En la ruta de Don Quijotenos conduce a deshacernos del
entuerto de la ignorancia y aproximarnos a la influencia del legado cervantino
en nuestra nación. Meses de metódica investigación, lecturas inagotables,
numerosos viajes y experiencias se condensan en 159 páginas que el autor dedica
a los desocupados lectores para quienes en cinco apartados ha preparado una
exhaustiva revisión de lo que ha sido la presencia de Cervantes y el Quijote en
la cultura ecuatoriana. El primero de estos apartados nos conduce por los
caminos del Quijote, su arribo a tierras de la Real Audiencia en las
postrimerías del reinado de Felipe II y la marcada huella que ha dejado en
diversos autores nacionales,desde aquella época hasta el presente siglo.
Continúa el prólogo realizado para la primera edición ecuatoriana, citado en
párrafos anteriores, siendo el tercer y cuarto apartados una amplia selección
de ensayo, narrativa y poética donde multiplicidad de voces, estilos e
interpretaciones se agrupan bajo la temática cervantina. El apartado final
llega a convertirse en un detallado acopio de fuentes publicadas en nuestro
país y que vinculan la obra de Cervantes al pensamiento e interpretación de
nuestros autores. La publicación se fortalece con insertos gráficos que desde lo
visual testifican la presencia del ingenioso hidalgo y su creador en variadas
muestras de pintura, filatelia, portadas, vitrales,caricaturas; imágenes que
narran la cotidianidad, la política, el ser interno y la exclusiva capacidad de
interpretación de cada creador, que bajo el sol o la luna venida de la lejana
península, buscan “sinrazones que enmendar, abusos que mejorar y deudas que
satisfacer”.
Al amigo de todos
La triste figura
por la Mancha transita noctámbula
y perdida
silueta del tiempo destartalada,
sola,
de ojos grandes, luminosos
de huesos eternos donde los
pájaros hacen nido
y de los nidos estrellas para el
universo de los sueños.
Hay días donde no camina
vuela de una nación a otra
de un corazón a otro.
Es el humor, la risa, la
filosofía solemne
la meditación perpetua.
Eterno amigo del infortunio
vencido caballero,
paladín de los menesterosos,
cacique del pueblo desvalido,
a quien las centurias no
envejecen.
Traes en tus alforjas la
inquebrantable risa,
la Dulcinea esperanza,
bálsamo contra la inmundicia
el desamor, la tiranía.
Traes la voz erguida, la lanza
extendida
en contra de los gigantes
que no son quiméricos molinos
sino hambre, guerra, avaricia.
Amigo bueno como la luz,
el vino, el pan de cada día,
bueno como tu escudero,
tu adarga, tu armadura desgarbada
o tu famélico Rocinante,
amado Cireneo cuyo relincho
enciende el aire,
carcome la impiedad,
debilita la nostalgia.
Este héroe de los campos de
Montiel
de las planicies de la Tierra
del mar, del cosmos, de cada
altiva frente
que yacente, herida o
amortajada
sigue creyendo en la justicia, en
la humildad,
en la mansedumbre de los prados
en la celeste calma de los viejos
en la necesaria compasión
en el perdonable agravio.
No te detengas aventurero de los
locos
No recobres la cordura
ni te arrimes a la pasividad de
los mortales
Sé el eterno Prometeo,
la interminable lanza que
desgarra la mentira
sé el manzanar, la fruta fresca,
la límpida mirada donde la verdad
luce desnuda.
Acompáñanos a velar las armas
en esta hora de las sombras.
Nómbranos andantes caballeros
búrlate de la miseria de nuestra
quimérica existencia,
de nuestra tétrica matemática,
donde la pavorosa ambición
multiplica la desdicha y la
soledad insondable.