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jueves, 12 de mayo de 2016

Ecuador en la ruta de Don quijote



En abril de 1616 culmina su vida uno de los más talentosos escritores universales.  El Príncipe de los ingenios, El glorioso Manco de Lepanto, el hombre de cuya pluma brotó el más importante legado, tanto para la novela moderna como para la lengua castellana, cierra su existencia terrenal y da el salto a la inmortalidad con obras que sin ser pocas trascienden y son referente de la calidad literaria de su creador. Más allá de las Novelas ejemplares, Persiles y Segismunda, La Galatea, su poética y su producción teatral, Cervantes confiere a la literatura mundial y a la humanidad el paradigma de dos individuos quienes,de plena vigencia para su época, se renuevan, se reinventan,viajan entre los siglos y se modernizan en cualquier era. El valientehidalgo, El invencible caballero del vencimiento,como calificaría un autor a la enflaquecida  figura de  Don Quijote, junto a su fiel Sancho, hantransitado por más de cuatro siglos entre las manos de libreros, ávidos lectores, estudiantes, viajeros y cuantospersonajes, similares al de las antiguas ventas manchegas,que de seguro habrán celebrado con hilaridad las venturas y desventuras del defensor de los pobres y los tristes. 


La primera parte de esta obra, compuesta por 52 capítulos,se publicó en Madrid a inicios de 1605, bajo el título de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Su éxito dio paso a una imitación que apareció en Tarragona, en 1614,bajo el seudónimo de Alonso Fernández de Avellaneda, este, en el prólogo acuñó hondos insultos contra el verdadero autor, lo que llevó a Cervantes a publicar una segunda parte, con 74 capítulos, que apareció en 1615. En 1617, las dos partes se publicaron juntas en Barcelona;en poco tiempo, El Quijote se convirtió en uno de los textos de mayor edición mundial, siendo luego de la Biblia una de las obras traducidas al mayor número de lenguas en el planeta. 


Numerosos estudios a través de la historia avalan el valor de esta obra que se entreteje con las mismas desventuras de su creador, varios capítulos tomaron forma y se leyeron desde la tragedia de la prisión cuando Cervantes cumplía pena por desatinado manejo de arcas fiscales. Es en la prisión donde el humor se presenta como aliciente para el infortunio, como la necesaria esperanza para la adversidad que condena al hombre a la derrota. El mismo Cervantes se eleva gracias a su personaje que lo supera y hasta lo invisibiliza al punto de que el Quijote se trastoca en cualquier ser humano de la cotidianidad, desde el mendigo que sueña con el mendrugo de pan que aplacará su hambre hasta el ávido empresario que sueña en sus conquistas. El Quijote es el emblema de los soñadores, de los visionarios, de aquellos que aún pueden percibir la belleza en medio de la podredumbre, de aquellos que por mirar claridad en un medio de tinieblas son calificados de locos, poetas, soñadores, enamorados o constructores de nuevas sociedades. Qué Quijote no aguarda el fin de la tiranía, la libertad del pueblo, la liberación de los esclavos, que en esta modernidad son más en cantidad y ceguera. 


Y desde “un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme”, las andanzas del noble hidalgo se han dirigido hacia los cuatro puntos cardinales. A Ecuador, concretamente a la Real Audiencia de Quito, llega alrededor del 1618, como parte de un envío que desde Sevilla hiciera el librero Antonio del Toro; la aceptación del texto fue inmediata, aunque será recién en el Siglo XIX, cuando se note su influencia en las letras nacionales en autores como José Joaquín de Olmedo que tibiamente lo aludiera en Alfabeto para un niño. Se necesitará de la perspectiva cosmopolita de Montalvo para que Hispanoamérica y Ecuador se afiancen en la cosmovisión cervantina. Los capítulos que se le olvidaron a Cervantes y Ensayo de imitación de un libro inimitable, son el mayor homenaje del autor ambateño a la figura de Cervantes y una vigorosa muestra de intertextualidad para las letras nacionales de ese siglo.


Para el siglo XX, el simbolismo del Quijote adquiere un valor universal que se afianza con las conmemoraciones y aniversarios cervantinos. Cervantes representa la identidad de la lengua castellana y su personaje es imagen, alusión o protagonista inevitable de cuentos, novelas, ensayos, caricaturas, monumentos. Junto al rústico escudero, el loco Quijano lector infatigable de libros de caballería,es visto desde la ingenuidad de los niños, quienes al menos conocen sobre la batalla contra los molinos de viento, hasta el hondo análisis psicológico que reviste de nuevas lecturas a este prototipo humano y literario que llegó incluso a la pantalla de cine a través de interesantes adaptaciones. 


Este quijotesco periplo engendra Quijotes que desde multitudinarias perspectivas mantienen vivo el legado de una obra que siendo amada por muchos, en Ecuador no tuvo una edición propia. Se requerirá de una cuna de herencias sustanciales para la Patria, de una tierra fértil para la eternización de la leyenda, de una Riobamba, que una vez más arrimaría a su historia de primicias, el ser la primera ciudad ecuatoriana donde se imprimiría la primera edición deEl Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha.La iniciativa que nació del joven historiador, Franklin Cepeda Astudillo, contó con el inapreciable apoyo de Manuel Freire Heredia, Presidente de Editorial Edipcentro, maestro y mecenas de la cultura riobambeña. Esta edición ecuatoriana, con prólogo de Hernán Rodríguez Castelo,se presentó el 2005 con motivo de la celebración de los 400 años de la primera publicación. Entre los nuevos aportes consta el primer capítulo traducido a la lengua quichua, así como una muestra representativa de ilustraciones, relativas al Quijote o a su autor, realizadas por importantes cultores plásticos ecuatorianos.


Para el 2016, Franklin Cepeda Astudillo,  nos trae un nuevo encuentro con el caballero de la Mancha: Ecuador En la ruta de Don Quijote. Obra que se constituye en un homenaje de Riobamba y Ecuador para la celebración de las Jornadas Cervantinas por los 400 años de la muerte del autor del Quijote. En una quijotada más dentro del contexto de la historia y las letras, el autor comparte está obra presentada en el marco del Festival de Cine Cervantino organizado por la Academia Ecuatoriana y la Universidad Técnica Particular de Loja, que entre sus invitados especiales incluyen a Darío Villanueva, Director de la Real Academia Española y eximio cervantista.


Ecuador En la ruta de Don Quijotenos conduce a deshacernos del entuerto de la ignorancia y aproximarnos a la influencia del legado cervantino en nuestra nación. Meses de metódica investigación, lecturas inagotables, numerosos viajes y experiencias se condensan en 159 páginas que el autor dedica a los desocupados lectores para quienes en cinco apartados ha preparado una exhaustiva revisión de lo que ha sido la presencia de Cervantes y el Quijote en la cultura ecuatoriana. El primero de estos apartados nos conduce por los caminos del Quijote, su arribo a tierras de la Real Audiencia en las postrimerías del reinado de Felipe II y la marcada huella que ha dejado en diversos autores nacionales,desde aquella época hasta el presente siglo. Continúa el prólogo realizado para la primera edición ecuatoriana, citado en párrafos anteriores, siendo el tercer y cuarto apartados una amplia selección de ensayo, narrativa y poética donde multiplicidad de voces, estilos e interpretaciones se agrupan bajo la temática cervantina. El apartado final llega a convertirse en un detallado acopio de fuentes publicadas en nuestro país y que vinculan la obra de Cervantes al pensamiento e interpretación de nuestros autores. La publicación se fortalece con insertos gráficos que desde lo visual testifican la presencia del ingenioso hidalgo y su creador en variadas muestras de pintura, filatelia, portadas, vitrales,caricaturas; imágenes que narran la cotidianidad, la política, el ser interno y la exclusiva capacidad de interpretación de cada creador, que bajo el sol o la luna venida de la lejana península, buscan “sinrazones que enmendar, abusos que mejorar y deudas que satisfacer”.




Al amigo de todos
  
La triste figura
por la Mancha transita noctámbula y perdida
silueta del tiempo destartalada, sola,
de ojos grandes, luminosos
de huesos eternos donde los pájaros hacen nido
y de los nidos estrellas para el universo de los sueños.
Hay días donde no camina
vuela de una nación a otra
de un corazón a otro.
Es el humor, la risa, la filosofía solemne
la meditación perpetua.


Eterno amigo del infortunio
vencido caballero,
paladín de los menesterosos,
cacique del pueblo desvalido,
a quien las centurias no envejecen.
Traes en tus alforjas la inquebrantable risa,
la Dulcinea esperanza,
bálsamo contra la inmundicia
el desamor, la tiranía.
Traes la voz erguida, la lanza extendida
en contra de los gigantes
que no son quiméricos molinos
sino hambre, guerra, avaricia.
Amigo bueno como la luz, 
el vino, el pan de cada día,
bueno como tu escudero,
tu adarga, tu armadura desgarbada
o tu famélico Rocinante,
amado Cireneo cuyo relincho enciende el aire,
carcome la impiedad,
debilita la nostalgia.
 
Este héroe de los campos de Montiel
de las planicies de la Tierra
del mar, del cosmos, de cada altiva frente
que yacente, herida  o amortajada
sigue creyendo en la justicia, en la humildad,
en la mansedumbre de los prados
en la celeste calma de los viejos
en la necesaria compasión
en el perdonable agravio.

No te detengas aventurero de los locos
No recobres la cordura
ni te arrimes a la pasividad de los mortales
Sé el eterno Prometeo,
la interminable lanza que desgarra la mentira
sé el manzanar, la fruta fresca,
la límpida mirada donde la verdad luce desnuda.
Acompáñanos a velar las armas
en esta hora de las sombras.
Nómbranos andantes caballeros
búrlate de la miseria de nuestra quimérica existencia,
de nuestra tétrica matemática,
donde la pavorosa ambición
multiplica la desdicha y la soledad insondable.



















 [U1]

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