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martes, 3 de marzo de 2009

El imperio de la violencia

Si bien es cierto que la violencia se asocia con distintas edades de existencia, evolución y desarrollo del ser humano sobre la tierra, cabe el razonamiento que a mayor evolución, mejor desenvolvimiento de la especie en el planeta. En este caso, la humanidad del siglo XXI se podría definir como el resultado de una serie de procesos sociales donde deberían confluir una mayor valoración y respeto por la dignidad y la vida misma.

Con desazón vemos que el tan mentado desarrollo, del que nos jactamos en la actualidad, se limita al uso y abuso de la tecnología. Una megatendencia donde la búsqueda del placer, la diversión, nos lleva a insanos límites, ubicándonos en nivel inferior al de las bestias. Ni las experiencias de genocidios mundiales, ni los movimientos de derechos humanos, ni la promulgación de tantas leyes a favor del hombre y la mujer han podido frenar la ola de violencia que nos acosa cada día.
Con estupor, en esta semana, miramos a través de los noticieros un cruento video donde un grupo de jóvenes españolas propinan una salvaje golpiza a una chiquilla ecuatoriana. Entre risas y aclamaciones de las agresoras, la víctima era agredida con atroz ferocidad. El video, grabado por ellas mismas en un teléfono celular, fue enviado a muchos otros como entretenimiento. Es aquí donde destacan los verdaderos comportamientos sociales imperantes en el mundo de esta época. Este grupo de adolescentes agresoras, son fruto de toda la influencia negativa a la que nos exponen los medios de comunicación, la publicidad y las grandes cadenas de “entretenimiento”. Sumemos a esto la descomposición familiar, los elevados horarios de trabajo, donde padres y madres de familia abandonan ciegamente a sus hijos/as en un medio agresivo y sin seguridades.

La irresponsable manera como se exhibe la violencia crea un sentimiento de permisividad. La constante difusión de imágenes, videos, videojuegos, reportajes y hasta canciones de belicoso contenido, destruyen nuestra capacidad de reacción y asombro. Para nuestros niños/as y jóvenes resulta común contemplar crímenes, peleas, actos de tortura u otros procedimientos violentos e inconscientemente los asimilan como parte de un comportamiento real.
Parece que tantos actos de abominable violencia, que incluso han sido causa de noticia a nivel mundial, no son suficientes para alertarnos sobre el abismo al que nos dirigimos. Si no detenemos este bombardeo de violencia para nosotros y sobretodo para nuestras generaciones menores, vamos a construir una sociedad más bárbara que la de la época de las cavernas.

Como es imposible frenar a tantos necios promotores de violencia, que se sirven de ella para ganar dinero, apremia la intervención directa de la familia para cuidar lo que miran y hacen en el hogar nuestros pequeños/as. Si nosotros como generación adulta ya estamos podridos por la inmundicia social, al menos velemos por no dejar este mismo legado para nuestros hijos/as.

No somos civilizados en medida de la tecnología que empleemos, sino en medida de la valoración y respeto que brindemos a nuestra categoría de seres humanos.

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