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martes, 30 de junio de 2009

Lo indiscutible del aborto

No importa la perspectiva, la orientación o punto de vista que se pretenda dar a una certeza. Existen verdades indiscutibles que bajo ninguna lógica o razón pueden ser debatidas. Hay realidades innegables que no pueden crear polémicas. El hacerlo demuestra sinsentido u obnubilación del sano juicio.
La pretendida legalización del aborto en la sociedad ecuatoriana, sólo se puede entender como manifestación de la decadencia moral a la que las tendencias globalizantes nos empujan; un comportamiento que destaca la pobre identidad humana que poseemos; una impávida actitud donde resaltamos el grado de insensibilidad al que hemos llegado. Nos autonombrarnos modernos, revolucionarios, gente de la nueva era. Con estos erróneos criterios inventamos falsos derechos para satisfacer nuestro irresponsabilidad o comodismo. Nos sentimos autosuficientes porque tenemos la posibilidad de ampararnos en una limitada ciencia a la que nos aferramos como escudo de civilización. Al final, no somos más que bárbaros, escondidos tras una falsa legalidad que jamás logrará revestir un crimen. Con aprobaciones constitucionales o no, el aborto nunca dejará de ser un salvaje asesinato.
La propuesta misma de la legalización de un crimen es fruto de mentes retorcidas; personalidades enfermas carentes de aprecio a la existencia humana. No se está discutiendo el valor o pertenencia de un objeto. La vida de una persona no es negociable; tampoco es resultado de la decisión de otras. Es descaro pretender adornar con bonitas frases un acto horrendo. Las cosas hay que decirlas sin tapujos. El aborto no debe ser un acto legal y atacarlo es responsabilidad de todos quienes ya tenemos un mejor grado de valoración de la vida. Es cierto que por ignorancia, desconocimiento o juventud, muchas personas pudimos haber incurrido en tal equivocación, mas, no debemos enfrascarnos en un desacierto. El yerro de una sociedad, compromete todavía más a todos aquellos que están al frente de decisiones importantes del pueblo, para que no actúen con desequilibrio; no propicien comportamientos desacertados confundiendo más a las extraviadas masas; al contrario sean líderes positivos, guardianes de la dignidad y la vida.
Se supone que quienes están relacionados con la elaboración del marco legal de un país poseen mejor capacidad de conciencia o discernimiento. Por su misma representatividad social están obligados a velar por el bienestar de la colectividad a la que representan y no deben favorecer elementos que la destruyan. La gente que defiende el aborto a nivel de las leyes, demuestra falta de ética; por tanto, defensora de la criminalidad, la barbarie, el abuso de poder. ¿Acaso son los reales representantes del régimen bajo el cual están cobijados? ¿Acaso éstos son los comportamientos comunes que se quieren implantar en nuestra Patria?
Una nación que no defiende la vida está condenada a su extinción. Legalizar la muerte es involución. Sobre teorías, religiones, tendencias ideológicas, la vida del ser humano no puede ser quebrantada.

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