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martes, 15 de marzo de 2011

¿Qué nos importa Libia?

Si bien es cierto que el mundo, con justa razón, se halla afligido ante la hecatombe de las ciudades japonesas, también es verdad que somos tan volátiles en nuestros pensamientos, tan efímeros en nuestras sensaciones internas y al final, lo que en un momento nos parecía escalofriante, termina por ni siquiera importarnos. Hemos perdido tanto la capacidad de asombro que nos resulta trivial una carnicería humana, un asesinato en masa, la paradójica muerte de mujeres o niños. Ya ni los noticieros –espero sea por la feroz censura de la que son víctimas- hacen eco de lo que acaece en el pueblo libio. A duras penas citan algún apresurado comentario y giran sus observaciones sobre lo más comercial, interesante o de último momento.
Al final, a quién le importa las masacres en contra de inocentes, la destrucción de otros seres humanos por parte de mercenarios o asesinos. A quién le importa que un inicuo gobernante arremeta salvajemente en contra de su misma nación, con tal de satisfacer el hambre de poder. Esta es la historia del mundo: una secuela de indiferencias que favorecen el genocidio en cualquier lugar del planeta y luego que este sucede, rondan los golpes de pecho, las peroratas de los supuestos líderes defensores de la vida y los derechos humanos, pero que en el momento de actuar, se cruzan de brazos tras sus escritorios, sus intereses, sus miedos y nada hacen por frenar la opresión.
Este es nuestro legado: “El hombre es lobo del hombre”; este es el ejemplo que dejamos para las generaciones jóvenes, a quienes enseñamos que el grande o el que lleva el poder puede pisotear, vociferar, y hasta asesinar con legalidad bajo los mentirosos ideales que siempre lo mantendrán gobernando al pueblo que oprime. Hoy es Libia, esperamos que mañana no sea cualquier otro pueblo, peor aún, que no sea una nación de América Latina la que tenga que desangrarse para calmar la sed de algún tirano.
Muchos creerán que, por el momento, mayor atención merecen quienes sufren los embates de los desastres naturales, esto es comprensible y podríamos decir que hasta lógico, pero pensemos que más cruel y peligrosa que la furia de la naturaleza es la mente del gobernante que entreteje intrigas por mantener su estatus. Un terremoto o sus estragos se pueden superar, incluso las catástrofes han sido escuela para enseñar la virtud a los pueblos, pero las brechas que abren los déspotas, los fascistas, los dictadores o presidentes viles difícilmente pueden franquearse porque los estragos que estos causan en la mente y las conciencias de los hombres divide irremediablemente a las naciones.
¡Qué lástima por nosotros los seres humanos! Perdidos en fantasías en ilusiones, en esos afanes por la vanidad, la gloria o el dinero. Somos nuestro propio dios y así, de forma cabal o de manera inconsciente proclamamos: ¡Qué nos importa el mundo!

1 comentario:

Unknown dijo...

Este texto me parecio muy importante ya que nos dio a conocer los problemas que vive dicha ciudad, para que asi nosotros podamos tomar conciencia de la situacioon y hacer algo pra que eso no suceda en nuestro pais.
Ya que son problemas muy graves tanto para la sociedad como para la persona misma.
Tambien agradecerle al licensiado Rony por darnos a conocer sobre este tipo de acontesimientos que pasa en el mundo.