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lunes, 21 de abril de 2014

¿Censuramos el humor?


Al fin las autoridades parecen considerar el contenido burdo e inapropiado que  presentan  ciertos programas a través de la televisión nacional. Han pasado años desde la publicación de un artículo personal titulado “La pareja feliz”, donde expresaba lo que hoy el defensor del pueblo: Ramiro Rivadeneira, calificó como "repugnante". Este epíteto, quizá en extremo hiriente, devela el sentir de cuantiosos televidentes expuestos a una violencia que se cola a través de la pantalla en desmedro de la calidad artística, el respeto y la tolerancia.
 
El humor es un elemento necesario para el bienestar humano; fomenta relaciones interpersonales,  confiere sosiego en medio del esplín cotidiano; pero cuando este humor proviene de la burla hacia nuestros semejantes, cuando la risa que provocamos nace de la humillación o el menoscabo a la integridad de otra personas, este deja de ser tal para convertirse en un componente de agresión social.

Programas televisivos como: ‘Vivos’, 'La pareja feliz', 'Mi recinto', 'Los compadritos', por citar algunos ejemplos, no puedan salir del anodino círculo del chiste de doble sentido, la alusión sexual o la discriminación. Es preocupante que sus guiones, tan repetitivos y mediocres, siempre incurran en el desmedido uso de la sensual figura femenina como medio único para atraer a la teleaudiencia. Esto refleja la pobreza creativa de sus productores, quienes consideran a su público como ente  ignorante e incapaz de divertirse mediante un humor fino e inteligente.     

No buscamos menospreciar la labor del actor nacional, mas, un sano humor no puede fundamentarse en la violencia ni la segregación. Las conductas que estos programas, mal llamados cómicos, trasmiten son replicadas por jóvenes y niños en los centros educativos o en el seno de las familias donde observamos comportamientos basados en los estereotipos de estos espacios televisivos. Muchos adolescentes consideran que la burla, el sarcasmo, la agresión sicológica dotada de insultos, apodos, discriminación de género, es una forma de diversión y esta es causa para los amplios casos de bullying suscitados dentro de nuestras comunidades. 

No es pertinente para una sociedad culta el tener como referente a personajes burlescos  que  fomentan la ignorancia en lugar de favorecer la cultura. Posiblemente se dirá que estos programas solo buscan entretener y no educar, pero, los medios de comunicación, quienes permiten la difusión de estos contenidos, no pueden apartarse de la irrenunciable responsabilidad de orientar y velar por el bien de la ciudadanía. Somos responsables de la formación integral de nuestras generaciones menores, que ciertamente son bombardeadas con grotescos mensajes de todo género, pero si al menos frenamos en algo este tipo de violencia, ya habremos contribuido para mejorar el contexto que vivimos.

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