En informal plática dentro de un
contexto educativo y en referencia a la afición por la lectura, ciertos docentes,
refiriéndose al cotidiano ejercicio lector literalmente aseveraban: “No leemos
porque no nos regalan libros para leer”, tal pronunciamiento, espontáneo y trivial,
lleva a creer que siendo este grupo parte de un conglomerado responsable de la
dirección y encauzamiento intelectual y formativo de las generaciones en proceso
de aprendizaje, es poco lo que pueden aportar frente a estudiantes que también
se encuentran afianzados al criterio de lo gratuito y sin esfuerzo.
Este colectivo comportamiento
pedigüeño, incitado por gobiernos que no forjan individuos emprendedores o críticos,
a sabiendas que es mejor mandar en un pueblo donde la mendicidad hace que sus
habitantes se conformen con cualquier migaja, es la causa para que en nuestro
país se haya declinado el esfuerzo individual o la lucha franca hacia mejores
estados de vida. El conformismo campea en tantos individuos que hoy se aferran
a un bono de pobreza que no los etiqueta como pobres, sino como gente sin
dignidad, porque un ser humano no requiere de limosna, un hombre o una mujer
que de verdad pretende superarse demanda del empuje de un Estado que invierta
en forjar en ellos un pensamiento de progreso, creatividad, crítica, trabajo decidido
y justamente remunerado.
La ineludible supervivencia
dentro de un sistema capitalista, que sin ser perfecto ni del todo justo, nos permite de alguna
manera tener el derecho a soñar con un distinto nivel de existencia, a
diferencia de aquellos inauditos socialismos defendidos por adalides, dictadores
o monarcas de sus pueblos cuya ideología genera una comunidad miope, una nación
imposibilitada para ver más allá de la dádiva o la donación. Sin caer en el
ámbito del lugar común, una sentencia declara: “Lo que no te cuesta no te
duele”. Esto se palpa en las instituciones educativas donde se regalan, libros,
uniformes y más insumos, que de alguna manera
da paso a que los estudiantes crean que se les debe regalar hasta el
título. Esta idiosincrasia estatal paternalista deja una maldición de gente
discapacitada moralmente, condenada a la miseria mental, a la pereza, al
facilismo. Hago alusión al contexto educativo porque si ahí se enraíza este
virus, incierto es lo que esperamos para el futuro. Anécdotas y referencias de
varios educadores de establecimientos educativos, sobretodo fiscales, describen como el comportamiento
sablista de sus estudiantes llega a niveles altos de degradación, en donde para cualquier actividad
escolar se exige a los docentes el aporte su limitado ingreso económico para aplacar una
marejada pedigüeña que no siempre corresponde a personas de bajo recurso, sino
a sectores destrozados por un Estado que los ha estigmatizado como pobres, miserables
o incapaces de valerse por sus propios medios.
El Estado debe apoyar a sectores vulnerables
como el de personas discapacitadas, gente de tercera edad desprovista de
patrimonio o niños en abandono. Pero la gran obligación de quienes están en la
dirigencia nacional es generar una mentalidad de progreso en sus habitantes. No
queremos un país de manos extendidas, buscamos una honrada gestión
gubernamental que forje empleo, facilite la inversión extranjera, a la vez que
apoye al pequeño y gran empresario local, entre otras opciones desarrollo
económico.
El origen de las fatalidades y
vicios de un pueblo está en la falta de trabajo y oportunidades para crecer en
su economía. Hay que fortalecer la autoestima de sus habitantes para que logren
sentirse entes productivos y no parásitos de nadie.
1 comentario:
Lamentablemente el Ecuador vive este tipo de situaciones, donde se le acostumbro a ciertas personas que el estado es quien tiene que resolver todos sus problemas, especialmente el economico, desde 2008, se les acostumbro a la poblacion a un sin numero de dadivas a cambio de nada, acostumbrandolos a solo recibir y no devolver al estado nada, ni siquiera un esfuerzo por mejorar su condicion economica. Hoy en día la educación esta mas dañada que nunca, donde se les acostubro a los estudiantes que deben ganar una nota academica por el solo hecho de ser estudiantes, sin esforzarse por aprender y ser mejor, caso contrario el docente es el culpable de la vagancia que presentan en el aula. Todo esto ha creado individuos mediocres, conformistas y sin futuro, creando una generacion de zombies que sin sentido deambulan por la vida sin horizonte alguno.
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