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lunes, 27 de mayo de 2019

Sagradas Reliquias de Santa Mariana de Jesús en Riobamba



 Artículo publicado por Diario Regional Los Andes- Noviembre 2018

La comunidad católica del Ecuador y en particular la Congregación de Hermanas Marianitas vivieron una época de hondo regocijo al celebrar el Año Jubilar con ocasión de los cuatrocientos años del nacimiento de Santa Mariana de Jesús. Desde el 31 de octubre de 2017, hasta el mismo mes y día del 2018, múltiples acontecimientos rememoraron y enaltecieron el valor místico y el legado de amor cristiano dejado por la Azucena de Quito. La visita de sus sagradas reliquias a distintas ciudades y pueblos ecuatorianos convocó innumerables feligreses bajo un mismo sentimiento de fe y recogimiento.

Mariana de Jesús Paredes y Flores nació en Quito el 31 de octubre de 1618, hija del Capitán Don Jerónimo de Paredes y Flores y Doña Mariana de Granobles de Xamarillo.  A temprana edad vivió el dolor de la doble orfandad quedando al cuidado de Doña Jerónima, su hermana mayor, casada con el Capitán Cosme de Casso quien ya tenía tres hijas. En el seno de esta familia, Mariana recibió  una esmerada formación que fue fecunda gracias a la inteligencia innata de la pequeña que aprendía con facilidad todo cuanto le enseñaban. Se destacó en la música, el canto, la vihuela; habilidades que encaminó hacia cánticos y alabanzas religiosas. Desde sus primeros años demostró gran piedad y empatía hacia los más pobres; invitaba a sus sobrinas de la misma edad a procesiones, al rezo del Vía Crucis y el Rosario. Junto a esta devoción nació también una latente inclinación hacia la penitencia corporal; desde los seis años se abstuvo de comer carne, pescado y lácteos. Su proximidad a la fe la llevó a realizar su primera comunión a los siete años, cuando la costumbre era a los doce, de igual forma optó por agregar a su nombre el “de Jesús”, para mostrar que sólo a Él pertenecía en un mundo espiritual de amor y castidad perpetua.

Al cumplir doce años, su familia, tratando de apoyar el sentido de recogimiento de la niña, pretendió enviarla a un convento; mas, por dos ocasiones, con el ajuar listo y, cual costumbre de la época, los parientes convidados para acompañarla, circunstancias imprevistas evitaron este designio. Mariana lo entendió como un direccionamiento de Dios que no la quería consagrada al servicio religioso sino a una vida de servicio laical. Con esta decisión, en su casa hizo retirar los muebles y amobló los aposentos a su modo: un lecho con tablas de madera por colchón, una cruz cubierta de espinas, un cajón de difunto con un esqueleto de madera y una calavera. Adoptó una túnica negra del mismo tejido que la sotana de los jesuitas, con una faja a la cintura y la cabeza cubierta por un velo de lana del mismo color. Tras encerrarse en los nuevos aposentos, renovó el voto de castidad e hizo votos particulares de obediencia y pobreza. Salía únicamente hacia a la iglesia; los deliciosos platos ofrecidos en su mesa los convidaba a los menesterosos, contentándose con agua y un pedazo de pan. Pese a estos rigores, sus biógrafos destacan, como gracia divina, el rostro saludable, la desbordante alegría, el ágil sonido de su vihuela y su voz melodiosa con la que alentaba a tantos desamparados. El Padre José E. Benítez S.I. la describe: “de carácter suave, atrayente y simpático, buscada por los suyos y por los más cercanos, tanto para la sabrosa tertulia familiar, el juego infantil, la risa, la diversión sana y el paseo, como para lo trascedente de la oración. Cotizada consejera de propios y extraños. Un alma enamorada de Cristo a quien amó en la realidad de los más débiles y olvidados”.  
La inolvidable Virgen quiteña manifestó diversas profecías que se cumplieron de forma exacta. Predijo como la casa de su cuñado sería transformada en convento y el lugar de su alojamiento sería más tarde  el coro de las Carmelitas Descalzas.  Entre los milagros que prepararon su camino hacia la santificación, se refieren dos resurrecciones. Su sobrina Juana, por ocasión de un viaje, le confió a su pequeña hija. La niña jugaba cerca de unas mulas y recibió una tremenda coz en la cabeza, fracturándosela mortalmente.  Mariana la llevó a su celda y rezó sobre ella, restituyéndole la vida. En otra circunstancia, la mujer de un indio, empleado de la familia, debido a los celos de su cónyuge, fue golpeada, estrangulada y su cuerpo arrojado a un precipicio. Todo esto lo vio Mariana milagrosamente. Llamó a un comerciante amigo de la familia, le pidió en secreto que trajese el cuerpo hasta su celda, ahí lo frotó con pétalos de rosa y la india recobró la vida.

En 1645, una terrible epidemia asoló a la población quiteña, entre temblores e innumerables víctimas, el día 25 de marzo, asistiendo a misa, Mariana oyó a su confesor referirse, durante el sermón, a la necesidad de aplacar la cólera de Dios con sacrificios y penitencias. Movida por su profunda compasión, ofreció su vida por la población de la ciudad. Al día siguiente cayó presa de agudos dolores que extinguieron su vida, antes comulgó de rodillas, pese a la debilidad en que se encontraba; para morir sin nada suyo, pidió ser transportada al cuarto de su sobrina, a fin de morir en cama prestada. El día 26 de mayo de 1645, a los 26 años, entregó su alma al Creador. Fue beatificada por Pío IX en 1850 y canonizada, 100 años después, por Pío XII.  El 30 de noviembre de 1945, la Asamblea Nacional Constituyente de Ecuador le otorgó el título de Heroína de la Patria por el sacrificio ofrecido para el cese de los terremotos que asolaban la sierra en el siglo XVII. Actualmente sus reliquias yacen en el altar mayor de la iglesia de La Compañía, cobijada por una bandera nacional y en un féretro de latón tallado y dorado con pan de oro. Una escultura con su imagen, obra del ecuatoriano residente en Carrara, Mario Tapia, se encuentra en la fachada posterior de la Basílica de San Pedro de la Ciudad del Vaticano. La figura se encuentra junto a otras catorce representaciones de santos como Brígida de Suecia, Catalina de Siena y María Josefa del Corazón de Jesús. La santa quiteña es, junto a la chilena Teresa de Los Andes, la única latinoamericana en decorar la catedral mayor del catolicismo.

Las Sagradas Reliquias de la Azucena de Quito llegaron a la ciudad de Riobamba el lunes 19 de marzo de 2018, a las 08H30. Una amplia caravana conformada por docentes y padres de familia de le U.E. Santa Mariana de Jesús recibieron la peregrinación en la  parroquia Licán para acompañar la llegada de la Santa Ecuatoriana que fue recibida con una multitudinaria calle de honor de estudiantes y devotos quienes apostados desde la Plaza Alfaro avivaron la procesión que culminó en el plantel de las Marianitas ubicado en las calles argentinos y 5 de junio, donde Monseñor Julio Parrilla, Obispo de Riobamba, concelebró la solemne eucaristía. Este evento contó además con la presencia de destacadas autoridades de la ciudad y la Provincia, entre ellas la Dra. Margarita Guevara, Gobernadora de Chimborazo. Las sagradas reliquias reposaron en la Capilla de San José hasta el martes 20 de marzo para luego continuar con su periplo por distintos lugares del Ecuador.

A nivel nacional importantes acontecimientos formaron parte de este jubileo, entre ellos destaca el concilio del 10 de abril del 2018, que congregó en la capital ecuatoriana a 45 obispos del Ecuador quienes realizaron una peregrinación al monasterio del Carmen Alto, la casa de la Santa, ubicada junto al Arco de la Reina (García Moreno y Rocafuerte). Los prelados salieron desde la iglesia de La Compañía, con las reliquias de la Azucena de Quito. Una vez en la iglesia del monasterio, a partir de las 17:30, se ofició la eucaristía celebrada por monseñor Andrés Carrascosa, nuncio Apostólico en el Ecuador, y concelebrada por todos los obispos. La misa fue transmitida por las radios: Católica Nacional y María.

Otro evento que formó parte de este festejo fue la presentación del libro: “SANTA MARIANA DE JESÚS: HISTORIA DE SUS RELIQUIAS – 400 AÑOS DE SU NACIMIENTO, autoría del Padre José E. Benítez S.I., realizada en el Salón de Actos de la Unidad Educativa Santa Mariana de Jesús de la ciudad de Riobamba, que para esa fecha se halla bajo la rectoría de Hna. Sonia Rivera Romero. En el acto participó el Ing. Guillermo Montoya, Presidente de la Casa de la Cultura Núcleo de Chimborazo. La presentación del libro estuvo a cargo del Lic. Antonio Godoy, representante del Padre Benítez, quien por una afección de salud no pudo estar presente. En el Corolario de la obra, participó la Madre María Elena Narváez Guerra, r.m., Sexta General del Instituto Santa Mariana de Jesús.  Al referirse a la espiritualidad de la Santa quiteña, en uno de sus párrafos, el autor del texto citado destaca: “En el silencio de su interior solo buscó hacer la voluntad de Dios con libertad total; desde su humildad no se dejó aprisionar ni por cadenas sociales ni por imposiciones culturales, prefirió la humilde oscuridad, desde la que ofrendó con heroísmo su vida por sus conciudadanos; por ello al cabo de cuatro siglos sigue iluminando desde los altares una sociedad y un mundo deshumanizado, y nos invita a descubrir nuevos caminos de auténtica libertad, pues traspasó las fronteras de la Patria por la que ofrendó su vida”.  

En la mencionada publicación, el Padre Benítez traza el recorrido que tuvieron las sagradas reliquias de Mariana de Jesús, con distintos cambios de lugar que obedecieron al afán de preservación de las mismas como a las circunstancias de destierro y regreso de los Jesuitas al Ecuador, más los diversos momentos del proceso de canonización. El sacerdote señala trece estaciones desde el mismo momento de la muerte de la sierva de Dios donde sus restos fueron velados en su propia casa hasta la estación número trece que desde el 20 de septiembre de 1996 hasta el presente año, guarda los sagrados restos en la iglesia de la Compañía de Quito. El acta correspondiente a este último traslado literalmente señala: “se coloca debajo del Altar Mayor, en el presbiterio la urna de bronce restaurada. Se deposita dentro de la urna una reliquia de Santa Mariana en un relicario de plata en forma de capilla gótica, donación del Sr. Obispo Federico González Suárez”. 

Sobre la base de datos adicionales tomados del mismo autor se rememora el martes 7 de julio de 2015, donde por pedido expreso del Papa Francisco las reliquias se expusieron por una tarde en la parte derecha del comulgatorio de la iglesia de la Companía para luego regresarlas a su mismo lugar. Se refiere también el envío de una reliquia a Roma el 23 de junio de 1851, un pequeño huesecillo enviado por el P. Superior P. Pablo de Blas, algunos meses luego de la beatificación.  Vale citar que el transporte de las reliquias se lo realiza en el denominado Relicario procesional de Quito, construido en madera dorada sobre una delgada y pequeña plataforma provista de estribos metálicos; el mismo contiene dos relicarios independientes de material transparente: el del frente en forma de una columna contiene una notable reliquia “ex ossibus” y detrás una cruz de igual tamaño con otra reliquia diferente, tomada de la cruz donde Santa Mariana hacía su penitencia.  

365 días de júbilo celebraron la llegada al mundo de la dulce Santa Mariana de Jesús, quien fue inspiración para que en la ciudad de Riobamba luego, de más de dos siglos, Mercedes de Jesús Molina, otra mujer de fe, amor misericordioso y compromiso con su prójimo, un 14 de abril de 1873, fundara el Instituto de "Hermanas de Santa Mariana de Jesús", hoy presentes con su obra apostólica en los cinco continentes. Una obra que nació en la Sultana de los Andes y que ha trascendido como una prolongación de la entrega de la Santa quiteña que nos lleva a considerar una existencia lejos del egoísmo y en función del bienestar colectivo tan necesario para enfrentar una sociedad fría e individualista como la que vivimos.

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