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domingo, 19 de diciembre de 2010

CULTURAS JUVENILES Y MISIÓN EVANGELIZADORA V

1. NUEVO LENGUAJE: LOS SIMBOLOS.

El lenguaje es la sabiduría de los pueblos y hay que recrearlo y entender la revolución del lenguaje que es uno de los grandes cambios del mundo de hoy. Frente al lenguaje hay que hacer una realfabetización porque ya no sabemos sin leer ni escribir.

Así mismo, podríamos preguntarnos ¿Qué sabemos del lenguaje de la Juventud? De su ritmo, de sus gestos, de sus grafitos, de su rebeldía, de su inconformismo, de todo aquello que hoy se nos vuelve lenguaje novedoso en el cine, en la TV y en el mismo Internet?

Cuando un joven entrega una flor a su enamorada, él está usando la flor como símbolo de sus sentimientos para con ella. Transmite significado a través de la imaginación y emociones. Si explicamos los símbolos como tantas veces hacemos en nuestras celebraciones, ellos pierden su dinamismo y poder.

Los símbolos comunican en un nivel más profundo que las palabras. La evangelización que no utiliza los símbolos del pueblo y, en nuestro caso, de los jóvenes, pierde su eficacia.

En una sociedad premoderna los ancianos son muy valorados por su experiencia y sabiduría. Al entrar en el nuevo milenio el ideal de vida presentado es ser joven. El joven simboliza energía, fuerza física, emociones fuertes, autenticidad, espíritu de aventura, espíritu de libertad y coraje para cuestionar.

Nuestras comunidades educativas no pueden mostrar un rostro de funeral. Hay que cambiar los símbolos y lo signos.


2. LA ESPERANZA

Para nadie es un secreto que estamos ante un mundo desesperado, al borde del abismo, de la muerte. El cristianismo, la Iglesia, la Juventud debe tener una palabra, un gesto, un signo que indique el camino a seguir en esta situación que es emergente y que parece irreversible.

“La ciencia ha provocado en la historia espiritual de la humanidad la aparición de un período glacial” (M. Mansuy). Se nos está congelando hasta la conciencia. Más que enfriamiento conciensual es pérdida total de la conciencia. Se requiere hoy un laboratorio espiritual donde se re-inventen estos “suplementos de alma y corazón” a fin de devolverle la respiración, la vida, el sabor y el calor a la conciencia del ser humano. A esto llamamos esperanza

“El 15 de abril de 1980, a los 74 años de edad, falleció Jean Paul Sartre, pionero de la filosofía existencialista que dominó el pensamiento europeo de la post guerra, considerado unánimemente como el mayor pensador francés del siglo veinte.

Angustia, desesperación, amargura, tedio, rebelión inconformidad y desesperación salta de toda la obra sartreana. Pero en sus últimos años, cuando la muerte comenzó a rondar sus pasos, Sartre dio un giro en sus ideas, influenciado por su gran amigo francés, el escritor Pierre Victor. El Sartre de la angustia de la náusea, del ateísmo pasó a hablar de la esperanza. La esperanza como razón de la existencia. La esperanza forma parte del hombre”

En contraposición a la esperanza, existen muchas formas de desesperanza, así:


La Apatía, falta de interés, que son en el fondo, falta de amor: peor que la muerte.

- El escepticismo de quien escucha al joven e ironiza con sus ideales: “sarampión de la edad; ya se te pasará”.

- Hay un racionalismo autosuficiente, que bajo la idea de la inteligencia humana y la ciencia niega posibilidades a la vida.

- La rigidez del hombre y la mujer a quien sólo les queda el sistema de sus principios, incapaz de diálogo y de misericordia con los más débiles, sometidos a las pasiones humanas.

- La fortaleza inexpugnable de los que nunca arriesgaron nada, ni por la utopía ni por el placer y sus formas inamovibles de vida, de pensamiento, de estructura social. , y defienden su “saber estar” con uñas y dientes!

- Los que se alimentan de una queja sorda, constante: cuando leen el periódico, cuando sienten amenazada su comodidad por iniciativas de cambio..., nostálgicos del pasado

- El miedo desproporcionado a perder la salud, la juventud, los carros, los pequeños enseres, etc.

- La irritabilidad que a los mediocres les producen los que aman generosamente...


La juventud es el otro nombre de la esperanza. Ella es el nivel exacto de juventud que hay en cada ser humano. Somos jóvenes en la medida de nuestra esperanza.

Qué tal, Queridos/as Congresistas, si elegimos para nosotros y para nuestra juventud quedarnos también con la esperanza muy dentro de nuestro corazón..! Una esperanza activa, guiada por la fe, enriquecida por el amor, que nos enseñe a apreciar lo bello, a aceptar y a potenciar nuestros dones y que sea la energía creadora de nueva humanidad.

La juventud no es asunto de años. Puede darse el caso que aún en este Congreso, y en nuestros centros educativos muchachos o muchachas de quince, dieciocho, veinte, veinticinco años sean viejos, literalmente envejecidos en su mente, en su corazón. “La juventud es una forma mental, una característica de la voluntad, una cualidad de la imaginación. No se envejece por los años, sino cuando se deserta de los ideales”. “Solo envejecemos cuando dejamos de amar”

La esperanza riñe con la pasividad y es amiga de ideales, de opciones, de sueños. Un verdadero maestro, por naturaleza es un soñador.

Que exigencias de actitud, de comportamiento, de acción y de valoración les plantea a Ustedes jóvenes y nos plantea a todos los cristianos, la Esperanza? Simplemente enumero:

1. Partir del hecho simple de que la Esperanza es un proceso en crecimiento. No detenerlo, no poner obstáculos, entrar en su dinámica.
2. El optimismo, el entusiasmo marcan definitivamente la frontera entre los protagonistas de la historia y los meros espectadores.
3. La alegría, la fiesta, la celebración de la vida son elementos hoy imprescindibles entre los agentes constructores de nueva humanidad.

4. “Dar razones de nuestra esperanza”. Vivir cada día para disfrutar de mi juventud y mi vivencia con metas y expectativas.

5. Tener imaginación, creatividad, inventiva. Enterrar la mediocridad, la rutina. La Iglesia falla cuando no sabe inventar en fidelidad lo que hay que inventar…Los jóvenes fallan cuando no son capaces de reinventar su juventud.


6. Asumir el riesgo de lo imposible. “No es que el camino sea imposible; es lo imposible lo que se convierte en camino” (P. Evdokinov). Ese es el reto para ustedes los jóvenes. Para nosotros los jóvenes…


Conclusión

Pensemos en el futuro, pero sembrando en el presente; soñemos con la cosecha de la alegría futura, porque en el presente sembramos la paz; No le tengamos miedo al futuro, porque en el presente estamos ahorrando todos los buenos actos que nos permitirán llegar a la calma. No suframos por un futuro de soledad, porque hoy gozamos de la luz de quien amamos. No suframos con el pensamiento de la futura muerte, porque con la vida guiada en Cristo que hoy plantamos, jamás podremos decir que moriremos.

En todas las diferentes culturas juveniles hay una presencia amorosa de Dios. Tenemos que descubrirla, valorarla, potenciarla. Ese es nuestro trabajo evangelizador, educativo. Queda en nuestras manos con el gran desafío en el nuevo siglo. Será un trabajo titánico.

Es el momento de levantar una gran contra ideología para frenar el ataque voraz de esta época moderna. Somos ecuatorianos, somos latinoamericanos que vamos a defender la vida, la cultura y la misión de cada día ser cocreadores del sueño de un Jesucristo que no se dejó crucificar por una publicidad, sino por la convicción de que gracias a nuestro valor humano, nuestra vocación, nuestra solidaridad y nuestro trabajo podemos construir la sociedad libre de prejuicios, egoísmos y prepotencias.

El personaje de una obra de teatro dice: “Amar a alguien es decirle: ¡Tú no morirás”! Y yo les digo que nadie de los aquí presentes morirá, porque siempre estarán naciendo en aquellos a quienes dieron alas, para que aprendieran a volar.

Riobamba febrero del 2003
Texto elaborado por el Dr. Rowny Pulgar N.
Basado en las ponencias, textos y artículos de:
P. Jaime Humberto Henao
P. Jesús Osorno
Paúl Lara Galicia, Hiroshi Takahashi y Clara León
Carlos Feixa. El Reloj de Arena, Culturas Juveniles en México, SEP/Causa Joven No.4, México, 1998
Eduardo Galeano.
Margaret Mead, “Cultura y compromiso, estudio sobre la ruptura generacional” (1970).

Hay que dar paso al progreso de las inteligencia

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