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domingo, 5 de abril de 2009

El mono que piensa I

El mono que piensa I

Si nos basamos en la teoría de la evolución, hace miles de años, en algún momento de la historia, en algún lugar, un primate cualquiera, quizá sin saberlo pensó por primera vez. Aún no se había inventado ni siquiera la definición de pensar o pensamiento, pero este mono cualquiera, con una acción simple como el no colgarse de rama en rama para buscar alimento y servirse de lo que tenía a la mano sin necesidad de esfuerzo, creo una nueva forma de vivir. Más tarde su inteligencia (que para entonces, tampoco sabía que la tenía), evolucionó hasta desarrollar el mundo que vivimos. (Obviamente no fue de la noche a la mañana, fueron siglos de caídas, errores, fracasos, pero, el mundo debía ser diferente).

La historia demuestra como el gran valor para el progreso del ser humano es la inteligencia. Todo lo material que miramos a nuestro alrededor, desde el mínimo alfiler hasta la más sofisticada nave espacial es producto del ingenio del hombre. Los grandes pueblos de la antigüedad, no necesariamente vencieron o dominaron por la fuerza sino por la inteligencia de individuos que revolucionaron la guerra con nuevas armas, o tácticas e incluso sobre ello se impuso el peso de la cultura como el caso de los romanos que habiendo vencido militarmente a los griegos, más tarde sucumbirían a la cultura de estos.

El poder de la inteligencia, motivó grandes transformaciones sociales; antes de cualquier revolución, por necesidad existieron las ideas. De forma lamentable, debemos reconocer que no siempre la inteligencia ha estado al servicio del bien y por ello los anales históricos también se tiñeron de sangre, destrucción y robo por parte de cerebros que no emplearon su talento para el bien colectivo.

El mundo moderno no ha sido conquistado con guerras ni armas. El poder de la inteligencia empleada para enriquecer a unos pocos a costa de la ingenuidad de la “manipulable masa”, es la tangible demostración de un poderío que se ejerce a través de la publicidad y la tecnología. ¿Quién puede negar la hegemonía japonesa en el mundo?; y de seguro todos sabemos que fue el gran país devastado en la Segunda Guerra mundial. ¿De donde vino su poderío?, ¿de dónde su fuerza y su potencialidad actual? La respuesta es fácil: todo parte de la inteligencia, las ideas, aquella parte de nuestro cuerpo llamada cerebro y que no explotamos en toda su magnitud.

No vamos a cambiar nuestra vida, ni nuestra familia, peor aún la sociedad, si no cambiamos nuestra manera de pensar. El éxito o el fracaso vienen de nuestro interior. Es el cerebro quien ordena sentirnos felices o amargados; las ideas positivas o negativas se originan en el pensamiento, de allí la frase: “Si piensas que estás vencido, lo estás”.

Existen múltiples formas de enriquecer la inteligencia. Me aventuro a recomendar la lectura como un gran mecanismo para pensar. No una lectura semanal del periódico o una lectura de temas inútiles. Exijámonos leer temas desconocidos, artículos difíciles, textos complicados que obliguen a nuestro cerebro a concentrarse, releer, investigar hasta comprender mensajes y significados. Al inicio, no parece una actividad atrayente ni entretenida. Pero la constancia y el tiempo podrán convencerte que solo en ti está el poder de transformarte. (Continuará)

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