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domingo, 5 de abril de 2009

LA PESTE

Frente a la palabra peste, la gente suele escandalizarse inconscientemente, relacionando el término con la enfermedad o el infortunio. En este caso, La Peste, es el título de una obra escrita por el autor francés Albert Camús. Novela que se la clasifica dentro de la llamada narrativa existencial, porque confronta al ser humano con la gran responsabilidad de vivir, entendiéndose que el existir es dejar alguna huella de nuestro paso por el mundo.

La peste es una alegoría que nos enfrenta a todas las debilidades que como sociedad o individuos transportamos en nuestra idiosincrasia. La peste dentro de la obra no puede ser entendida como una plaga que asola con la vida de una ciudad, sino es el extenso conjunto de vivencias de cada pueblo, que partiendo de un ser colectivo marca hondas huellas en el pensamiento y comportamiento de sus habitantes.

Qué forma tan horrenda de peste es la corrupción que campea en los diversos estratos sociales, y más grave aún la impunidad con la que se premia a tantos estafadores del dinero público. Formas de peste son las guerras que en ningún tiempo y bajo ninguna circunstancia tendrán justificativo porque en el fondo son obscuros motivos de un grupo reducido de gente los que empuja a una mayoría inocente a verse privados de hijos, padres y amigos.

La peste la llevamos cada uno en aquella insolidaridad o egoísmo que nos impide trabajar en equipo para cumplir ideales comunes. Preferimos una conveniencia personal antes que un interés colectivo, y de esta manera nos vemos anclados en un subdesarrollo intrascendente, porque no es que nos falten recursos o capacidades. Es un serio problema de mentalidad.

Cuando aceptemos que nuestro deber bien cumplido o nuestro trabajo bien desarrollado es la mejor forma de servir a los otros, llegaremos sin darnos cuenta a la excelencia de la convivencia.

Cuando Camús, escribió su obra en la primera mitad del siglo XX, la metaforizó con variados elementos que ya he citado; pero ahora esta comparación se amplia, si miramos como la peste de la pornografía, la explotación infantil, la droga, y otros elementos nocivos, van minando nuestra endeble estructura social al punto que en vida vemos morir ideales, anhelos y aspiraciones justas para cualquier familia o ser humano.

La peste está a la vista en los rostros de tantos desempleados, de ancianos que no reciben un trato digno, de mujeres maltratadas o madres ofendidas. “HAY EN LOS HOMBRES MÁS COSAS DIGNAS DE ADMIRACIÓN QUE DE DESPRECIO”, decía Camús, y estoy convencido que como seres humanos podemos construir los sueños que queramos.

“La salud, la voluntad y la pureza, son el resultado de la voluntad”. Camús amaba profundamente la vida y todo su trabajo se dirigió al empeño de salvar al hombre del dolor y de la muerte; creo que de este modo la literatura y las obras de los grandes autores contribuyen a mirar el mundo con otra perspectiva.

Crear una nueva sociedad es el reto de todos.

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