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viernes, 29 de enero de 2010

Rey de Reyes

La evolución espiritual humana no se mide a la par del desarrollo tecnológico. El hombre no es más por la religión que profesa, por la iglesia donde acude o por las comparsas religiosas que organiza. El recorrer las calles portando en brazos una imagen no nos acerca a Dios ni es paradigma de virtudes. La tonta o buena fe no se mide de acuerdo a la erogación económica efectuada o a la cantidad de espectáculos con los que se distrae a la gente.

No por afirmar que la creencia en una fuerza superior sea equívoca, o tenga que ver con la edad histórica que nos hallemos, mas, a pesar del recorrido que la humanidad lleva en el planeta, aquella idolatría o paganismo propios de las épocas anteriores a Cristo, aún persisten en erróneas manifestaciones de nuestro siglo.

La adoración a trozos de madera o yeso, el infundado recogimiento ante imágenes son demostración de pobreza espiritual y mental. Si lo hiciésemos por amor al arte, en el mejor de los caos, sería igual a postrarnos con reverencia ante “Las señoritas de Avignon” de Picasso o ante “La persistencia de la memoria” de Dalí.

El templo está en el interior de cada ser humano. “Parte un leño y ahí estoy yo, levanta una roca y me encontrarás”. Dios no necesita intermediarios. La comunicación con Dios no es vía celular, cura ni pastor. Dios no necesita agencias para receptar oraciones ni diáconos disfrazados que ocultos tras su bordado traje, escondiendo sus inmundicias, utilizan la inocencia de la gente para a costa de ella enriquecerse y ejercer un mal ganado poder.

No con esto pretendo abordar a una religión en particular porque todas ellas son bien organizados sistemas de opresión; empresas que compiten por un clientelismo espiritual; enmascarados negocios donde un grupo de hábiles conductores se aprovechan y disfrutan de la ingenuidad o el mal momento de otros. Si en algo Marx tenía razón, era en afirmar: “La religión es el opio del pueblo”. El Dios vivo está cada día junto a nosotros para ser amado en la figura de nuestra propia familia, en el rostro de aquellos vecinos, clientes, empleados, compañeros de trabajo a los que muchas veces cuesta soportar, pero, al fin y al cabo, representan el reto diario para respetarlos y vivir en armonía.

Dios no reside en un templo barroco ni aguarda en la comodidad de un copón de oro. Cada día permanece en una esquina, en cualquier parque. Sentado con su cajuela de lustrar zapatos; tras el burdo escritorio de cualquier edificio; pudriéndose de enfermedad o soledad en un asilo; angustiado entre torres de dinero y una retaceada vida. No espera que se le edifique un altar, pero, confía que se le tienda la mano cuando viste de emigrante, cuando no cuando no tiene trabajo o simplemente cuando requiere de un hombro para llorar.

Si edificamos al ser humano estamos dando tributo a Dios. Si construimos con lealtad nuestra propia vida estamos caminando hacia Él. Es tiempo de no dejarnos engañar ni servir de ovejas para pastores o instituciones que más que nuestro bien, esperan nuestros diezmos. La lucha entre el bien y el mal será eterna, pero cada batalla partirá de nuestra conciencia, que es el lugar donde debemos triunfar.

3 comentarios:

Gabriela torres dijo...

Nombre: Gabriela Torres
Curso:6 Fima
Comentario Personal:
Esta lectura me pareció muy buena ya que se trata de la vida real, algunas personas que hacen comparsas y espectáculos solo para distraer a la gente y ganar dinero no por que tienen fe, "Dios no necesita de alguien para llegar a nosotros". Solo nos acordamos de el cuando nos pasa algo o cuando estamos en un gran problema. Dios esta en todos lados en las personas mas pobres, en nuestras familias donde se ve reflejado el amor. Si hacemos todas las cosas bien sin maldad alguna ni egoísmo, ayudamos a las demás personas sin nada a cambio estamos construyendo el reino de Dios.
POR ESO LA JUVENTUD DEBEMOS FOMENTAR NUESTRA FE A DIOS.

Carla Bayas dijo...

En este artículo podemos ver la realidad de las personas en nuestro medio en cuanto a la religión católica, pensamos que mientras más alardeamos de nuestra fe con comparsas de múltiple variación y fiestas grandes, Dios va a estar mas cerca de nosotros.
Debemos entender y saber que Dios está con nosotros porque para él no existen diferencias. El nos ama por lo que somos no por lo que aparentamos hacer por él, Dios nunca busca lo material ni lo llamativo, Esta en los humilde, sencillos, en los más pobres, en los enfermos y en los más necesitados, porque él está en cada uno de nosotros, en nuestras buenas acciones sin pedir su fe a cambio. Por eso como humanos e inteligentes que somos debemos fomentar el amor, la humildad entre nosotros y dejar a un lado tanto comercio, acercarnos más a él entregando amor a todos.

Adriana Oñate dijo...

bueno en esta lectura pienso que nos ayuda a tomar consiencia de lo materialistas que nos hemos vuelto que no podemos ver mas alla de una figura de madera o de porcelana a la que ponemos nuestra vida a sus pies.
no nos damos cuenta que el ser supremo que nos puede ayudarel unico al que le damos nuestra vida esta en nosotros en nuestros corazones,y en los ojos de las personas que nos rodean.
el hacer fiestas con comparsas y licor para celebrar que tenemos en nuestro corazon a ese ser magnifico sin fe es ser hipocritas con Dios.
muchas personas nos acordamos de Dios solo cuando nos combiene o porque ya no queda de otra y por eso pienso que debemos recuperar la fe de nuestros antepasados y ya no hacer de nuestra fe una burla o un pasatiempo. otro largo feriado ni mucho menos mejor hacerlo un encuentro con nosotros mismo