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viernes, 29 de enero de 2010

LOS CABALLEROS LAS PREFIEREN BRUTAS

Un título singular para un libro publicado por Isabella Santo Domingo. Autora colombiana que mediante este texto, escrito a modo de ensayo, expone una curiosa tesis a la que denomina “machismo por conveniencia”. En él, expone una variada forma de actuar frente al sexo masculino, basando sus ideas más en decepciones personales y creencias por demás particularizadas antes que sobre la base de un criterio científico o comportamiento común.

El texto redunda en la idea de una mujer moderna fría, astuta, calculadora, para quien el “usar y dejarse usar” permite obtener los mejores índices de comodidad. Fingirse “bruta” para insidiosamente ejercer dominio absoluto sobre el hombre. En otras palabras, plantea la relación de pareja como un hábil negocio donde la mujer finge toda la sumisión posible para que el hombre creyendo tener el control, sea un “objeto” para manipularlo a su antojo. “Fingir un poco, valdrá la pena para conseguir lo que se quiere”, afirma la autora, en seria correlación con el maquiavélico: “El fin justifica los medios”. Frente a este modelo de mujer moderna, los hombres, a cada paso, deberíamos cuidarnos de ellas, para no recibir la puñalada por la espalda, el envenenamiento o algún malévolo acto.

Obras de esta naturaleza, invitan a pensar, en cuál realmente es el pensamiento no sólo de la mujer, sino del ser humano contemporáneo. Al parecer la era robótica no está únicamente en los enseres tecnológicos que llenan nuestros hogares y oficinas. La frialdad de las máquinas se ha concentrado en el corazón humano. Aquel sentimiento llamado “amor”, que tantas ocasiones fue motivo de revoluciones individuales y colectivas, parece ser un elemento de museo o tema para películas de ciencia ficción. Nuestro medio actual se destaca por relaciones como las denominadas amigovios, matrimonios express; una noche donde después de verte, tenerte y hacerte, no me acuerdo ni siquiera el nombre (si es que se preguntó al menos ese pequeño detalle). Superfluas relaciones de pareja donde el placer del instante y la satisfacción primaria son la constante.

No es que critique lo anteriormente expuesto, porque sería medieval seguir creyendo en mitos como la virginidad y la blancura de la boda en el altar. El mundo contemporáneo con sus aparatos de dominio ideológico ya se ha encargado de desbaratar esas creencias. Además, cada ser humano es responsable de tomar sus decisiones y encauzar su vida como mejor le parezca, porque al final, ese mismo ser, será el que afronte las consecuencias o buenos resultados de sus actos. Lo que si conviene meditar, es en el daño espiritual que nos autoinfringimos. Las personas nos componemos de dos elementos indivisibles como las caras de una moneda. El ser físico y el ser espiritual. Sin no fuésemos esta amalgama, bastaría con satisfacer al primero, mediante fiestas, diversiones, placer extremo, comida, alcohol o cualquier otro medio de disfrute. Mas, como olvidamos la parte espiritual, el resultado es una vida insípida, sin ideales; noches donde nos sentimos tristes piezas de un juego, donde utilizamos o somos utilizados. Seres humanos solos en medio de las muchedumbres; desposeídos de lo interno pero colmados de elegantes atuendos o cualquier adorno material que de alguna manera supla lo que nos falta en nuestra interioridad.

El mundo ha globalizado tan rápidamente las culturas y las ideologías que hoy no poseemos identidad cultural, peor identidad humana. Los modelos de comportamiento cambian de una semana a otra. Todo lo que hoy se nos presenta atractivo lo aceptamos sin reparo, con la mayor euforia; para en poco tiempo descartarlo como un desecho y en esto hemos incluido a las personas. Ya sin amigos sino seres de servicio, ya sin pareja sino seres que satisfagan nuestras necesidades básicas o sirvan para no aburrirnos. Sin nosotros mismos, porque al vernos al espejo, no nos conocemos, no sabemos a donde vamos ni lo que queremos.

Urge volver a desenrollar de algún lugar del tiempo o la memoria aquel llamado “amor”, como un llamado urgente para que la sociedad no zozobre. Un amor real y desarrollado en todas las dimensiones; capaz de descubrir las potencialidades y necesidades del otro para no utilizarlo sino promoverlo y en ese funcionamiento común realmente SER, en medio de todo esto que nos condena a simplemente existir.

3 comentarios:

Lisbeth Yambay dijo...

En este mundo globalizado donde se a dejado de lado las prioridades, los habitos, la cultura, los valores para ser reemplazados por la competencia y el dominio del mas fuerte con una frivolidad desvordante, olvidamos que como seres humanos debemos estar involucrados en una sociedad donde no se pierda nuestra identidad para que prevalezcan nuestros valores, no debemos olvidar quienes somos y de donde venimos

Alexandra Paullan dijo...

la lectura habla sobre la realidad que vivimos, ya que nos hemos dejado llevar e introducir en este mundo lleno de materialismo y vanidades y nos alejamos del verdadero propósito por el cual estamos aqui. el vivir rodeado AMOR, este sentimiento se ha convertido en una forma de individualismo es decir se busca la felicida propia y no de las otras personas

Unknown dijo...

Hoy en la actualidad se ha perdido nuestros principios como la dignidad, el respeto y los sentimientos nobles con el que caracteriza a un corazón humano.
Se ha olvidado todo aquella ilusión de compartir con un compañero, viviendo así una vida sin sentido como simples piezas en el terrible juego del orgullo y dominio de uno con otro, sin permitirse llegar a conocer un amor verdadero.
Es reemplazado todo aquel sublime sentimiento del amor en solo placer y libertinaje perdiéndose los valores espirituales en la humanidad.
Por lo cual no debemos permitirnos ser segados por estas nuevas cultura que solo nos empobrece como personas