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martes, 29 de diciembre de 2009

CUANDO EL PUEBLO PIERDE LA FE

La constante corrupción política nos amenaza con tintes de totalitarismo: frases acaloradas, amenazas disfrazadas, declaraciones insensatas y más elementos propios de una política decadente son antesala del oscuro porvenir que como ecuatorianos tendremos que seguir enfrentando.

En este recurrir se ha perdido demasiado tiempo, valiosos recursos humanos e indudablemente altas cantidades de dinero pertenecientes al propio pueblo. Hay que entender que toda sociedad evoluciona, y con ella sus leyes. Es innegable que toda constitución debe ser revisada, replanteada con el paso de los años, pero, tampoco esto significa que por decreto se va a eliminar la pobreza, por decreto van a aparecer fuentes de trabajo, mejores servicios básicos o un incremento en la calidad de vida de la gente.

El progreso de una nación no se lo hace en una mesa donde los mismos personajes, descendientes, parientes, o algo relacionado con la misma subespecie de politiqueros acomodan las leyes para beneficio propio. Un pueblo crece en la medida que un Estado limpio, capaz, y equitativo, favorezca y estimule la actividad económica de pequeñas, medianas o grandes empresas. Un pueblo crece con acertadas políticas que fomenten la inversión, el crédito; se respalde de una atinada estrategia tributaria, que no extorsione ni sirva de traba burocrática para quien tiene la valentía de iniciar un negocio por mínimo que sea.

Es hora de terminar con este circo levantado por un hábil engañador que desde la fantasía de sus incesantes publicidades nos miente con la falsa imagen de un país que no existe. Nos urge trabajar y sentir estabilidad social para que inversiones extranjeras y nuestras propias inversiones se sientan amparadas por un sistema de gobierno racional, práctico, eficiente, al servicio del pueblo. El verdadero cambio es de conciencia, no de intereses partidistas. ¿Cuál es legado que estamos otorgando a las presentes y futuras generaciones? Acaso ellas tienen en su cosmovisión mental, la idea de Ecuador como un país de bandoleros, donde todo se puede conseguir sobre la base de la manipulación, la agresión verbal; descaradas alianzas donde la ideología sirve para engalanar el slogan de una bandera u oficina, pero no como respaldo moral de sus militantes.

Me pregunto realmente, a futuro: ¿Qué sucederá durante este gobierno que maneja a la Asamblea nacional como un hato de acémilas? ¿Se reducirán los altos y crecientes índices de inflación? ¿Habrá fomento en el campo laboral? ¿Al fin las universidades dejarán de vender títulos profesionales y tendremos verdaderos, creativos, científicos e investigadores en lugar de peones para ser explotados como tales, debido a su baja formación académica? ¿Al fin las grandes empresas que se defienden como patrimonio del Estado servirán eficientemente a la sociedad, dejando de ser nido de atracadores sindicatos o líderes gobiernistas nombrados a dedo que también son cómplices de saqueos económicos y malos servicios? ¿Se terminará este bárbaro sangrado de nuestra gente que se ve obligada a dejar la Patria para convertirse en siervos de otras naciones? ¿Se desterrará la inmunda actitud de beneficiar a las burocracias doradas con sueldos que son reales asaltos a las arcas fiscales, en desmedro y ante el asombro de cientos de compatriotas que reciben sueldos de miseria? ¿Será que la crisis al menos obligue a demostrar la tan necesaria austeridad fiscal y no caer en el despilfarro, los gabinetes paseantes, las coimas, el exorbitante gasto de nuestros recursos económicos?

Son preguntas de las que sinceramente desearía por el bien común, sean respondidas de manera favorable. Pero como se vislumbra el panorama, ningún día bueno se avizora para nuestro pueblo. ¡Cuánto desearía estar equivocado!

2 comentarios:

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...

El poder que tenemos juntos como pueblo, es la única fuerza que cambiará nuestro futuro como ecuatorianos, nosotros somos dueños de nuestros destinos, y está en nosotros cambiar el sentido de la política en nuestro país, siendo buenos ciudadanos es como debemos iniciar, respetando los derechos de cada ser humano, valorando el sacrificio de éste nuestro pueblo muchas veces humillado y menospreciado por las grandes potencias, es la unión y la fuerza del pueblo ecuatoriano que convertirá de un país lleno de falsas utopías por un país que viva una realidad en la que la dignidad, la caridad y la justicia se hagan sentir a cada paso.

María Fernanda Calderón
3ro "Qui-Bio"