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jueves, 24 de diciembre de 2009

Ciudadanos de mármol

Se ha vuelto tan mentada la aberrante actitud del gobierno de pretender acallar las voces de los comunicadores. En tantos medios se discute con tenacidad las intenciones de un régimen controlador que solapado en leyes torcidas y manipuladas, busca instaurar una ley de comunicación que nos conduce a la incomunicación.

Se dice que viene la mordaza y con ella un silencio que quizá sepulte la poca libertad de expresión que con pobreza hemos manejado, porque desgraciadamente en nuestro país no es necesario que nos impongan sellos a los labios, si por naturaleza nunca los abrimos, pese a los atropellos de los que somos víctimas.

Son contados los medios de comunicación y más ínfimos en número quienes sin miedo a la represión enrumban sus criterios en favor de la libertad. Son tan pocos en número que pareciera que estos defensores son seres anormales que pretenden subsistir en una sociedad donde la mayoría es masa petrificada que no opina ni defiende lo que le pertenece.

La lucha por la libre expresión, no es causa única para los informadores. Su defensa debe interesar a todos los ciudadanos porque cada habitante del país tiene para sí el irrenunciable derecho de expresar, opinar y comunicar. En último sentido si no lo quiere hacer, le queda también para sí otro irrenunciable derecho, que es conocer la verdad absoluta de lo que sucede en el entorno donde vive.

Estos aspectos conllevan al ciudadano a ejercer una responsabilidad moral con la Patria a la que pertenece, porque no se puede permanecer impávido frente a la intolerancia, al atropello o la prepotencia.

Ciudadanos: ¿Acaso pretendemos formar a nuestros hijos/as en la pasividad o la esclavitud? No hay peor cadena que el silencio cómplice de quien a sabiendas de la injusticia se oculta tras el quemeimportismo y deja que lo pisoteen.

Seamos periodistas o no, todos merecemos vivir en un Estado que respete y garantice la libertad. No seamos la estatua fría que muda e impasible ve exhibir ante sus narices desvergüenza, avaricia o iniquidades.

Silenciar los medios de comunicación implica esconder la verdad. Y creo que ningún ciudadano que se aprecie, puede aceptar ser una sombra manipulada en pos de intereses egoístas.

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