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martes, 29 de diciembre de 2009

DE QUÉ NOS SIRVE…

En un diálogo informal con un trabajador de mi institución, abordamos el tema de la prensa y los textos escritos que generalmente se publican en carteleras y periódicos escolares. Su respuesta contundente frente a estos trabajos, fue precisamente el título del presente artículo: “De qué nos sirve”. Una afirmación por demás pueril o sin ánimo de ofender, diría yo, ignorante, porque cualquier forma de educación integral, información veraz u oportuna serán útiles sino para todos, pero para al menos un grupo reducido de personas que entienden, que sin una sólida preparación académica, resulta muy difícil ser competitivo en una sociedad como la nuestra.

Pero mi preocupación no parte del hecho de que una persona porte y viva esta aseveración; me preocupa mirar como un gran conglomerado de ciudadanos en nada valora la cultura y poseen una mentalidad donde es más valioso comprar una botella de licor que invertir en un libro. A muchos de nuestros jóvenes no les pesa gastar considerables sumas de dinero en tarjetas para celular, pero consideran un abuso el que se les pida invertir en al menos un periódico dominical. Bajo estas percepciones, estimo para nuestra sociedad un destino igual al que actualmente vivimos; es decir sumidos en el retraso no únicamente económico sino ideológico que al fin y al cabo viene a constituir la causa fundamental para el estancamiento de un pueblo. No es concebible mirar como muchos actos culturales, gratuitos y de alta calidad, no obtienen un público aceptable mientras que espectáculos por demás populares, donde el bochinche, el licor en desmedida y hasta las agresiones físicas reciben concurrencias masivas y hasta exageradas. Sé que cada elemento sociológico tiene su valor, pero ya es hora de valorar el arte, la educación, la buena música. No dejarnos seducir por falsas manifestaciones “artísticas” que son una verdadera ofensa al arte verdadero. Canciones sin lógica ni sentido común pero que mezcladas con un ritmo pegajoso se dedican a ofender y hasta denigrar nuestra inteligencia.

Muchos dirán que los tiempos cambian, pero jamás puede pasar de moda el buen gusto por una lectura amena, en lugar de grotescos artículos de crónica roja donde el morbo y la extraña fascinación por la maldad nos cautivan. No creo prudente desechar verdaderas joyas de nuestra música por insulsas melodías donde se explota el cuerpo femenino, como si a nuestras cantantes mujeres les fuera insuficiente su talento y se valen no de su voz, sino de su figura para vender el producto; al punto que al asistir a un
número musical de algún grupo femenino muchos digan “ aunque no cante bien, con tal que enseñe”.

¿A dónde vamos como país? Hasta que punto, la educación impartida en escuelas y colegios forma seres humanos críticos, creativos, con capacidad de liderar por lo menos sus vidas y no dejarse manipular por cualquier novelería comercial o mercantil. Es cierto que la educación libera al individuo, pero si un individuo no quiere ser libre jamás podrá desterrar de su vida la mediocridad y la ignorancia y para seres así, bienvenida la frase: “De qué nos sirve”

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